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LA PALABRA Y ACCION DEL MUSULMAN
“LAS MEJORES OBRAS ANTE DIOS II”
César Domínguez
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y salve, dijo: “Oh, Allah no me abandones a mis obras, mis acciones, mis devociones, ni siquiera por un abrir o cerrar de ojos”. El Profeta nunca dependió de sus propias obras ni de sus actos de devoción para obtener una recompensa en este mundo o ganarse el paraíso eterno; siempre supo que todo bien dependía de la misericordia incondicional de Dios. El alto rango que el devoto creyente alcanza en la vida, depende sólo de Dios. Sólo El, glorificado y elevado, es quien lo concede. La buena vida, el éxito terrenal, el goce de la vida eterna, no es algo que se compra, se intercambia o se gana automáticamente. Todo bien se logra únicamente por la misericordia de Allah y la súplica sincera del devoto creyente. Nada ni nadie en esta vida nos pertenece. En Su infinita misericordia y sabiduría, Dios, el Altísimo, no da aquello que necesitamos y nos une a la gente que necesitamos.
Allah, glorificado y elevado sea El, dice en el Noble Qur’an:
“A quien desea esta vida pasajera, le concedemos lo que queremos a quien queremos, pero al final le destinaremos al infierno y habrá de sufrir humillado y repudiado. Y quienes desean la otra vida, se esfuerzan debidamente y son creyentes, ellos verán recompensado su esfuerzo. A todos se les concederá de los favores de tu Señor. Sus favores no están limitados. Observa cómo favorecemos más a unos que a otros, pero en la otra vida la distinción será mayor y el favor será mayor” (Sura al-Israa’, el Viaje Nocturno, 17: 18-21).
Estas son grandes palabras que nos invitan a reflexionar profundamente sobre el verdadero significado de nuestro paso por esta vida y la esperanza de lo que encontraremos en la otra vida. Como creyentes, sabemos que la otra vida es la verdadera vida, la eterna, la razón definitiva de nuestra existencia. La vida terrenal es pasajera: cualquier gozo que experimentemos aquí es menor a lo que nos espera en la vida eterna, con el favor de Dios.
En sura al-Duha, la sura de la Mañana (no. noventa y tres), aparece una gran exhortación al reconocimiento de todas las bendiciones que el ser humano recibe de Dios Todopoderoso:
“En verdad, el final será mejor para ti que el principio, y en verdad que tu Señor te dará hasta que quedes satisfecho” (Qur’an 93:4-5).
La súplica más frecuente del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, fue precisamente la siguiente: “Oh Dios, bendícenos en esta vida y en la otra vida y protégenos del castigo del fuego”.
El Mensajero de Allah también dijo: “Cuando depositas toda tu confianza en Allah, El provee por ti de la misma forma que provee por los pájaros, que salen hambrientos por la mañana y regresan satisfechos por la noche”.
“LAS MEJORES OBRAS ANTE DIOS”
César Domínguez
Allah, glorificado y elevado sea El, dice en el Noble Qur’an:
“Ciertamente, los temerosos estarán en jardines y manantiales, recibiendo lo que su Señor les dé. Antes, fueron bienhechores. Poco es lo que dormían de noche. Y antes del alba, pedían perdón. Y de sus bienes, parte era derecho del mendigo y del indigente. En la tierra hay signos para los conscientes, y en vosotros mismos. ¿No vais a ver? Y en el cielo está vuestro sustento y lo que se os ha prometido. Y por el Señor del cielo y la tierra que todo es tan cierto como que habláis” (sura al-Dhariát, Los Aventadores, 51:15-23).
Las buenas obras del verdadero siervo de Allah, naturalmente están precedidas por una buena intención, y acompañadas de una súplica sincera, que el Todo Misericordioso acepte nuestras buenas acciones, perdone nuestras faltas y nos brinde Su protección y Su guía.
Sabemos que toda súplica sincera encontrará su respuesta ante Dios; pero, ¿qué sucede cuando una súplica, al parecer, no encuentra respuesta? ¿Cuáles podrían ser las causas? Recordamos un hadiz de Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, sobre un hombre que pide desesperadamente a Allah por algo que él necesita; pero sus modales, sus palabras, sus excesos, no son propios de un fiel siervo de Allah. Y el Profeta pregunta, ¿en base a qué, espera ese hombre que su súplica encuentre respuesta? Esta pregunta nos lleva a una importante reflexión: una súplica sincera debe estar respaldada por una buena acción, una buena conducta.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo:
“El hombre inteligente es aquel que recapacita y se esfuerza en hacer lo que le beneficiará antes de que le alcance la muerte, mientras que el desdichado es aquel que sigue sus deseos y sus pasiones y se complace con la autoindulgencia”.
Abu Huraira, que Dios esté complacido con él, preguntó al Profeta en una ocasión: “¡Oh Mensajero de Allah! ¿Quién tiene el mejor grado entre toda la gente?” Respondió el Profeta: “El que más teme a Allah”.
Nuestra declaración de fe, “áshhadu a la iláha ílla Allah” (“declaro que no hay divinidad excepto Dios”) es nuestro reconocimiento de que lo más importante en nuestras vidas es Dios, que sólo El, el Todo Misericordioso, el Altísimo, es nuestra protección y sustento, y que guardamos temor de El, temor de alejarnos del camino establecido, temor del castigo de la vida eterna. Que Allah, glorificado y elevado sea El, nos bendiga, nos proteja, nos perdone las faltas nos guíe al cumplimiento de nuestra misión en esta vida y nos abra las puertas del paraíso eterno.
LA VOZ DEL CREYENTE EN EL QUR’AN Y LA BIBLIA
César Domínguez
Así hablan los creyentes en la Biblia y en el Qur’an:
Palabras de Moisés: “Dijo Moisés a Dios, mira, Tú me has dicho, ‘conduce a este pueblo’, mas no me has informado a quién enviarías para que fuese conmigo. Y Tú también has dicho, ‘te he distinguido por nombre, y asimismo has hallado gracia ante Mis ojos’. Y ahora bien, si en verdad he hallado gracia ante Tus ojos, hazme conocer Tus caminos, de manera que yo comprenda el haber hallado gracia ante Tus ojos. Y considera también que es Tu pueblo esta nación. Y dijo Dios, ‘Mi presencia irá y te dará tranquilidad’. Respondió él, ‘si Tu presencia no nos acompaña, no nos hagas salir de aquí” (Libro del Exodo, 33:12-15).
Palabras de Moisés: “Dijo, Señor mío, abre mi pecho y haz fácil mi misión. Desata el nudo de mi lengua, para que puedan comprender lo que digo. Y que alguien de mi familia me asista, mi hermano Aarón. Fortalece mi espalda con él y hazlo parte de mi misión, para que te glorifiquemos plenamente y plenamente te recordemos” (Qur’an, 20:25-34).
Estos son pasajes de la Biblia y el Qur’an que nos hablan de la importancia de confiar en el poder de Dios, glorificado y elevado sea El, y de someterse a Sus benditos designios.
La voz de Abraham en el Qur’an: “… el Señor de los Mundos, Quien me creó y me guía, Quien me alimenta y me da de beber y, cuando estoy enfermo, me cura, Quien me hará morir y luego me devolverá a la vida, y de Quien espero con anhelo que me perdone las faltas el Día de la rendición de cuentas. Señor mío, dame juicio y ténme entre los justos” (26: 77-83).
La voz de Jesús en el Qur’an: “He venido a vosotros con un signo de vuestro Señor. Voy a crear para vosotros, a partir del barro, algo con forma de ave. Soplaré en ello y será un ave, con permiso de Dios. Y sanaré al ciego y al leproso y daré vida al muerto, con permiso de Dios. Y os diré lo que coméis y lo que guardáis en vuestras casas. Y, si sois creyentes, en ello tendréis un signo … He venido a vosotros con un signo de vuestro Señor. Así pues, temed a Dios y obedecedme. Dios es mi Señor y el vuestro. Adoradle. Esto es un camino recto” (Qur’an, 3:49-51).
En la Biblia y el Qur’an, encontramos la guía para quien pierde el camino, para los necesitados:
La voz de Jesús en el Evangelio de San Mateo: “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? Y si sucede que la halla, en verdad os digo que se regocija más por ésta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. No es la voluntad de vuestro Señor que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeños” (Evangelio de Mateo, 18:12-14).
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Allah está más complacido con el arrepentimiento de uno de Sus siervos que lo que uno de ustedes podría estar al haber encontrado a su camello perdido en el desierto. Allah, Exaltado y Glorioso sea El, dijo: ‘Vivo en la mente de Mi siervo y estoy con él cuando me recuerda … cuando viene a Mí caminando, Yo voy a él corriendo’”.
¿Qué nos dice el Qur´an, Palabra de Allah?: “Busca ayuda en la paciencia y la oración. Ciertamente es difícil, excepto para los humildes” (Qur’an, 2:45).
¿Qué dice Jesús en el Evangelio de Mateo?: “Pide y se te dará, busca y encontrarás, llama y la puerta se abrirá. Pues aquel que pide recibe, el que busca encuentra y para el que llama, la puerta se abre” (Evangelio de Mateo 7:7-8).
Una de las suras más recitadas del Qur’an es la sura del Altísimo, sura al-‘Ala), la cual comienza con la invocación: “Glorifica el nombre de tu Señor, el Altísimo” (Qur’an, 87:1). En el Libro de los Salmos, el salmista proclama: “Alabaré al Señor por su rectitud y cantaré un himno en nombre del Señor, el Altísimo” (Salmos 7:11). El Cántico de María en el Evangelio de Lucas afirma la misma emoción: “Mi alma proclama la grandeza del Señor, mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador” (Lucas 1:46). Estas son las voces de los verdaderos creyentes. Así se unen las ricas, extraordinarias tradiciones y creencias de nuestras culturas.
Palabra de Moisés: “Señor mío … haznos entrar en Tu Misericordia, pues Tú eres el Más Misericordioso de los Misericordiosos” (Qur’an, 7:151).
En el libro de los Salmos, la voz del creyente proclama: “Sólo a Dios espera mi alma. De El vendrá mi salvación” (Salmos 62:1).
TEMAS DE ACTUALIDAD
A continuación, transcribimos dos escritos (traducidos del inglés) de dos grandes eruditos egipcios contemporáneos, maestros, mentores y amigos de LALMA por muchos años: el Dr. Hassan Hathout (1924-2009) y el Dr. Fathi Osman (1928-2010).
Carta del Dr. Hassan Hathout:
“Y cuando dijeron los ángeles, María, Dios te ha elegido, te ha purificado y te ha escogido entre todas las mujeres de la creación … María, Dios te anuncia una palabra procedente de El cuyo nombre será el Ungido, Jesús, hijo de María, quien tendrá un alto rango en esta vida y en la última y será de los que tengan proximidad” (sura al-‘Imrán, 3:42-45).
Queridos amigos,
Pedimos porque las pruebas y dificultades del pasado y los meses venideros no disminuyan la presencia de Dios entre nosotros durante estos días tan especiales. Pedimos que Dios tenga misericordia de aquellos que ya no están con nosotros, pedimos Su misericordia para aquellos que sufren y pedimos que nos muestre cómo servir mejor a los demás.
También pedimos a Dios que no olvidemos las lecciones y bendiciones que hemos recibido durante este año que termina. Pedimos a Dios que nos fortalezca para ser pacientes y perseverantes, que nos alivie del anhelo por aquellos con quienes no podemos estar y de aquellos lugares que no podemos visitar. Pedimos que la mano de Dios sane el cuerpo y alma de nuestra nación, del mundo entero.
Recordamos las palabras del Qur´an que proclaman: “No te enviamos sino como una misericordia para los mundos”. Y pedimos ser instrumentos de la misericordia de Dios y contribuir, de la mejor manera, a este bello mosaico de creencias y culturas, en un sendero común, guiados por la misericordia divina, iluminados por la luz de Dios.
Diálogo del Dr.Fathi Osman con miembros de LALMA:
Reflexiones del Dr. Fathi Osman (1928-2010), reconocido escritor y erudito egipcio radicado
Pregunta: ¿Puede un musulmán asistir a celebraciones familiares no musulmanas, como bautizos, bodas, que son parte de su cultura y son punto de reunión familiar?
Respuesta: En mi opinión, el islam no debe ser causa de división o separación familiar. No hay razón para ello. En este caso, se trata de un musulmán dentro de una sociedad cristiana, no pagana ni idólatra. Los cristianos siguen el mensaje de Dios. Asistir a una boda, a una celebración en una iglesia por el nacimiento de un hijo, no tiene nada de malo. Una iglesia debe ser un sitio de respeto para un musulmán, es un lugar de adoración, para adorar a Dios. Existen diferencias, claro, en nuestra postura ante la naturaleza de Jesús, pero aún así, una iglesia es un sitio para alabar al Dios único. Aún aquellos que creen en la Trinidad, al final son creyentes del Dios único. Entonces, no hay razón para separarse de la familia o de la comunidad por el hecho de se musulmán. Debemos presentar al islam como una fe monoteísta, y las religiones monoteístas, basadas en las escrituras, deben ser respetadas, aceptadas por un musulmán. El islam no debe ser causa de separación, división o riña para las familias. Esto en nada beneficiaría al islam o a la sociedad. El islam es para el beneficio de la humanidad en esta vida y en la otra vida.
En cuanto a celebraciones de la navidad, tenemos diferencias sobre la resurrección de Jesús, pero no sobre su nacimiento. Nos alegramos por el nacimiento de Jesús. No perdamos el tiempo discutiendo si Jesús es el hijo de Dios o no, si resucitó o no. Los musulmanes creemos en Jesús como Profeta, que su nacimiento fue un milagro, que nació sin padre. Las reuniones familiares no son el lugar para discusiones serias, asistamos a ellas para celebrar, convivir con la familia, con los amigos. Ya si alguien le pregunta a uno en privado qué pensamos sobre Jesús, entonces podemos hablar y discutir este tema entre dos, tres personas, de forma seria y positiva. No ocultemos nuestras convicciones, pero tampoco las expresemos en ocasiones que no son las apropiadas.
“EL ESPACIO ESENCIAL DEL ISLAM”
César Domínguez
“Señor mío, realmente, de lo que me hagas llegar de bien, estoy necesitado” (sura al-Qasas, el Relato, 28:24).
El espacio esencial del islam es aquel lugar que conscientemente se hace en la vida diaria para la práctica devocional de la fe y para la adquisición de conocimiento: cuando hago mía la riqueza excelsa de la fe del islam, la verdad del islam, el mundo de la ummah del islam, cuando encuentro mi sitio en esa historia y tradición extraordinarias del islam, cuando leo o recito el Libro de Allah, el Noble Qur’an, y digo “aquí estoy yo, éste soy yo, estas palabras me hablan a mí”. Aún cuando recite en otro idioma que no es el mío propio, por medio de mi fe, de mi anhelo, de mi búsqueda de la verdad suprema, de la razón de todo, de la salvación, esas palabras que cuesta pronunciar, las hago mías y, así, me uno a esa tradición, a esa historia. Soy parte de ella. Ahí es donde comienza la verdadera elevación del espíritu, el crecimiento: no tanto el cambio, sino el crecimiento, la depuración.
La constancia en la adoración a Dios y el estudio nos llevarán, sin duda, al verdadero crecimiento o transformación. ¿Quién no quiere crecer, ser mejor?, ¿quién no desea alcanzar la excelencia de carácter, el ihsan (uno de los fundamentos de la creencia del islam, que son la sumisión, la fe y la excelencia). El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Yo garantizo una morada en lo alto del paraíso para quien alcanza la excelencia en su carácter”. Es decir, hacer todo con consciencia porque sabemos que, en todo momento y en todo lugar está presente Allah, glorificado y elevado sea El nos ve. Esta es la verdad suprema. Es el esfuerzo por hacer todo de forma excelente.
Para alcanzar la excelencia, hay que realizar actos extraordinarios. En la fe del islam, esos actos extraordinarios son la declaración de fe, la oración, el ayuno, la caridad, y la peregrinación, el viaje a la casa de Allah, glorificado y elevado sea El. Para alcanzar la excelencia, hay que convertir los actos extraordinarios en actos cotidianos; es decir, que la búsqueda de la excelencia, de lo extraordinario, sea un acto cotidiano, natural, normal. Esa excelencia se logra a través de la constancia y el anhelo, el anhelo de Allah, de esta fe maravillosa del islam, en nuestras vidas. Así se forma ese espacio esencial del islam.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Allah está complacido con un pastor que se encuentra solo en lo alto de una montaña y hace el adhan, el iqama y reza sin nadie más, sólo él. Entonces, Allah llama a los ángeles y les dice, ‘miren a este siervo mío, que hace el adhan, el iqama y la oración por sí solo. Yo le doy mi perdón y le concedo el paraíso’”. Este es un bellísimo ejemplo de ese espacio esencial del islam en la vida del verdadero creyente.
“LA VOLUNTAD DEL MUSULMAN”
César Domínguez
Sobre el valor de los actos de adoración voluntarios y la confianza absoluta en Dios:
Un día, le preguntaron a Aisha:
- ¿Quién es la mujer más amada por el Mensajero de Allah?
Sin titubear, ella contestó:
- Fátima.
Y después le preguntaron:
- ¿Y el hombre?
- El esposo de Fátima.
Según Aisha, la razón por la que el noble Profeta amaba tanto a Ali era la siguiente:
- A mi entender, pasa las noches en oración y el día en ayuno.
El sano juicio y la prudencia de Ali estaban fuera de toda duda. Un día, un hombre le preguntó sobre el destino. Ali contestó:
- Es un inmenso océano. Una vez que te sumerges en él, ya no saldrás.
El hombre insistió, así que Ali agregó:
- Es un misterio que pertenece a Allah, tú no puedes comprender. No le prestes tanta atención.
El hombre estaba inquieto, insistía en recibir algún tipo de explicación. Finalmente, Ali preguntó:
- ¡Oh, tú que preguntas! ¿Allah te creó de la forma que El quiso o de la forma que tú quisiste?
- Me creó de la forma que El quiso.
Entonces, Ali concluyó:
- Allah dispone y El decide por nosotros. El poder está en Sus manos.
(Pasajes de la vida de ‘Ali ibn Abi Tálib, cuarto khalifa de la nación musulmana, primo y yerno del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve; extracto del libro Ali, el Héroe de la Benevolencia, de Resit Haylamaz, traducción al español de César Domínguez)
Aquí se nos habla de esos valores supremos del verdadero creyente: la devoción y la constancia, la constancia y la entrega, la entrega y el amor. El ser humano es libre de creer o no creer, de hacer y no hacer y de cómo hacer las cosas; pero ya sea que crea en algo o no crea, que haga algo o no lo haga, que lo haga bien o lo haga mal, la vida continúa, el camino de esta vida terrenal sigue ahí. La libertad del ser humano es cómo ir por ese camino de la vida.
La libertad es el libre albedrío que Dios concede al ser humano y lo hace responsable de sus actos. Con esa responsabilidad, el ser humano se desarrolla y es capaz de elegir sus pensamientos y sus emociones. La libertad es la ausencia de imposición en asuntos de fe. La libertad es la capacidad de amar sin condiciones y la capacidad para ser amado sin condiciones. La libertad es consciencia y juicio.
“Entre Sus signos está la creación de los cielos y la tierra y los animales que a lo largo de ella repartió. El tiene poder para reunirlos a todos cuando quiera. Cualquier dolor que os aflija es a causa de lo que se buscaron vuestras manos; pero El pasa por alto muchas cosas” (sura al-Shúra, la Consulta, 42:29-30).
La libertad es también la capacidad humana de conectarse con la majestuosa creación de Dios. Es la capacidad de invocar, de implorar, de suplicar a Dios.
“Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí, Yo estoy cerca y respondo al ruego del que pide, cuando Me pide. Así pues, que Me respondan y crean en Mí, ojalá se guíen rectamente” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:286).
Pidamos que Dios nos permita ser instrumentos de Su amor y misericordia, para poder repartir amor y misericordia a los demás seres humanos. Demos nuestra alabanza a Dios, por toda la gracia que recibimos. Pidamos por aquellos que más necesitan y pidamos por aquellos que más dan por la causa de Dios.
Y pidamos como el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, solía implorar:
“Señor, aléjame de mis pecados, como has alejado al oriente del occidente. Señor, puríficame de mis pecados, como se purifica el vestido blanco de la suciedad. Señor, lava mis pecados con agua, nieve y granizo”.
“Señor, aléjame de mis pecados pasados y futuros, de lo que guardo en silencio y de lo que manifiesto, así como de mis excesos y de lo que Tú sabes mejor que yo”.
“Señor, Tú eres la paz y la paz viene de Ti. Bendito seas por la abundancia de tus bondades. Tú eres el Majestuoso, el Honorable”.
“Y confía en El, Dios es suficiente como protector” (sura al-Ahzáb, la Coalición, 33:3)
“GRATITUD A DIOS”
César Domínguez
Assalamu alaikum, bismilláhi al-rahmáni al-rahím.
En el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo.
La alabanza es para Dios. Le alabamos, le imploramos, le pedimos perdón. Nos refugiamos en Dios del mal que habita en nosotros mismos y de nuestras malas acciones. Declaro que no existe divinidad excepto Dios, sólo El y nadie más, y declaro que Muhammad es el Mensajero de Dios. Las bendiciones y los saludos de paz son para nuestro líder Muhammad, su familia, sus compañeros y seguidores. La alabanza es para Dios, Señor de los mundos.
Allah, glorificado y elevado sea El, nos dice en el Noble Qur’an:
“Y vuestro Señor dijo, si agradecen, El os aumentará” (sura Ibrahim, 14:7).
La gratitud es uno de los valores más preciados del verdadero creyente. La gratitud a Dios por los dones recibidos, por la vida misma, genera todo tipo bendiciones, aumenta la consciencia del siervo fiel de su Señor y lo eleva en grado. La gratitud es símbolo de humildad y fortaleza de carácter. El musulmán agradece a Dios en tiempos de plenitud y en tiempos de carencia.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Siéntete satisfecho y serás de la gente más agradecida”. El verdadero creyente es consciente de los favores recibidos y sabe agradecer a Dios por lo que tiene, por lo que tuvo y por lo que tendrá, lo que le espera en el camino de esta vida que le llevará de retorno a El, el Creador de todo cuanto existe. El musulmán no olvida la promesa de Allah, glorificado y elevado sea El:
“Y da la buena nueva a los que creen y hacen las buenas obras, que tendrán jardines por los que corren los ríos y parejas puras. Y ahí serán eternos” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:25).
“Así pues, sé paciente en la adversidad. Ciertamente, la promesa de Dios es verdadera” (sura al-Gháfir, el Perdonador, 40:77).
Asismismo, el verdadero creyente agradece los favores del prójimo y se siente satisfecho con lo que recibe de los demás. Sabe ser humilde, no menosprecia un regalo, ni ofende la buena disposición de otras personas pidiendo más y esperando siempre más de los demás. Allah, el Altísimo, nos recuerda: “Buscad ayuda en la paciencia y la oración. Ciertamente es difícil, excepto para los humildes” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:45). Los humildes son aquellos que se someten de verdad ante Dios, que reconocen el poder supremo de Dios y su dependencia absoluta de El, que saben decir ‘alhamdulillah’ por un favor recibido, y también dicen ‘alhamdulillah’ cuando no lo reciben, puesto que saben que Dios es el Justo y da de Su favor en el tiempo justo.
La gratitud, ciertamente, es un valor perenne y nos acerca más a Dios y al resto de Su maravillosa creación. Así, Allah, glorificado y elevado sea El, nos dice en el Qur’an: “Unete a quienes invocan a tu Señor mañana y tarde, anhelando su rostro” (sura al-Kahf, la Caverna, 18:28).
“LA FIEL PALABRA DEL ISLAM”
César Domínguez
Assalamu alaikum, bismilláhi al-rahmáni al-rahím.
En el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo.
La alabanza es para Dios. Le alabamos, le imploramos, le pedimos perdón. Nos refugiamos en Dios del mal que habita en nosotros mismos y de nuestras malas acciones. Declaro que no existe divinidad excepto Dios, sólo El y nadie más, y declaro que Muhammad es el Mensajero de Dios. Las bendiciones y los saludos de paz son para nuestro líder Muhammad, su familia, sus compañeros y seguidores. La alabanza es para Dios, Señor de los mundos.
Y así, damos gracias a Allah, glorificado y elevado sea El, por nuestro islam, nuestra sumisión total a El, y afirmamos nuestro compromiso de comunicar y enseñar este don bendito que es nuestra fe. ¿Cuál es la mejor forma de hablar sobre el islam, de enseñar y comunicar su mensaje? ¿Cuál es nuestra responsabilidad individual en la difusión y expansión de la fe del islam? ¿Cuál es nuestra contribución a la sociedad? Dar respuesta a estas preguntas es tarea propia del ser humano consciente.
Recordamos el hadiz que nos cuenta cuando el Angel Gabriel, en figura humana, aparece ante el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, y le pregunta qué es islam (sumisión), qué es imán (fe, creencia), qué es ihsan (virtud, excelencia). El Profeta responde que la sumisión es dar testimonio que sólo existe un Dios Unico, es orar cinco veces al día, es ayunar en el mes de Ramadán, es pagar el zakat (la caridad), es peregrinar a La Meca al menos una vez en la vida. El Profeta responde que la fe es creer que sólo existe un Dios Unico, es creer en los ángeles, en las revelaciones divinas, en los mensajeros enviados de Dios, en el día del juicio final, en el decreto divino. El Profeta responde que la virtud o excelencia es adorar a Dios como si uno lo estuviera viendo, porque aunque no podamos ver a Dios, Dios sí nos ve.
Así se nos muestran esos tres elementos fundamentales del islam: los actos de adoración a Dios, la fe absoluta en Dios y la excelencia de carácter. Esto es saber qué hacer, por qué y cómo: las preguntas esenciales de la vida terrenal. Aquí está la respuesta.
“De Dios son el oriente y el occidente. A donde quiera que volváis, está la faz de Dios. Ciertamente, Dios es Vasto, Conocedor” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:115).
Y Dios nos da el Qur’an, Su última revelación a la humanidad, transmitida al último enviado suyo, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, a través del Angel Gariel. El Noble Qur’an es la guía, la luz y la palabra del Dios Unico, el Creador de todo cuanto existe.
“No hemos hecho descender este Qur’an sobre ti para abatirte, sino como un recuerdo para quien tiene temor” (sura Taha, 20:2-3).
El Qur’an es recitación viva. El creyente lo lee, lo estudia, lo recita, lo vive. Y sus actos, su fe y su carácter se elevan y quedan sellados por la consciencia, el temor, la humildad y la gentileza, signos del verdadero siervo de Allah, glorificado y elevado sea El. Así el musulmán habla sobre el islam, así el musulmán comparte su fe y toca corazones, así el musulmán contribuye al bien común de la sociedad.
“El os ha dado de todo lo que habéis pedido. Si tratáis de enumerar las bendiciones de Dios, no podríais enumerarlas” (sura Ibrahím, 14:34).
“LA SUPLICA DEL PERDON”
César Domínguez
Assalamu alaikum, bismilláhi al-rahmáni al-rahím.
En el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo.
La alabanza es para Dios. Le alabamos, le imploramos, le pedimos perdón. Nos refugiamos en Dios del mal que habita en nosotros mismos y de nuestras malas acciones. Declaro que no existe divinidad excepto Dios, sólo El y nadie más, y declaro que Muhammad es el Mensajero de Dios. Las bendiciones y los saludos de paz son para nuestro líder Muhammad, su familia, sus compañeros y seguidores. La alabanza es para Dios, Señor de los mundos.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, afirmó: “Durante el último tercio de la noche, nuestro Señor, el Bendito, el Elevado, desciende cada noche al cielo terrenal y pregunta, ‘¿Hay alguien invocándome, para que Yo responda a su invocación? ¿Hay alguien pidiendo algo, para que Yo se lo conceda? ¿Hay alguien pidiendo Mi perdón, para que Yo le perdone?’”
Istighfár es la acción de pedir perdón. En un contexto religioso, es el acto de imploración a Dios, el ruego o la plegaria por Su perdón. El beneficio del istighfár es múltiple. Implorar el perdón divino previene, en sí mismo, el mal. Cuando el siervo ferviente de Allah glorificado y elevado sea El, se encuentra en estado de istighfár, ningún mal le llegará. Entonces, este acto es un medio para evitar el mal, el daño. Y, también, claro está, es un medio para aliviar el mal. El reconocimiento de las debilidades propias, de los errores cometidos, es requisito para la purificación y el fortalecimiento del carácter. El Profeta Muhammad Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo que, a quien frecuentemente busca el perdón divino, Dios le aliviará las penas, la ansiedad y le concederá lo que pide. Además, el Profeta dijo: “Por Allah, yo pido perdón a Allah y me vuelvo a El en arrepentimiento, más de setenta veces al día”.
Sabemos que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, hacía súplica a Dios de muchas formas. El Profeta dijo que la mejor forma de plegaria, de pedir el pedir de Dios, es por medio de la siguiente invocación, llamada la “maestra de las plegarias” (sayid al-istighfár, en la lengua árabe). El Profeta dijo que si alguien realiza esta plegaria por la mañana y muere, será de la gente del paraíso. Y, de la misma forma, si recita esta plegaria por la noche y muere, será de la gente del paraíso.
“Oh Allah, Tú eres mi Señor. No hay más divinidad que Tú. Tú me has creado y yo soy tu siervo. Estoy con tu pacto y tu promesa, así me esfuerzo. Me refugio en Ti del mal que cometo. Reconozco frente a Ti tu bendición y reconozco frente a Ti mi pecado. Perdóname. Nadie perdona las faltas excepto Tú”.
“SOBRE LA UNICIDAD DE DIOS”
A continuación, presentamos algunos pasajes del tratado El Credo de la Unicidad de Sheikh Abu al-Barakat al-Dardir, notable jurista egipcio del siglo XVIII.
“Es obligatorio para el creyente conocer los atributos necesarios de Dios, de Sus profetas y de los ángeles. Veinte son los atributos necesarios de Dios, elevado sea El. Los seis primeros son: La Existencia, la Intempolaridad, la Inmortalidad, la Diferencia, la Autosuficiencia, la Unicidad. Además están: la Vida, el Conocimiento, la Voluntad, el Poder, la Audición, la Visión, la Palabra. El es el Viviente, el Conocedor, el Voluntarioso, el Poderoso, el Oyente, el Vidente, el Parlante”.
“El, glorificado y elevado sea, es el Necesariamente Existente, Trascendente, Eterno. El es esencialmente diferente de todo lo que hay en Su creación, Disímil, sin cuerpo ni materia, fuera de tiempo y lugar. El es Autosuficiente, Unico en Su esencia, Sus atributos y sus acciones. El es el Viviente, el Conocedor de todo lo que fue, lo que será y lo que nunca será. Su voluntad se manifiesta en todo lo que ocurre en la creación y lo que no ocurre. El es quien permite o anula todo lo posible. El todo lo oye, todo lo ve, Su Palabra es eterna, más allá de sonidos y letras. Y todo lo hace por Sí solo. El no tiene igual”.
“Es necesario creer que los Profetas, enviados de Dios, son infalibles. No difieren de los mandatos de Dios ni Sus prohibiciones. Y así sucede con los ángeles. Es deber de los Mensajeros transmitir el Mensaje de Dios y Sus leyes, y lo relativo al Ultimo Día y la Rendición de Cuentas, el castigo, el camino, la balanza, el Paraíso y el fuego, el trono, las revelaciones divinas, las historias de los mensajeros y su lucha con la gente”.
“Y es deber creer en los hijos del Paraíso, las compañías puras del Paraíso, en los grandes maestros, en el viaje nocturno y el ascenso del Profeta, y creer que los mártires viven, creer en la intercesión de nuestro Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, creer en los signos de la Hora Final, en el valor del arrepentimiento de nuestros pecados y en la aceptación del Decreto y el Destino”.
“CONOCIMIENTO Y PURIFICACION”
César Domínguez
Y nos encontramos, de nuevo, recordando grandes enseñanzas del Profeta del Islam, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “La purificación es la mitad de la fe y la alabanza a Allah (alhamdulillah) completa la balanza. La gloria a Allah (subhanallah) y la alabanza a Allah (alhamdulillah) llenan lo hay entre los cielos y la tierra. La oración es luz. La caridad es prueba de fe de quien la da. En la paciencia los asuntos se ven más claros. El Qur’an será una prueba a favor o en contra. Cada uno comienza el día como vendedor de sí mismo, condenándose o liberándose”.
El Profeta nos habla aquí de los dos aspectos fundamentales de la vida del creyente: la purificación del corazón y la alabanza constante al Creador de todo cuanto existe. En pocas palabras, el Profeta nos muestra la forma más eficaz de purificar el corazón: a través de la caridad y las buenas obras, a través de la paciencia con los asuntos del diario vivir, a través de la alabanza constante a Dios (diciendo alhamdulillah y subhannallah). ¡Gloria a Dios por encima de todo!, ¡alabado sea Dios!, ante lo bueno y lo hermoso, ante lo difícil y lo adverso. Todo puede, y debe, transformarme en una alabanza al Ser Supremo.
También el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, nos habla de la importancia vital de nuestra relación activa con el Qur’an, la revelación divina. Bendito es el tiempo que dedicamos todos los días para leer, recitar y estudiar el Qur’an. Es ése el tiempo en que nos apartamos de las cosas mundanas y nos dedicamos a la cultivación del espíritu. Es el tiempo predilecto del verdadero creyente.
Así comienza la sura de los Creyentes en el Qur’an: “Verdaderamente, la felicidad será de los creyentes, los que hacen su oración con humildad, los que se apartan de la frivolidad, los purificados” (sura al-Mu’minún, los Creyentes, 23:1).
Sí, humilde es aquel que se postra en alabanza ante el poder supremo, el decreto supremo, la sabiduría suprema, la misericordia y el amor supremos de Allah, glorificado y elevado sea El. Humilde es aquel que no habla de sí mismo, sino que prefiere escuchar y aprender. Humilde es aquel vive para servir, y sirve en silencio sin esperar más retribución que la que Dios le dispense. Humilde es aquel que reconoce sus capacidades como un don y una gracia de Dios y, por lo tanto, no hace alarde de ellas.
Como dijo el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “Oh, Allah, hazme de los que agradecen, hazme paciente y perseverante”.
“EL PROFETA DE LA MISERICORDIA”
César Domínguez
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, el Profeta del Islam, fue conocido también como el Profeta de la Misericoria. De él, Allah, glorificado y elevado sea El, dijo en el Qur’an:
“No te envíamos sino como una misericordia para los mundos” (sura al-Anbiiá’, Los Profetas, 21:107).
Para la primera comunidad de musulmanes, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, fue líder espiritual, gobernante, colaborador y amigo personal. El Profeta Muhammad enunció las normas del islam e interpretó la ley de Dios; dirigió los destinos de su pueblo en tiempos de paz y en tiempos de guerra; tomó importantes decisiones políticas y firmó acuerdos de paz con otras comunidades; brindó consejos para todo asunto cotidiano; fue hombre de familia y amigo fiel.
Por su proximidad al Mensajero de Dios, los Compañeros del Profeta fueron llamados por el Qur’an “la mejor comunidad humana que jamás se haya suscitado” (sura al-Imrán, 3:110). El Profeta de la Misericordia dijo en una ocasión: “Las personas que tienen misericordia con otros recibirán misericordia del Todo Misericordioso. Sed misericordiosos con aquellos en la tierra y Quien está en el cielo será misericordioso con vosotros”.
El carácter del Profeta era el Qur’an. Y de él, dijo el Noble Qur’an:
“En verdad, Dios y los ángeles bendicen al Profeta. Oh, vosotros que creéis, bendecidle y someteos completamente” (sura al-Ahzaab, la Coalición, 33:56)
Con sus enseñanzas y ejemplo, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, cambió el curso de la historia de la humanidad y, por voluntad de Dios, elevó la condición y el espíritu de la raza humana. El Profeta nos enseñó una forma de vida basada en la adoración al Dios Unico, Eterno. Y así nos enseñó a elevar nuestras súplicas al Creador de todo cuanto existe:
“Sé consciente de Allah y El te protegerá. Sé consciente de Allah y lo encontrarás frente a ti. Si pides algo, pídele a Allah. Si buscas ayuda, búscala de Allah. Sabe que si el mundo se uniera para beneficiarte en algo, no te beneficiaría si no lo hubiera decretado Allah. Y si el mundo se uniera para hacerte daño, no lo lograría si no hubiera decretado Allah”.
Verdaderamente, paz y bendiciones para el Profeta del Islam, el Profeta de la Misericordia, nuestro Profeta, que Dios le bendiga y le salve.
“PACIENCIA Y PERSEVERANCIA”
César Domínguez
Allah, glorificado y elevado sea El, nos dice en el Qur’an:
“Quienes son pacientes en la adversidad y hacen el bien, esos obtendrán perdón y una magnífica recompensa” (Sura de Hud, 11:11).
Toda meta en la vida del ser humano requiere trabajo previo, paciencia y perseverancia. Todo lo que verdaderamente vale la pena no se consigue sin la realización de un esfuerzo concertado por conseguirlo y la paciencia necesaria para saber esperar y ser constante en el esfuerzo por llegar a la meta esperada. Toda buena acción que realizamos nos acerca más al ideal del ser humano que somete completamente su vida a la voluntad de Dios y a Su adoración. Por esta razón, toda buena acción es una meta en sí misma: el premio a una buena acción es la capacidad de realizarla, puesto que toda buena acción es un acto de adoración al Más Misericordioso.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, en una ocasión dijo: “Un creyente que se relaciona con la gente y es paciente con su tormento es de mayor beneficio que aquel que no se relaciona con la gente y no es paciente con su tormento”. La paciencia es una virtud que se cultiva con perseverancia. El Noble Qur’an constantemente nos llama a reconocer los signos de la grandeza de Dios en toda la creación. Sólo aquel que es paciente y perseverante ha desarrollado esa sensibilidad para ver más allá de lo aparente, para descubrir la belleza escondida que guarda grandes tesoros, para establecer un punto de conexión y convergencia con el resto de la humanidad.
Conocer la Palabra de Allah, el sagrado Qur’an, requiere esfuerzo, paciencia y perseverancia. Uno de sus más grandes tesoros es la luz que nos guiará por el camino establecido, el camino que lleva a Dios. Es la luz del conocimiento y la sensibilidad, valores cultivados a través de la paciencia y la constancia, valores indispensables en la vida del verdadero creyente.
“Quienes son perseverantes, anhelando el rostro de su Señor, practican la oración prescrita, hacen caridad con parte de lo que le hemos provisto, tanto en privado como en público, y, si son maltratados responden con una buena actitud, esos obtendrán como recompensa una hermosa morada y entrarán en los jardines del edén junto a los piadosos, sus padres, parejas y descendientes. Luego, los ángeles llegarán ante ellos por todas partes y les dirán, la paz sea con vosotros por haber sido perseverantes. ¡Qué hermosa la recompensa de la morada eterna! (sura al-Ra’d, el Trueno, 3:22-23).
“RAZONES PARA GLORIFICAR A DIOS”
César Domínguez
La sura del Altísimo en el Qur’an comienza con la siguiente exhortación “Glorifica el nombre de tu Señor, el Altísimo” (87:1). ¿Por qué glorificamos los musulmanes a Dios? Naturalmente, existen infinitas razones, ya que la glorificación a Dios no es únicamente a través de la palabra, sino también de la acción. A continuación, vamos a recordar algunas razones para glorificar el nombre de Dios, glorificado y elevado sea El.
- Glorificamos a Dios porque es nuestro creador, es quien nos dio la vida.
- Glorificamos a Dios porque no ha dado este mundo, su creación, en el cual vivir.
- Glorificamos a Dios porque no ha dado el don del libre albedrío, para vivir en libertad y cumplir nuestra misión y nuestros propósitos.
- Glorificamos a Dios porque nos ha dotado de intelecto para razonar y comprender al resto de su creación.
- Glorificamos a Dios porque continuamente nos prepara para ser útiles y servir al resto de su creación.
- Glorificamos a Dios porque nos ha enviado a sus profetas y mensajeros para instruirnos, para recordarnos el mensaje de la palabra de Dios, para advertirnos cuando nos apartamos del camino del bien. A través de sus mensajeros, Dios nos ha enseñado la oración, nos ha enseñado a pedir por su misericordia y su guía, a rogar perdón por nuestras faltar. Cada día, en nuestras oraciones, decimos: “Sólo a Ti alabamos, sólo a Ti imploramos” (“iiaka na’budu was iiaka nasta’iin” – 1:5).
- Glorificamos a Dios porque, en su infinita misericordia, nos ha dado el día y la noche: “Hemos hecho de vuestro sueño reposo y hemos hecho de la noche un manto y hemos hecho del día un medio de vida” (78:9-11). Dios nos ha dado el día para el trabajo, el estudio, el cumplimiento de nuestra misión y nos ha concedido la noche para el descanso, la reflexión, para el recuerdo de Dios. Sabemos de las bendiciones especiales que confieren las oraciones voluntarias nocturnas, como la oración de tahhajud. La noche es un manto que nos cubre y nos da consuelo. La mejor compañía nocturna del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, era el Qur’an. En los primeros años de su misión, el Profeta recibió la orden de Dios de orar por las noches, actividad que mantuvo por el resto de su vida y que significó para él una fuente de seguridad y fortaleza, de agradecimiento a Dios por todas las bendiciones recibidas.
- Gorificamos a Dios porque nos ha brindado acompañantes a lo largo de nuestro camino en la vida. Nunca estamos verdaderamente solos. No únicamente Dios nos acompaña; también otros seres humanos, hombres y mujeres, que nos escuchan, que nos ayudan en momentos de dificultad, que nos dan alegría y a quienes podemos servir y amar. Un verdadero creyente jamás sufrirá de soledad.
La sura del Cálamo, o la Pluma, es una de las primeras suras reveladas del Qur’an. El pasaje anterior, en su verso no. treinta y cinco, contiene la primera vez en la historia de la revelación coránica que el término ‘musulmanes’ (muslimún, plural de muslim) es empleado. La traducción correcta de la palabra árabe muslim es ‘sometido’ o ‘compromete’, es decir, aquel que se somete o se compromete a algo o a alguien; dicho sustantivo proviene del verbo áslama, que significa ‘someterse, comprometerse, abandonarse a’. En su sentido teológico, significa someterse a la voluntad divina (el musulmán, entonces, es todo aquel que somete su vida a Dios). Así es como el término es utilizado en el Qur’an.
En uno de los últimos pasajes revelados del Qur’an, Allah, glorificado y elevado sea El, afirma: “Hoy he perfeccionado para vosotros vuestro credo [din] y He completado Mi gracia sobre vosotros. Y he dispuesto al islam como religión [din]” (Sura al-Maa’ida, el Agape, 5:3). Así es la traducción literal del texto en árabe. La palabra árabe din significa credo, creencia, adoración o religión; pero no exactamente ‘religión’ en el sentido en que lo entendemos hoy en día: “el conjunto de creencias o dogmas de fe, de normas de comportamiento y de ceremonias de oración o sacrificio que son propias de un determinado grupo humano y con las que el ser humano reconoce una relación con la divinidad”.
En su excelente tafsir o explicación del Qur’an, Muhammad Asad dice al respecto del uso coránico de las palabras muslim (o su plural muslimún) e islam: “Debe entenderse que el uso ‘institucionalizado’ de estos términos, es decir, su aplicación exclusiva a los seguidores del Profeta Muhammad, representa una evolución claramente post-coránica”.
Por esta razón, Asad y otros grandes comentaristas y traductores son cautos al utilizar las palabras ‘islam’ y ‘musulmán’ en sus trabajos sobre el Qur’an.Así es como se entienden claramente estos dos pasajes del Qur’an, de los más conocidos:“Decid, creemos en Dios, en lo que se ha hecho descender sobre nosotros y en lo que descendió sobre Abraham, Ismael, Isaac, Jaboc y las tribus y en lo que fue entregado a Moisés y a Jesús y en lo que fue entregado a los profetas por su Señor. No hacemos distinciones entre ninguno de ellos. Y ante El, somos musulmanes” [muslimún en el texto original: es decir, “ante El estamos sometidos”] (Sura al-Baqara, la Vaca, 2:136)“No fue Abraham judío ni cristiano, fue un verdadero musulmán [‘hanif muslim’, es decir, alguien verdaderamente sometido a Dios]. No fue de los idólatras” (Sura al-‘Imraan, 3:67). Cabe recordar que, por supuesto, en tiempos del Profeta Abraham, los términos ‘judío’ o ‘cristiano’ no existían.
“LA PALABRA QUE COMPLACE A DIOS”
César Domínguez
Assalamu alaikum, bismilláhi al-rahmáni al-rahím.
En el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo.
Allah, el Altísimo, el Todopoderoso, nos dice en el Qur’an:
“Acaso no ves como Dios compara la buena palabra con un árbol bueno cuya raíz es firme y cuyas ramas están en el cielo” (Sura de Ibrahim, no. 14:24).
La buena palabra es un signo inconfundible del verdadero creyente. Aquel que es amable, comprensivo y paciente con los demás, siempre hablará con gentileza y suavidad. Es deber del musulmán hacer a un lado la mala palabra, es decir, la palabra que confunde, ofende y denigra a los demás. Esto lo sabemos y nos esforzamos día a día por cumplir con este deber, en todo momento y con toda persona. Sin embargo, el ser humano es débil y habrá ocasiones en que olvidaremos este mandato y nuestra lengua se convertirá en una espada que hiere, o diremos palabras carentes de razón que confunden al que nos escucha. Y quizás es más difícil para el ser humano reconocer las palabras que confunden que las palabras que hieren. El creyente sabe cuando ofende a alguien con sus palabras, pero no siempre tiene la lucidez para reconocer aquellas palabras suyas que, en vez de informar, causan confusión y duda. Lo más peligroso es no imaginar el castigo que puede venir a causa de esa palabra ofensiva, o las consecuencias negativas de esa palabra confusa. Por eso, el ser humano debe reflexionar sobre lo que dice y lo que conllevan sus palabras.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Ciertamente, el siervo de Allah habla y no comprende el sentido de sus palabras y con esas palabras puede caer al fuego del infierno”. En la interpretación de este hadiz, los sabios comentan que el Profeta se refiere al siervo que no comprende el peligro de sus palabras y el castigo que puede venir por ellas y, así, habla con un profundo desconocimiento.
La misericordia de Allah, glorificado y elevado sea El, es grande. En otro relato, dijo el Profeta: “Ciertamente, el siervo habla con palabras que complacen a Allah, y aún cuando las diga sin entender su sentido, Dios lo elevará en grado”.
Hay palabras que complacen a Dios aún cuando quien las pronuncia no conoce su sentido o significado. Por ejemplo, en nuestras oraciones. ¿Cuántas veces nuestra mente se distrae durante la oración, y recitamos la Palabra de Dios o pronunciamos nuestras súplicas de forma automática, mientras estamos pensando en otra cosa?
Reflexionemos al respecto. ¿Cuál es el estado de nuestros corazones cuando escuchamos lo que Allah, glorificado y elevado sea El, nos dice en el Qur’an?:
“Hemos creado al ser humano y conocemos sus debilidades. Estamos más cerca de él que su propia vena yugular. Dos ángeles escriben todas sus obras, sentados uno a su derecha y el otro a su izquierda. Y no pronuncia palabra alguna sin que a su lado esté presente un ángel observador que la registre” (50:16-18).
Así aprendemos que si el siervo de Dios cultiva la buena palabra y Dios se complace de él, Dios lo elevará en grado en el paraíso. Por lo mismo, si el ser humano aspira a ser de la gente del paraíso, debe conocer el sentido y el alcance de sus palabras.
Dijo el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “Quien cree en Allah y en el Más Allá, que no perjudique a su vecino, quien cree en Allah y en Más Allá, que sea generoso con su invitado, y quien cree en Allah y en Más Allá, que hable del bien o, si no, que guarde silencio.”
Tengamos presentes estas sabias palabras del Profeta del Islam. El tiempo pasa, las experiencias vividas quedan … y aprendemos y corregimos y olvidamos … y, a veces, seguimos en el mismo estado de desconocimiento: sin consciencia de nuestras faltas, sin verdadero arrepentimiento por todo aquello que pronuncian nuestras lenguas, y seguimos desconcentrándonos y seguimos sin comprender lo que verdaderamente ocurre a nuestro alrededor y, por lo tanto, sin comprender lo que decimos. Por esto es tan importante vivir, sentir, conocer, explorar el mundo a nuestro alrededor. Gran parte de lo que hacemos, de lo que decimos, es en reacción a lo que existe a nuestro alrededor. Y cada palabra nuestra, cada acción, queda registrada en nuestro libro.
Dijo el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “No abunden en palabras, excepto en el recuerdo de Allah”.
Ciertamente la persona que abunda en sus palabras, que habla mucho y de más, es infeliz. Y sólo son infelices aquellos que están más lejos de Dios. Quien abunda en sus palabras, normalmente abunda en sus errores.
Si no hablamos del recuerdo de Allah, hablemos entonces de aquello que complace a Allah, glorificado y elevado sea El. Busquemos la compañía, la guía, de aquellos que recuerdan a Allah. Y aprendamos a compartir la buena palabra.
Todo aquel que aspira a servir, a guiar, a instruir, debe prepararse constantemente para que su palabra tenga esa claridad libre de confusión y duda.
Todo musulmán debe cultivar el don de la palabra, de la buena palabra, para comunicar la belleza de nuestra fe. Si nuestra palabra es buena, será firme, como dice el verso del Qur’an, firme en conocimiento y verdad. El poseedor de la buena palabra – que es como un árbol que crece hacia el cielo – siempre encontrará la bondad en los corazones de quienes le escuchan.
“EL TRABAJO PRESENTE”
César Domínguez
Assalamu alaikum, bismilláhi al-rahmáni al-rahím.
En el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo.
EL Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo:
“El hombre inteligente es aquel que recapacita y se esfuerza en hacer lo que le beneficiará antes de que le alcance la muerte, mientras que el desdichado es aquel que sigue sus deseos y sus pasiones y se complace con la autoindulgencia”.
Abu Huraira, que Dios esté complacido con él, preguntó al Profeta en una ocasión: “¡Oh Mensajero de Allah! ¿Quién tiene el mejor grado entre toda la gente?” Respondió el Profeta: “El que más teme a Allah”.
Aquella persona que sigue sus deseos y sus pasiones, disfrazándolas como necesidades o simples gusto, es autoindulgente y no teme a Dios. Cierto es que el ser humano es débil e inquieto. Sin embargo, si recordáramos nuestra declaración de fe, “La iláha íl-la Allah”, “No existe divinidad excepto Dios” antes de caer presa de esos deseos o pasiones, entonces encontraríamos la fuerza para resistir. Esa declaración de fe es nuestro sello de protección ante las tentaciones. Es nuestro reconocimiento de que lo más importante en nuestras vidas es Dios, que guardamos temor de Dios y que sólo El es nuestra protección y sustento.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, solía pedir: “Oh Allah, te pido la guía recta, el temor de Ti, la honestidad y la independencia”.
Esta súplica del Profeta destaca la importancia de la honestidad, la verdad y la libertad de valerse por sí mismo, de no ser una carga, motivo de dolor o influencia negativa para los demás.
Allah, glorificado y elevado sea El, dice en el Noble Qur’an:
“Buscad ayuda en la paciencia y la oración. Esto es ciertamente difícil, excepto para los humildes de espíritu, que saben con certeza que encontrarán a su Señor y que a El serán devueltos” (2:45-46).
La humildad ante Allah es uno de los valores más altos del creyente, signo inconfundible del musulmán. La humildad la lleva el musulmán en su nombre. Todos los días al postrarse ante Dios, el musulmán da muestra de su total fe ante el poder infinito del Creador. Dios es el Señor que todo lo ve y todo lo sabe. A través de la oración, reafirmamos nuestra fe y crecemos en carácter. Dios responde a toda petición sincera y, así, nuestras necesidades se ven cumplidas. Pero, ciertamente, el ser humano es limitado en su comprensión de la razón de las cosas y, a veces, no reconocemos las formas en que Dios nos cumple nuestras necesidades. ¿Cuántas veces anhelamos algo que, en realidad, ya tenemos? ¿Cuántas veces nos dejamos llevar por fantasías o nos obsesionamos con alcanzar la perfección? ¿Somos capaces de reconocer el valor esencial de las cosas o nos perdemos en superficialidades o banalidades del diario vivir?
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Vive en este mundo como si fueras un extraño o un viajero”. El ser afortunado no es aquel que acumula gran cantidad de posesiones, es aquel que menos necesita para vivir en paz. La vida en paz es otro signo inconfundible del musulmán: es cultivar esa paz interior inquebrantable ante los avatares de la vida, es la paz de confiar en los designios de Dios Todopoderoso.
Y, como leemos en el Qur’an, es a través de la paciencia y la oración como vamos a encontrar la ayuda que necesitamos, la fortaleza para hacer frente a todas la pruebas y retos de esta vida. El humilde de espíritu se postra ante su Señor y manifiesta su total dependencia en El. El Todo Misericordioso responde y, así, tenemos paz en nuestros corazones, así entendemos lo que verdaderamente necesitamos. La necesidad o dependencia por lo material disminuye y el espíritu se libera de una pesada carga. Así es como el creyente y verdadero siervo de Allah viaja por esta vida que, finalmente, es un solo momento comparado con la eternidad en la Otra Vida, nuestro destino, a donde seremos devueltos con nuestro Señor, el Altísimo.
Allah, glorificado y elevado sea El, nos dice en el Qur’an: “Vuestro Señor os anunció: “Si sois agradecidos, os daré más” (sura Ibrahim, 14:7)
La acción de agradecer a Dios el Todopoderoso por las bendiciones que recibimos en nuestra vida diaria está al centro de la intención del orante. Agradecer a Dios y, en consecuencia, agradecer a los demás seres humanos (parte excelsa de esa creación que nos rodea) son signos del verdadero creyente.
Otra virtud fundamental la encierra el acto de sentirse satisfecho con lo que Allah tiene a bien brindarnos para el diario vivir. Siempre encontraremos a alguien que tiene menos que nosotros y a alguien con más (ya sea que se trate de un bien material o un don espiritual). El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo en una ocasión: “En asuntos de este mundo, mira a quienes tienes menos que tú. En tu fe, mira a quienes son más grandes que tú”. Esta enseñanza del Profeta del Islam nos muestra el balance correcto: al ver con los ojos del alma a los que menos tienen, somos más conscientes de nuestra buena fortuna, aprendiendo a valorar lo que Dios nos ha otorgado y cultivando el compromiso por servir a los que menos tienen. Así uno aprende la humildad. Y sólo el humilde de corazón busca sin cuestionamientos al maestro, a los grandes en la fe, de quienes aprendemos a vivir como verdaderos siervos de Dios. La humildad es un regalo de Dios que se vive en el corazón y se muestra a través de la conducta. No es algo que se proclama con palabras ni se utiliza para llamar la atención.
El Qur’an afirma: “Y para aquel que pone su confianza en Dios, El le basta. Dios hará que el designio se cumpla, y ha establecido para cada cosa un término y una medida” (sura al-Talaaq, el Divorcio, 65:3).
Todo tiene una causa y una razón de ser. De El viene el sustento, de El viene la guía. Y todo asunto retorna a El, el Señor de todo cuanto existe.
“SALUDO DE PAZ”
César Domínguez
Assalamu alaikum, bismilláhi al-rahmáni al-rahím.
En el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo.
La alabanza es para Dios. Le alabamos, le imploramos, le pedimos perdón. Nos refugiamos en Dios del mal que habita en nosotros mismos y de nuestras malas acciones. Declaro que no existe divinidad excepto Dios, sólo El y nadie más, y declaro que Muhammad es el Mensajero de Dios. Las bendiciones y los saludos de paz son para nuestro líder Muhammad, su familia, sus compañeros y seguidores. La alabanza es para Dios, Señor de los mundos.
Se cuenta que en una ocasión, un hombre preguntó al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “¿Qué es lo mejor en el islam?” El Profeta respondió: “Alimentar a la gente y dar el saludo a todo mundo, aunque se trate de un desconocido”.
Como bien sabemos, el saludo de un musulmán es un saludo de paz. Entonces, la respuesta del Profeta es completa. El islam cubre todas las necesidades del ser humano, tanto las físicas como las espirituales. Entonces, el musulmán está comprometido con procurar el bien material y espiritual de su gente, de su pueblo. El musulmán, como dijo el Profeta, debe desear la paz de su prójimo por encima de todo y debe preocuparse por el alimento físico de los demás. El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: ‘La caridad no disminuye la riqueza’. Al contrario, la aumenta, porque la persona caritativa crece ante su Creador.
Paz y abundancia son signos del paraíso, de la otra vida. El Qur’an nos dice sobre los moradores del paraíso: “Su invocación allí será, gloria a Ti, Dios. Su saludo allí será, paz” (sura de Yunus, Jonás, 10:10). La paz y abundancia del paraíso se ganan con la paz y abundancia en la tierra; es decir, con procurar la paz y el sustento común.
Sí, el saludo de paz del musulmán es un saludo que compromete la palabra con la acción: paz para todos, paz por encima de todo.
“Los siervos del Más Misericordioso son aquellos que caminan por la tierra con modestia y que, cuando los ignorantes se dirigen a ellos, responden con paz. Y que recuerdan a su Señor hasta bien entrada la noche, postrados y de pie” (Sura al-Furqán, el Criterio, 25:63-64).
El saludo de paz debe ser natural y libre, cualidades singulares del corazón puro. El verdadero creyente no sabe poner condiciones para el saludo de paz y se guarda de responder a una agresión con otra agresión, a una bajeza con otra bajeza. Como dijo el gran novelista Naguib Mahfouz en una de sus grandes obras literarias: “Nunca utilices a la bajeza como pretexto para la bajeza”. Por esto es tan importante purificar el corazón de rencores, la lengua de insultos y malas palabras, las manos de golpes y ademanes severos, la vista de obscenidades e impurezas.
Parte vital de ese proceso de purificación es saber cómo reaccionar ante la dificultad, en tiempos de tormenta. Cuando todo es favorable, es más fácil ser amable, sonriente, educado, gentil. Cuando hay adversidad, nos sentimos presionados, inseguros, somos impacientes. Entonces, podemos caer; la bajeza se desata y hacemos y decimos lo que no deberíamos. El Profeta Muhammad solía pedir a Allah: “Concédeme la capacidad de hablar con la verdad en tiempos de paz y en tiempos de guerra”.
Imam Ali, el cuarto khalifa bien guiado, dijo: “La dificultad que te aleja de Allah es un tormento, la dificultad que te acerca a Allah es una prueba”.
¿Cómo enfrentamos una dificultad? ¿Es un tormento, una prueba? Puede ser muchas cosas: sí, un castigo; pero también, una lección, una advertencia, una preparación para tiempos más difíciles… y una bendición, un alivio, un regalo, una recompensa que nos hará valorar más los favores de Allah, glorificado y elevado sea El. Lo importante es cómo respondemos a la dificultad: con paciencia, con fe, sin lamentos excesivos, dejando de pensar en el por qué, si ese cuestionamiento no comienza con la autoreflexión. Siempre hay una razón para todo.
Allah, glorificado y elevado sea El, dice en el Noble Qur’an:
“Sé paciente, porque Dios no dejará que se pierda la recompensa de los que hacen el bien” (sura de Hud, 11:115)
“LA SURA DEL SOL”
César Domínguez
En el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo.
La alabanza es para Dios. Le alabamos, le imploramos, le pedimos perdón. Nos refugiamos en Dios del mal que habita en nosotros mismos y de nuestras malas acciones. Declaro que no existe divinidad excepto Dios, sólo El y nadie más, y declaro que Muhammad es el Mensajero de Dios. Las bendiciones y los saludos de paz son para nuestro líder Muhammad, su familia, sus compañeros y seguidores. La alabanza es para Dios, Señor de los mundos.
La sura del Sol en el Qur’an (sura al-Shams, no. 91) es una bella reflexión sobre majestuosidad de la creación de Dios (el universo y el ser humano), destacando contrastes y similitudes, tanto de naturaleza física como espiritual.
Los primeros siete versos nos dicen: “Por el sol y su resplandor. Por la luna cuando le sigue. Por el día cuando lo muestra brillante, Por la noche cuando lo vela. Por el cielo y quien lo ha edificado, por la tierra y quien la ha extendido. Por el alma y quien le ha dado forma armoniosa, instruyéndola sobre su propensión al pecado y su temor de Dios. ¡Bienaventurado quien la purifique! ¡Decepcionado quien la corrompa!
Estos versos nos hablan de una completa armonía y unidad presentes en la creación sublime de Dios. El sol y la luna, el día y la noche, el cielo y la tierra, son evidencias externas de la providencia de Dios, elementos contrastantes que, por la gracia de Dios, se complementan. En el corazón humano, la bondad y la maldad existen en contraste. Esa propensión al pecado es la debilidad de la naturaleza humana que fácilmente pierde el camino y se aleja de Dios. El temor de Dios, la consciencia del poder divino, es la fuerza del ser humano que lo hace consciente de su realidad, del temor a perder su camino, es la fuerza que lo hace regresar a su estado natural de armonía con Dios y su entorno.
Los siguientes cuatro versos de la Sura del Sol nos ofrecen una gran lección: “La gente de Thamud, en su arrogancia, desmintió. Cuando el más miserable de ellos se alzó. El enviado de Dios les dijo, dejad a la camella y que beba. Le desmintieron y la desjarretaron. Su Señor, entonces, les aniquiló a todos por igual, sin temer el efecto”.
La historia que relata este pasaje era bien conocida en Arabia y nos habla del potencial humano por imponer el mal. El pueblo de Thamud, oriundo de la Arabia central, en las cercanías de Siria, era una las tribus más poderosas, conocida por su arrogancia y altivez. La camella a que hace referencia el pasaje era un animal sin dueño. La orden de Dios, que el mensajero hizo llegar, va dirigida a los arrogantes y privilegiados que sólo permitían el acceso al agua y al pasto – dones de la naturaleza – a sus propios animales. La camella sin dueño no tenía quien la defendiera y se convierte, entonces, en un símbolo, una prueba de compasión para el pueblo de Thamud. Prestar atención a una criatura insignificante e indefensa sería una señal de cambio en ellos, una indicación de que aún albergaban temor de Dios en sus corazones. Desgraciadamente, esos arrogantes y altivos personajes no dieron importancia al pobre animal y lo destrozaron. Dios, en respuesta, los destrozó a ellos. Habían roto completamente la armonía divina que subyace en toda la creación y Dios hizo justicia.
Esta historia no presenta hechos aislados o únicos. Es una lección para todos nosotros, para esos momentos de nuestras vidas cuando somos arrogantes y severos y para esos momentos cuando nos sentimos indefensos y débiles. Sin embargo, por encima de todo, subyace la misericordia infinita de al-Rahmán, el Todo Misericordioso:
“Di, oh siervos míos que os habeís excedido en contra de vosotros mismos, no desesperéis de la misericordia de Dios. Es verdad que Dios perdona todas las faltas, pues El es Perdonador, el Compasivo” (sura al-Zumar, los Grupos, 39:53).
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, solía implorar: “Oh, Allah, haz Tu amor lo más amado para mí y haz el temor a Ti lo más temido para mí. Y aleja de mí las necesidades de este mundo con el anhelo de tu encuentro. Y Tú, que alegras los ojos de la gente de la tierra con sus posesiones terrenales, alegra mis ojos con Tu adoración”.
LA GRAN VIRTUD DE LA INDULGENCIA
César Domínguez
Allah, glorificado y elevado sea el, nos dice en el Qur’an:
“Adopta la indulgencia como conducta, ordena lo reconocido y apártate de los ignorantes” (sura al-‘Araaf, el Discernimiento, 7:199). Este verso del Qur’an nos invita a una gran reflexión para comprender la profundidad de su significado. En primer término, nos llama a ser indulgentes. El significado primario de la palabra indulgencia es, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la facilidad en perdonar o disimular las culpas o en conceder gracias. La indulgencia es, entonces, una forma de compasión. Cuán difícil es, en verdad, perdonar o disimular las culpas de los demás. Es común la tendencia humana a señalar o condenar las culpas o faltas de los demás. Cuántas veces hemos querido ayudar una persona dándole un consejo o una lección que le servirá para corregir alguna falta. En nuestras súplicas, pedimos a Dios que nos conceda la guía para poder ser guía de los demás. Sí, ofrecer un consejo, una lección que ayude a otra persona a enfrentar la realidad de una situación, es una noble acción… pero siempre debemos tener presente que el verdadero maestro o maestra enseña con misericordia, con gentileza, con una buena palabra o, también, con un silencio revelador. Nada de valor se aprende a la fuerza, o con palabras hostiles. El mal que comete la persona que señala y condena a otro por sus errores, puede ser más grave que el error mismo que se quiere corregir. Detrás de la noble intención de ofrecer un consejo, puede haber arrogancia, desdén y burla, más que una sincera preocupación por el bien de los demás. Y eso es una falta muy grave. Por esta razón, qué tan importante es la indulgencia, como nos dice Allah, glorificado y elevado sea El, en el Qur’an. Por eso, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, nos aconsejó cubrir las faltas de los demás para que Dios nos cubra las nuestras.
Cuando leemos pasajes en el Qur´an sobre la majestuosidad y belleza de la creación de Dios, sobre los signos de Dios que se encuentran presentes en toda la naturaleza, debemos recordar que esta naturaleza comprende, por supuesto, al ser humano. Todo ser humano es un signo de Dios y, por lo tanto, merecedor de compasión y respeto. Sucede, claro, que el ser humano es débil y olvidadizo y, con frecuencia, pierde el camino y se extravía; es presa fácil del mal y, como tal, capaz de ocasionar daño y sufrimiento a los demás. Sin embargo, el verdadero creyente es un ser comprensivo, y siempre busca ese signo de Dios en el prójimo, ese “lado bueno” de los demás que, por más escondido que esté, es una esperanza que merece ser rescatada. Todo ser humano necesita de guía y consejo. Siempre recordemos que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, definió su misión en esta vida como una labor de servicio: el siervo ejemplar de Dios cumple su misión sirviendo a los demás. Perdonar las faltas de los demás es un signo de compasión y fe: fe en que el bien siempre se impone al mal. Cuando uno perdona a alguien le está dando la oportunidad de corregir y retornar al camino del bien, el camino que conduce al Creador de todo cuanto existe.
“Ordena lo reconocido” (es decir, las enseñanzas del Qur´an y de la vida del Profeta del Islam) significa promover el bien, lo cual se logra principalmente a través de las buenas acciones que sirven de ejemplo y guía.
Finalmente, el verso nos llama a apartarnos de los ignorantes, es decir, a rechazar la ignorancia. Los ignorantes son aquellos que niegan a Dios en Su infinita existencia y en Su infinito poder y misericordia. El Qur’an ordena adquirir conocimiento para combatir la ignorancia, no sólo la ignorancia de saber que Dios es Uno solo, sino la ignorancia de no entender Su palabra y Sus signos, de no entender la ley divina y la historia de su interpretación humana. Entonces, el verso no llama simplemente a alejarnos de aquellos que no son creyentes, sino, principalmente, a combatir la ignorancia en nosotros mismos y comprometernos a la adquisición del conocimiento de la palabra de Dios, glorificado sea El.
“Y quien sea reverente con los signos de Dios, ello es parte del temor de los corazones” (sura al-Hajj, la Peregrinación, 22:32).
“LA RESPUESTA DE LA FE”
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Oh, Allah, guíame junto a quienes Tú has guiado. Perdóname junto a quienes Tú has perdonado. Vuélvete hacia mí junto a quienes Tú te vuelves. Bendíceme con aquello que sólo Tú puedes dar y sálvame del mal de aquello que has decretado. Ciertamente, Tú eres Quien decreta lo que es y nadie ejerce influencia sobre Ti. Aquel con quien Tú estás nunca será humillado y a quien Tú tomas por enemigo nunca será honrado. Bendito y exaltado seas, Señor nuestro. No hay quien aleja las dificultades excepto Tú”.
Con estas palabras, el suplicante afirma su anhelo de estar siempre en buena compañía, junto a quienes son bendecidos con la guía, el perdón, el cuidado y la protección de Allah, glorificado y elevado sea El. Todos dependemos de nuestro Creador y nuestro deseo constante es recibir Su infinita misericordia. Dios nos brinda toda la ayuda que necesitamos, aún en tiempos de carencia o dificultad. Creer en esto es signo de fe.
Este signo o manifestación de fe es vital en situaciones críticas de la vida, como cuando sentimos encontrarnos en un ‘callejón sin salida’, cuando nos lamentamos profundamente de nuestra situación y no sabemos cómo salir del problema. Y sentimos que hemos tratado de muchas maneras y nada resulta, o deseamos haber hecho algo de diferente forma, o nos arrepentimos de haber tomado tal decisión; pero creemos que ya es demasiado tarde para dar marcha atrás y ‘regresar el tiempo’.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “El creyente que es fuerte es más amado por Allah que el creyente que es débil, aunque ambos son buenos. Pon todo tu esfuerzo en aquello que te beneficia y no te sientas indefenso. Si algo te angustia en extremo, di: es decreto de Allah. El decide lo que debe ser. Y cuídate de la palabra ‘si’. Esta palabra abre la puerta al mal”.
Aquí, el Profeta del Islam habla de la fortaleza de carácter del verdadero creyente, de esa fuerza, voluntad y consciencia que definen al siervo de Allah que trabaja y se esfuerza en el camino del bien y es paciente ante las adversidades de la vida. Es aquel que da todo su esfuerzo y no desespera cuando el resultado no es el esperado o no llega la recompensa que se deseaba. Es aquel que sabe que todo sucede por decreto de Dios y El es quien mejor decide las cosas. Es aquel que dice, ‘que sea la voluntad de Dios’, no como resignación, sino como muestra sincera de fe, de aceptación del decreto divino. Ciertamente, Dios sabe el por qué de las cosas.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, nos advierte de evitar el cuestionamiento inútil del ‘si’ condicional, es decir, el ‘si hubiera’, ‘si hubiera hecho las cosas de diferente forma o hubiera tomado otra decisión’. Con este lamento, la persona se debilita terriblemente y se llena de remordimientos y ansiedad, de sentimientos negativos. Y, así, oscurece la sabiduría de la gran lección que Dios le está ofreciendo. La lección del Profeta indica que, después de nuestra buena intención, nuestra preparación diligente y nuestro esfuerzo decidido, finalmente todo queda en manos en Dios. Y El, en Su infinita misericordia y sabiduría, sabe cómo y cuándo premiarnos por nuestras buenas acciones y nuestro trabajo. Dios nos premia de tantas formas que a veces no nos damos cuenta. Y, en ocasiones, nos reserva una recompensa pasajera o terrenal para brindarnos, después, la gran recompensa de la vida eterna.
Allah, glorificado y elevado sea El, dice en el Noble Qur’an:
“A quien desea esta vida pasajera, le concedemos lo que queremos a quien queremos, pero al final le destinaremos al infierno y habrá de sufrir humillado y repudiado. Y quienes desean la otra vida, se esfuerzan debidamente y son creyentes, ellos verán recompensado su esfuerzo. A todos se les concederá de los favores de tu Señor. Sus favores no están limitados. Observa cómo favorecemos a unos sobre otros, pero en la otra vida la distinción será mayor y el favor será mayor” (Sura al-Israa’, el Viaje Nocturno, 17: 18-21).
“EL ESPACIO ESENCIAL DEL ISLAM”
César Domínguez
“Señor mío, realmente, de lo que me hagas llegar de bien, estoy necesitado” (sura al-Qasas, el Relato, 28:24).
El espacio esencial del islam es aquel lugar que conscientemente se hace en la vida diaria para la práctica devocional de la fe y para la adquisición de conocimiento: cuando hago mía la riqueza excelsa de la fe del islam, la verdad del islam, el mundo de la ummah del islam, cuando encuentro mi sitio en esa historia y tradición extraordinarias del islam, cuando leo o recito el Libro de Allah, el Qur’an, y digo “aquí estoy yo, éste soy yo, estas palabras me hablan a mí”. Aún cuando recite en otro idioma que no es el mío propio, por medio de mi fe, de mi anhelo, de mi búsqueda de la verdad suprema, de la razón de todo, de la salvación, esas palabras que cuesta pronunciar, las hago mías y, así, me uno a esa tradición, a esa historia. Soy parte de ella. Ahí es donde comienza la verdadera elevación del espíritu, el crecimiento: no tanto el cambio, sino el crecimiento, la depuración.
La constancia en la adoración a Dios, Creador de todo cuanto existe y el estudio nos llevarán, sin duda, al verdadero crecimiento o transformación. ¿Quién no quiere crecer, ser mejor? … ¿quién no quiere alcanzar la excelencia de carácter, el ihsan (uno de los fundamentos de la creencia del islam, que son la sumisión, la fe y la excelencia). El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Yo garantizo una morada en lo alto del paraíso para quien alcanza la excelencia en su carácter”? Es decir, hacer todo con consciencia porque sabemos que, en todo momento y en todo lugar, Dios nos ve. Esta es la verdad suprema. Es el esfuerzo por hacer todo de forma excelente.
Para alcanzar la excelencia, hay que realizar actos extraordinarios. En la fe del islam, esos actos extraordinarios son la declaración de la fe, la oración, el ayuno, la caridad, y la peregrinación, el viaje a la casa de Allah, glorificado y elevado sea El. Para alcanzar la excelencia, hay que convertir los actos extraordinarios en actos cotidianos; es decir, que la búsqueda de la excelencia, de lo extraordinario, sea un acto cotidiano, natural, normal. Esa excelencia se logra a través de la constancia y el anhelo, el anhelo de Dios, de esta fe maravillosa del islam, en nuestras vidas. Así se forma ese espacio esencial del islam.
Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Allah está complacido con un pastor que se encuentra solo en lo alto de una montaña y hace el adhan, el iqama y reza sin nadie más, sólo él. Entonces, Allah llama a los ángeles y les dice, ‘miren a este siervo mío, que hace el adhan, el iqama y la oración por sí solo. Yo le doy mi perdón y le concedo el paraíso”.
Este es un bellísimo ejemplo de ese espacio esencial del islam en la vida del verdadero creyente.
“LA VERDAD DEL PARAISO”
César Domínguez
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Yo garantizo una morada a las afueras del paraíso para quien se aleja de una disputa, aun cuando tenga la razón. Y garantizo una morada al centro del paraíso para quien deja de mentir, aun cuando sea bromeando. Y garantizo una morada en lo alto del paraíso para quien alcanza la excelencia en su carácter”.
En esta enseñanza del Profeta del Islam recordamos las características esenciales del verdadero creyente, fundamentos de nuestra fe: la paciencia y la verdad. El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, habla de aquella persona que es paciente y deja de discutir o disputar por asuntos que, más que unir, separan a los siervos de Allah, glorificado y elevado sea El. Debemos reconocer que hay situaciones en la vida en las que es más noble callar que discutir, incluso cuando se tiene la razón. Por supuesto que hay causas justas que deben ser defendidas; pero también hay asuntos que es mejor dejarlos en manos de Dios. A veces nosotros carecemos de la sabiduría para resolverlos apropiadamente, a veces nuestra intención no es del todo clara, a veces es más grande el orgullo propio herido que la causa que se quiere defender. En estos casos, callar es signo de nobleza, paciencia y humildad. Así, aquel que ha alcanzado la excelencia de carácter reconoce cuando es mejor guardar silencio. Otra característica fundamental del verdadero creyente es la veracidad de sus palabras y actos: la verdad que decimos a los demás, la verdad de la causa que nos ocupa, la verdad con uno mismo. Con qué frecuencia nos mentimos a nosotros mismos, cómo nos engañamos con supuestas ilusiones o ideales sobre algo que realmente no somos. Ciertamente, con paciencia y veracidad se realiza el ideal de un verdadero siervo de Dios, así se alcanza la excelencia, así se llega, finalmente, a la morada en lo alto del paraíso, como dijo el Profeta, que Dios le bendiga y le salve.
“Verdaderamente, a los musulmanes y a las musulmanas, a los creyentes y a las creyentes, a los obedientes y a las obedientes, a los veraces y a las veraces, a los pacientes y a las pacientes, a los humildes y a las humildes, a los caritativos y a las caritativas, a los ayunantes y a las ayunantes, a los protectores de sus partes íntimas y a las protectoras de sus partes íntimas, a los que recuerdan mucho a Dios y a las que recuerdan, Dios les ha preparado un perdón y una enorme recompensa” (sura al-Azhaab, la Coalición, 33:35).
Y finalizamos recordando estas palabras del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “A la entrada del paraíso, habrá un anunciador diciendo: ‘Oh, gente del paraíso. Aquí tendrán salud y nunca enfermarán. Aquí vivirán por siempre y nunca morirán. Aquí serán jóvenes por siempre y nunca envejecerán. Aquí disfrutarán de comodidad y nunca padecerán miseria ni sufrimiento. Este es el paraíso eterno que han heredado por el todo el bien que hicieron’”.
“LA AFIRMACION DE LA VERDAD”
César Domínguez
El Qur’an, palabra de Allah, glorificado y elevado sea El, afirma:
“Oh, creyentes. Tengan temor de Dios y permanezcan junto a los que dicen la verdad” (sura al-Tauba, el Arrepentimiento, 9:119)
La verdad, hablar con la verdad, es absolutamente fundamental para nuestra propia salud emocional y espiritual, para nuestra fe interior, para todo lo que tenga que ver con nuestra relación con Dios. Sabemos que El, el Todo Misericordioso, todo lo ve y todo lo oye, pero cómo nos engañamos a nosotros mismos con mentiras propias, y cómo disfrazamos nuestra verdadera realidad con falsos sentimientos. A veces mentimos para atraer la atención de alguien o para esconder algún error. Y olvidamos que el mayor daño de una mentira es para quien la dice, porque la mentira oscurece el corazón y debilita la consciencia. Y un corazón oscuro y una consciencia débil no pueden experimentar la presencia y la majestuosidad del Todopoderoso. ¿Qué sería de nosotros sin la oración, sin la alabanza ni el recuerdo de Allah, sin la esperanza, sin el perdón, sin la certeza de la protección y el amor de Dios? ¿Qué sería de nosotros si no pudiéramos decir “Allahu Akbar” (Allah es el Más Grande), “Subhana Allah” (gloria de Allah), “Alhamdulillah” (la alabanza es para Allah)?
La declaración de fe del musulmán, “Declaro que no existe divinidad excepto Dios y declaro que Muhammad es el Mensajero de Dios”, es una declaración de la más elevada verdad. Con esta verdad extraordinaria experimentamos, en efecto, la presencia y majestuosidad del Creador de todo cuanto existe. Y también afirmamos nuestra fe con estas palabras del Profeta del Islam, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve:
“Oh, Allah, Tú eres mi Señor. No hay más divinidad que Tú. Tú me creaste, yo soy tu siervo. Estoy con tu pacto y tu promesa. Así me esfuerzo. Me refugio en Ti del mal que he cometido. Reconozco ante Ti tu bendición y reconozco ante Ti mi pecado. Perdóname. Nadie perdona las faltas excepto Tú”.
Para aquel que vive la verdad de su fe, que teme a su Señor y pide sinceramente el perdón por sus faltas, que sólo procura la compañía de quienes dicen la verdad, le están reservadas las más elevadas bendiciones:
“… Para quienes son conscientes hay, junto a su Señor, en donde residirán, jardines por los que corren los ríos, compañías puras y la complacencia de Dios. Dios ve lo que hay en Sus siervos, los que dicen, Oh, Señor nuestro, en verdad creemos, perdónanos nuestras ofensas y líbranos del castigo del fuego” (3:15-16).
“ENSEÑANZAS DEL PROFETA PARA HOY”
César Domínguez
“En verdad que Dios y sus ángeles hacen oración por el Profeta.Oh, vosotros que creéis, haced oración por él y saludadlo con un saludo de paz” (sura al-Azháb, la Coalición, 33:56)
El día nueve del mes de dhu al-Hijja, del décimo año de la Hégira, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, pronunció en lo alto del Monte Arafat lo que sería su último sermón. Como parte de su discurso, el Profeta pronunció las siguientes palabras:
“Toda la humanidad procede de Adán y Eva. Un árabe no es superior a quien no sea árabe, ni un blanco es superior a un negro, ni un negro es superior a un blanco, excepto en lo que a piedad y buenas obras se refiere. Sepan que un musulmán es hermano de todo musulmán y que los musulmanes constituyen juntos una sola hermandad. Nada le será legítimo a un musulmán si no ha sido dado libremente y de buena voluntad. Por lo tanto, no sean injustos consigo mismos”.
Estas palabras hablan de un elevado sentido de igualdad y compromiso hacia la humanidad, lo que en la actualidad se conoce mejor como compromiso o consciencia social. Si el Profeta habló tantas veces de la importancia del servicio y atención al prójimo, es fácil concluir que aquel que no presta atención a los que viven a su alrededor no está siguiendo verdaderamente las enseñanzas del Profeta en su sentido más profundo. El ser humano sólo debe competir con los demás seres humanos en lo que a piedad y buenas obras se refiere.
“Competid en las buenas obras”, nos dice claramente Allah, glorificado y elevado sea El, en el Qur’an (Sura al-Maaída, el El Agape, 5:48). Además, afirma:
“Ciertamente el hombre está en pérdida, excepto aquellos que hacen buenas obras y se aconsejan mutuamente la verdad y se aconsejan mutuamente la paciencia” (Sura al-Asr, el Tiempo, 103:2-3).
El bien promueve el bien, es decir, una buena obra trae como resultado otra buena obra. Cuando hacemos el mal, sólo mal recibiremos. Por eso el Qur’an nos llama a aconsejarnos mutuamente la verdad y la paciencia, es decir, ayudar a que los demás también realicen buenas obras, busquen la verdad y ejerciten la paciencia. En su último sermón, el Profeta habló de la hermandad de todos los musulmanes. La buena voluntad y la libertad son indispensables para el fortalecimiento de la sociedad y las relaciones humanas. A nadie se le puede obligar a hacer lo que no quiere hacer. La imposición destruye, no construye. El conocimiento, la enseñanza, el buen ejemplo y la disciplina son la base y sostén de una comunidad consciente de Dios y de sí misma. Quien no construye con el ejemplo y la libertad está siendo injusto consigo mismo porque, finalmente, su destino será la perdición, la lejanía de Dios y el castigo en la otra vida. Qué gran pérdida es no permitir que toda la misericordia y el amor de Dios se cumpla en el propio corazón.
“Ciertamente Dios ordena la justicia, la excelencia y dar a los parientes próximos. Y prohíbe la indecencia, lo reprobable y la injusticia. Así os exhorta, quizás recapacitéis” (sura al-Nahl, la Abeja, 16:90).
“PAZ, MISERICORDIA Y JUSTICIA”
César Domínguez
El islam es la religión o el credo de la paz. Islam, salám, son palabras derivadas de la misma raíz. Islam, la sumisión, es nuestra creencia. Salám, la paz, es nuestro saludo para el resto de la creación de Dios. El islam es también la religión de la misericordia. Dios, glorificado y elevado sea El, es el Todo Misericordioso, al-Rahmán, la fuente de toda misericordia.
Al-Rahmán, así se presenta Dios a la humanidad en Su Libro sagrado, el Qur’an, cuyo primer capítulo o sura, al-Fatihah, la Apertura, comienza con la invocación, “en el nombre de Dios, el Todo Misericordioso, el Siempre Compasivo”. Y también con esta invocación, el musulmán comienza cualquier actividad, cada día, en cualquier circunstancia. La misericordia es el sello de la creación de Dios.
Paz y misericordia son elementos esenciales de uno de los principios fundamentales del islam: la justicia. La justicia es voluntad de Dios, manifestada a través de Su misericordia, Su perdón y Su guía para toda la humanidad.
“Y vuestro Señor es el Perdonador, Dueño de la Misericordia” (sura al-Kahf, 18:58).
La justicia es un tema central en el Qur’an. El llamado a la acción justa queda expresado en los siguientes versos:
“Ciertamente, Dios ordena restituir a sus dueños lo encomendado y que, cuando juzguéis entre la gente, lo hagáis con equidad. En verdad, Dios os exhorta a algo excelente. Dios, en verdad, es el Oyente, el Observador” (Sura al-Nisa’, las Mujeres, 4:58).
“Oh vosotros que creéis, sed íntegros ante Dios dando testimonio con equidad. Que el odio hacia otros no os haga desviaros de la justicia. Sed justos, eso es lo más afín a la consciencia de Dios” (Sura al-Má’ida, el Agape, 5:8).
Esta es la justicia ordenada por Allah, glorificado y elevado sea El: una justicia que se establece con equidad, es decir, con orden y equilibrio; una justicia que se reclama con paz, es decir, de forma pacífica y no violenta; una justicia que da testimonio de la igualdad decretada por Dios para la humanidad, es decir, una justicia de voz y acción.
Para llevar una vida de justicia, el musulmán cuenta con la guía del Libro de Allah, el Qur’an, y las enseñanzas del profeta del islam, el Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve. En las enseñanzas del Profeta, encontramos múltiples ejemplos de su inclinación perenne hacia la paz y la conciliación como requisitos indispensables de la justicia verdadera.
El musulmán, con su saludo de paz y con esa invocación constante al Todo Misericordioso, lucha por la justicia, el respeto y la defensa de la dignidad humana. El musulmán de todos los colores y lenguas, se une de forma activa y pacífica a las voces que claman justicia para las víctimas de la opresión y la violencia de aquellos que ostentan el poder y oprimen a los débiles. De Allah, glorificado sea El, somos y en El confiamos.
“Las cosas que se os dan son sólo disfrute de la vida de este mundo, pero lo que hay junto a Dios es mucho mejor y más duradero, para los que creen y confían en su Señor … establecen la oración, se consultan entre sí para sus asuntos, dan de lo que les hemos proveído y, cuando son víctimas de la tiranía se defienden” (sura al-Shura, la Consulta, 42:36-39).
“LECCIONES DEL QUR’AN: LA SURA DEL HIGO”
César Domínguez
La Sura del Higo (al-Tín, no. noventa y cinco) nos habla de cómo el ser humano fue creado por Allah, glorificado y elevado sea El, de la mejor forma, en completa armonía, y cómo, a través de su libre albedrío, es capaz de descender hasta lo más bajo. Los primeros cinco versos dicen: “Por la higuera y los olivos. Por el Monte Sinaí y esta tierra segura. Ciertamente, hemos creado al hombre de la mejor forma. Después, lo hemos reducido a lo más bajo” (95:1-5).
Los primeros versos de esta sura aluden a la tierra ancestral de los profetas (la higuera y el olivo son símbolos de ella) que hablaron de la adoración exclusiva a Dios. Fue en el Monte Sinaí donde Moisés habló con Dios y recibió las tablas de la ley. Es, también, esa tierra segura donde nació Muhammad, el último mensajero y profeta, que Dios le bendiga y le salve. Dios ha distinguido al ser humano, por encima del resto de Su creación, dotándole de intelecto y libertad de decisión. La misión del ser humano es desarrollarse al máximo de su capacidad para honrar a Dios y servir a la creación. Si el ser humano fracasa en la misión encomendada, entonces desciende al abismo, no por un designio anticipado de Dios, sino como consecuencia de sus propias acciones.
Los siguientes versos de la sura nos dicen: “Excepto quienes crean y obren bien, para ellos habrá una recompensa sin fin. ¿Cómo puede aún desmentirse el Juicio? ¿No es Dios es el más justo de los jueces?” (95:6-8).
Vedaderamente, estas palabras del Qur’an son fuente inagotable de seguridad y confianza para el corazón sensible. Quien crea en la justicia de Dios no temerá el Día del Juicio, puesto que todo ser humano recibirá el pago justo a sus acciones en este mundo. Toda acción tiene su consecuencia y toda consecuencia tiene su juicio ante Dios. Cada ser humano es creado por Dios de acuerdo a lo que debe ser y con la capacidad justa para hacer uso de las facultades que Dios le concedió, para enfrentar y superar los obstáculos que la vida le presenta. En otro pasaje, el Qur’an, Palabra de Allah, glorificado y elevado sea El, proclama:
“Aquellos que creen y obran bien, y a nadie pedimos sino en la medida de su capacidad, ellos morarán en el jardín eternamente” (sura al-‘Araaf, el Discernimiento, 7:42).
Assalamu alaikum a toda la comunidad del islam, a nuestros familiares y amigos. Por la gracia de Dios Todopoderoso, nos encontramos ya al final del bendito mes de Ramadán, mes del ayuno, mes por excelencia para alabar al Creador de todo cuanto existe, tiempo del recuerdo y remembranza de Dios y, también, el tiempo elegido por el Altísimo para comenzar la revelación de Su último mensaje a la humanidad, el Qur’an, la Recitación, el Recuerdo, el Libro, la Palabra. Nos unimos todos los musulmanes en una plegaria para dar gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas durante este mes.
Nuestras autoridades islámicas indican que el día de ‘eid al-Fitr, la celebración al final de Ramadán y que marca el inicio del mes siguiente a Ramadán, es decir, el mes del Shawal, será con mayor probabilidad, el próximo domingo 24 de mayo, insha’allah. De ser así, la noche de este viernes 22 sería la última noche de nuestras oraciones de taraweeh, y el día siguiente, el sábado 23 de mayo, sería nuestro último día de ayuno. Esa noche del sábado comenzaría el mes de Shawal y, por lo tanto, ya no habrían oraciones especiales de taraweeh.
La oración de ‘eid al-Fitr es una oración voluntaria, no obligatoria, que se realiza en horas tempranas de la mañana, después del amanecer. Es sunna tomar un baño completo antes de realizar la oración. La oración puede realizarse en grupo o de forma individual. Se rezan dos ciclos (rakat) de oración. Antes de iniciar el primer ciclo, se dicen los takbirát, es decir, las invocaciones ‘Allahu Akbar’, siete veces; antes de iniciar el segundo ciclo, los takbirát son cinco. Cuando se realiza en grupo, hay un discurso después de la oración, normalmente dictado por el imán que dirigió antes la oración del ‘eid. En estos tiempos de distanciamiento social, las mezquitas están cerradas; entonces esta oración puede hacerse en la privacidad del hogar.
Anterior a la oración, puede realizarse un dhikr, es decir, una serie de invocaciones para recordar a Allah, glorificado y elevado sea El. El número de invocaciones es opcional.
Palabras que se dicen en el dhikr (recordatorio) de Dios:
- Takbír: Allahu ákbar – significa Dios es el Más Grande.
- Tasbíh: subhana Allah- gloria a Dios.
- Tahmíd: al-hamdu lillah – la alabanza es para Dios.
- Tahlíl: la ilaha illa Allah- no hay más divinidad que Dios.
En el takbír se puede incluir lo siguiente: “Allahu akbar, Allahu akbar, la ilaaha illa Allah, Allahu akbar, Allahu akbar wa lillahi al-hamd”: Dios es el Más Grande, Dios es el Más Grande, no hay divinidad más que Dios, Dios es el Más Grande, Dios es el Más Grande, la alabanza es para Dios”.
Antes de la oración del ‘eid, es obligatorio para todos aquellos que están en la capacidad de hacerlo, pagar una caridad que se llama zakat al-fitr, es decir, la caridad del ‘eid. Nuestras autoridades islámicas actuales estipulan una cantidad a pagar entre $10.00 y $20.00 dólares por persona. Esta cantidad puede entregarse a una mezquita u organización musulmana (quien se encargará de distribuir la caridad) o darse directamente a una persona necesitada.
LALMA desea a todos ustedes, miembros, familiares y amigos, un extraordinario fin de Ramadán en el recuerdo constante de Dios y un día de ‘eid al-Fitr en celebración con una renovada fe y el espíritu listo para el estudio y el trabajo común por el bien de toda la humanidad.
REGLAS PARA EL AYUNO DE RAMADAN
por el Dr. Fa’iz Shuayb
traducción de Lorena Elkhalafawi, editada por César Domínguez
Las reglas sobre el ayuno fueron reveladas de forma gradual. Las fuentes de información son: fiqh (jurisprudencia islámica), shar’ia (ley islámica), el Qur’an y la sunna del Profeta Muhammad.
El ayuno brinda varios beneficios al musulmán, tales como: beneficio nutricional (limpieza del organismo), beneficio económico (ahorro en el gasto de alimentos), beneficio social (al experimentar lo que es sentir hambre y sed), beneficio espiritual (el ayuno es sólo para Allah).
Hablemos de las categorías de personas exentas del ayuno: el viajero, el enfermo, la mujer en periodo menstrual y después de dar a luz, la persona de edad avanzada, la mujer embarazada, la mujer en periodo de lactancia.
En lo referente al ayuno, el Qur’an dice:
“Oh vosotros que creéis. Se os ha prescrito el ayuno como se les prescribió a los que os precedieron, para que os mantengáis conscientes de Dios Un número determinado de días. Pero quien de vosotros esté enfermo o de viaje, otro número de días. Y aquellos que se lo puedan permitir, que alimenten a un pobre como rescate. Y quien hace un bien mayor del que debe, a sí mismo se lo hace, porque ayunar es bueno para vosotros, si supierais. Es el mes de Ramadán en que se hizo descender el Qur’an como guía para la humanidad y una prueba evidente de esa guía y el criterio. Así pues, quien presencie la llegada de este mes, que ayune en él. Y quien esté enfermo o de viaje, otro número de días. Dios quiere para vosotros la facilidad y no la dificultad, pero sí que completéis el número y que ensalcéis a Dios por haberos guiado y que deis gracias” (Sura al-Baqara, la Vaca, 2:183-185).
El término viajero, se refiere a aquel que viaja fuera de su lugar de residencia. El ayuno es entonces opcional, depende de cada persona si decide ayunar o no. Un hadiz relatado por al-Bukhari dice: “Si deseas ayunar o no ayunar, es tu elección”. Es un tanto difícil definir el concepto de enfermedad. El fiqh, o jurisprudencia islámica, no proporciona una clara definición; por eso se recomienda obtener la opinión de un médico, ya que éste podrá indicar si la persona es apta para el ayuno o no. Las mujeres en periodo menstrual o post-parto están exoneradas del rezo y el ayuno, de acuerdo con la shar’iah. Las personas de edad avanzada no deben ayunar y pueden, en su lugar, pagar una compensación. Así recibirán los mismos beneficios como si estuviesen ayunando. Un hadiz dice: “A Dios le agrada que se conceda el beneficio de no ayunar a las personas de edad avanzada”. Las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia están también exoneradas del ayuno, según la shar’iah. Un hadiz narrado por Abu Dawud dice: “Dios ha exonerado del ayuno al viajero, a la embarazada y a la que alimenta de leche materna a su bebé”.
Tipos de Compensación (reponer los días perdidos de ayuno):
Al-Qada’aa (completar los días de ayuno perdidos): El viajero, el enfermo y la mujer que dejó de ayunar debido al periodo menstrual. Esto quiere decir que por cada día perdido, debemos compensar ayunando la misma cantidad de días en otro mes, obviamente ya después de Ramadán.
El tipo especial de compensación al-Kaffarah fue dado a conocer por el Profeta cuando un hombre llegó a él desesperado, diciendo que su vida estaba arruinada. El Profeta le pregunta por qué y el hombre responde: « porque he tenido relaciones sexuales con mi esposa durante las horas del ayuno en Ramadán ». Entonces el Profeta le dice que en ese caso deberá liberar a un esclavo. El hombre responde: « no puedo hacer eso ». El Profeta responde « pues debes ayunar por 2 meses consecutivos ». El hombre dice: « tampoco puedo hacer eso ». El Profeta responde: « entonces debes dar de comer a 60 personas ». El hombre dice: « tampoco puedo hacer eso ». Al escuchar eso del hombre, el Profeta va a su casa y trae un saco de dátiles y le dice al hombre que dé caridad distribuyendo esos dátiles a los más necesitados de la región. El hombre responde « pero, Profeta, si no hay más necesitado en esta región que yo mismo ». El Profeta responde « en ese caso, puedes quedarte con el saco de dátiles y alimentas a tu familia con ello y compensa el número de día que no has ayunado ».
Al-Fidyah: alimentar al pobre y necesitado por cada día no ayunado en Ramadán: esto para las personas de edad avanzada, las embarazadas y las mujeres en periodo de lactancia. Aproximadamente, la suma estipulada en nuestra comunidad es de $10.00 dólares por día. El dinero puede darse a la mezquita; pero debe especificarse el propósito para que el dinero no vaya al fondo común y termine usándose para otros fines; pero si se conoce a alguien pobre y necesitado, puede dárselo a esta persona directamente.
Las 6 acciones que rompen el ayuno en Ramadán:
Comer intencionalmente, beber intencionalmente, inducir el vómito de forma intencional, el periodo menstrual, el sangrado post-parto, las relaciones conyugales durante las horas de ayuno.
Mitos que muchos piensan que rompen el ayuno; pero no es así:
Darse un baño, usar gotas para los ojos, usar gotas para la nariz, probar la sazón de la comida cuando uno esta cocinando (sin pasar el alimento por la boca), cepillarse los dientes, (sin pasar la pasta de dientes), la transfusión de sangre, la extracción de sangre, la vacunación.
Abstenerse de lo siguiente no sólo durante Ramadán:
Chismes, calumnias, habladurías acerca de otra persona, mal comportamiento, malas acciones. Es muy recomendable durante Ramadán invertir nuestro tiempo libre en acciones productivas: por ejemplo, servicios sociales, lectura del Corán o de hadices. El ayuno no se limita a tan sólo dejar de ingerir alimentos sólidos y líquidos; también incluye un buen comportamiento, tanto verbal como en acciones para que podamos recibir la recompensa de Allah.
“TIEMPO ESPECIAL”
César Domínguez
“Dios es la luz de los cielos y la tierra …Dios guía a Su luz a quien quiere. Dios llama la atención de los humanos con ejemplos y Dios conoce todas las cosas”
(sura al-Noor, la Luz,, 24:35)
Hablamos hoy de luz, sí, de esa luz que ilumina todos los espacios. Estos tiempos que estamos viviendo ahora son momentos de recogimiento, de intimidad, de privacidad. Pasamos más tiempo con nuestras familias, con quienes compartimos casa o pasamos más tiempo solos … y la calidad de ese tiempo extra que ahora pasamos en privado, es de suma importancia.
Recordemos la definición que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve hizo del término ihsan (o excelencia), que es uno de los principios fundamentales del islam, como son la sumisión a Dios y la fe: “Ihsan es adorar a Allah como si le estuviéramos viendo, porque aunque tú no lo ves, El te ve”.
Entonces en todos esos espacios privados, solitarios, en ese tiempo supuestamente libre que ahora tenemos más, Dios nos ve y debemos estar conscientes, más que nunca, de cómo utilizamos nuestro tiempo. Ciertamente, el ritmo de nuestras vidas en este periodo especial que estamos viviendo, es diferente: no hacemos ahora todo lo que hacíamos hace sólo unas cuantas semanas; nuestras actividades, sean muchas o pocas, han adquirido un ritmo, un paso, diferente. Más que nunca, necesitamos hoy de nuestras oraciones. Es urgente nuestra necesidad de la misericordia de Dios, de Su amor, de Su luz, de Su compasión, de Su paciencia, de Su perdón. Hoy, le ofrecemos a Dios la oración, el recuerdo de Sus nombres y atributos, le ofrecemos nuestras buenas obras, nuestras buenas intenciones en lo que hacemos y lo que planeamos hacer, nos presentamos ante El, anhelantes, esperanzados, suplicantes, pacientes y optimistas, que es nuestra de refrendar, de confirmar, nuestro compromiso con Dios como Su khalifa, su representante en la Tierra. Recordemos que Dios nos puso a cargo de esta tierra, de Su creación. Y tenemos que cumplir, con fuerza, con determinación, con el compromiso de cuidarnos a nosotros mismos, de cuidar nuestra integridad, nuestra salud física y emocional, nuestra moral … porque tenemos muchas responsabilidades que cumplir en el camino de esta vida … y, ciertamente, bendito sea Dios, tenemos gente que depende de uno.
Este es un tiempo de grandes, enormes lecciones para cada uno de nosotros. Hagamos, en verdad, el esfuerzo concertado por aprender lo que tenemos que aprender. Y llenemos nuestros corazones de fe, de esperanza, de optimismo, de que saldremos adelante y saldremos mejores de esta situación. Hay muchos que ahora piden, que pedimos, ‘volver pronto a la normalidad’. Sí; pero digamos además: si Dios me favorece con salud, si logro superar este tiempo difícil, esta prueba, insha’allah, yo no quiero regresar a ‘mi normalidad’, yo quiero ser mejor, más consciente de Dios, con mejor conocimiento del mundo, más útil, de mayor beneficio para mi gente y la sociedad en general. Con el favor de Allah, glorificado y elevado sea El, lo lograremos.
“EL TIEMPO JUSTO”
César Domínguez
“Dios es sublimemente excelso, El Supremo Rey, la Suprema Verdad”
(Sura al-Mu’minuun, Los Creyentes 23:116).
“Y os ha dado de todo lo que habéis pedido. Si tratáis de enumerar las bendiciones de Dios, no podríais enumerarlas”
(Sura Ibraahiim, 14:34).
EL verdadero creyente sabe aprovechar cualquier oportunidad para reconocer, valorar y agradecer la gran guía y el decreto único de Allah, glorificado y elevado sea El. En épocas de dificultad, cuando sobrevienen cambios súbitos que alteran el diario vivir, el siervo de Dios tiene su fe, su esperanza y su carácter para afrontarlo todo. Cuenta, además, con las grandes enseñanzas del Profeta del Islam, el Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve.
Así, recordamos cuando el Profeta contó que él hizo tres peticiones a Dios: “No destruyas a mi ummah por completo como han sido destrozados otros pueblos, nunca permitas que un enemigo externo destruya a mi ummah por completo, y no decretes la desgracia de mi ummah a causa de la división interna”. El Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve, narró que Dios le concedió las dos primeras peticiones, mas no la tercera. La enseñanza de este hadith nos indica que Dios cuida de lo externo y nos deja a nosotros mismos la responsabilidad de cuidar lo interno. Esta es una muestra del libre albredío con que Dios nos ha favorecido a los seres humanos por encima del resto de Su creación. Conscientes de esta responsabilidad es que cuidamos muy bien de la forma en que reaccionamos a lo que ocurre a nuestro alrededor.
Allah, glorificado y elevado sea El, todo lo decide, todo lo puede. Todo ocurre por una causa y todo ocurre en su momento justo. ¿Cómo reaccionamos ante la adversidad? Esa es nuestra propia responsabilidad. Todo debe ser visto como una prueba para fortalecer nuestro carácter, para purificar el corazón, para crecer en fe y para crecer en las buenas obras.
En otra narración, se cuenta que el Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve, dijo en referencia a una calamidad general que pudiera azotar a su ummah (por calamidad podemos entender una hambruna, sequía u otro trastorno natural, una plaga o epidemia): “Puede ser un castigo enviado a quien Allah decide y, luego, Allah hace de ello una misericordia para los creyentes. Aquel que permanece paciente, en su lugar, y sabe que nada ocurre si no es por decreto de Allah, recibirá la recompensa de un mártir”. Aquí entendemos que un mártir es aquel que padece un gran infortunio y es paciente, no se lamenta, no cuestiona el por qué, pues sabe que hay algo mucho más grande y significativo en la otra vida, la vida eterna, que lo que acontece en esta vida, la vida temporal. Si alguien que sufre una calamidad es paciente y consciente, recibe la infinita misericordia de Dios.
Todo en esta vida está en constante cambio, movimiento. A través del cambio, del crecimiento y desarrollo, es como el ser humano se prepara para enfrentar esas grandes pruebas, a veces difíciles de superar y que, a momentos, pueden parecer imposibles. Dios nos ayuda a lograr esos cambios; pero el esfuerzo constante es labor de uno mismo.
“Y si Dios te aflije con una desgracia, nadie excepto El podrá librarte de ella. Y si te asigna un bien, El es quien tiene el poder para disponer cualquier cosa. Sólo El tiene el dominio sobre Sus criaturas y sólo El es realmente sabio, consciente de todo”
(Sura al-‘Anaam, el Ganado 6:17-18).
“EL CORAZON QUE SABE AYUDAR”
César Domínguez
“Di, oh, siervos creyentes, teman a su Señor y sepan quequienes obren bien en este mundo recibirán una bella recompensa, y que la tierra de Dios es amplia. La recompensa para quienes sean pacientes y perseverantes no tendrá límites” (sura al-Zumar, los Grupos, 39:10).
Aquellos que obran bien en este mundo, es decir, aquellos dan mayor beneficio, reciben ciertamente una gran recompensa de Dios, glorificado y elevado sea El. Recordemos la gran enseñanza del Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve, cuando dijo: “El mejor entre ustedes es el que más beneficia”. Y así
Siguiendo nuestra reflexión sobre el principio de generosidad y amor al prójimo, recordamos ahora el siguiente pasaje extraído del valiosísimo “Contrato de Hermandad” de Imam al-Ghazzali, el gran erudito musulmán del siglo XI.
“El Mensajero de Allah, que El le bendiga y le salve, dijo: ‘Ciertamente, para Allah hay receptáculos en la tierra: nuestros corazones. Y los receptáculos más queridos para Allah, glorificado y elevado sea El, son los más puros, fuertes y buenos, los más limpios de faltas, los más fuertes en la fe, los mejores para con sus hermanos’.
En resumen, la necesidad de tu hermano ha de ser como la tuya o incluso más importante que la tuya. Debes estar en guardia en tiempos de escasez sin descuidar su situación más de lo que descuidarías la tuya. Debes procurar que no se vea obligado a pedir ni a revelar su necesidad para reclamar ayuda. Al contrario, debes aliviarla como si no supieras que lo que estás haciendo. No debes considerar ganado algún beneficio por lo hecho, sino que has de contar como una bendición el que acepte tu esfuerzo en su beneficio y tu atención con sus asuntos. No debes limitarte a satisfacer su necesidad, sino tratar desde un principio en ser más generoso”.
Otra virtud fundamental se encuentra en el acto de sentirse satisfecho con lo que Dios tiene a bien brindarnos para el diario vivir. Siempre encontraremos a alguien que tiene menos que nosotros y a alguien con más (ya sea que se trate de un bien material o un don espiritual). El Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve, dijo en una ocasión: “En asuntos de este mundo, mira a quienes tienes menos que tú. En tu fe, mira a quienes son más grandes que tú”. Esta enseñanza del Profeta del Islam nos muestra el balance correcto: al ver con los ojos del alma a los que menos tienen, somos más conscientes de nuestra buena fortuna, aprendiendo a valorar lo que Dios nos ha otorgado y cultivando el compromiso por servir a los que menos tienen. Y, así, con esos ojos de un corazón purificado, buscamos la compañía de quienes nos enseñan y ayudan a ser mejores … probablemente sean precisamente aquellos a quienes ayudamos.
“LA VOZ DEL CREYENTE”
César Domínguez
“Ese es Dios, mi Señor, en El confío y a El me vuelvo”
(sura al-Shúra, la Consulta, 42:10)
Esta es la voz del creyente en el Libro de Allah, el Qur’an. Y así describe Allah a sus siervos:
“Sólo creen en nuestros signos quienes, al serles recordados, caen postrados en adoración y glorifican con alabanza a su Señor. No son soberbios, se levantan de los lechos e invocan a su Señor con temor y anhelo. Y dan de aquello que les hemos dado. Ningún humano puede imaginar la alegría reservada para ellos en recompensa por lo que hicieron”
(sura al-Sajda, la Postración, 32:15-17).
En este pasaje se nos describen los actos y acciones fundamentales del creyente: la alabanza y glorificación a Dios, la postración, como signo de humildad y sumisión, la afirmación de fe, la generosidad. Todos estos actos nos conectan directamente a Dios, glorificado y elevado sea El, y nos conectan al resto de Su creación, especialmente al resto de la raza humana.
El Qur’an proclama: “Oh, vosotros que creéis,si ayudáis a Dios, El os ayudará y hará firmes vuestros pasos” (Sura Muhammad 47:7).
Una de las mejores formas de ‘ayudar’ a Dios, de servir a Su creación, es manteniendo la armonía en las relaciones humanas, alejando el rencor y los malos sentimientos.
Se dice que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, habló así sus compañeros: ‘¿Les digo de la acción que es mejor que el ayuno, la caridad y la oración?’ Los compañeros respondieron que sí. Entonces, el Profeta dijo: ‘Esa acción es la reconciliación entre musulmanes; el rencor entre ellos destruye’.
El rencor, como la ira, es un sentimiento negativo que nunca tendrá otro efecto más que la destrucción y el fin: la destrucción de un lazo de fraternidad, la destrucción de una esperanza, el fin anticipado de una relación y un propósito conjunto, puesto que el rencor limita severamente la capacidad de alcanzar metas y cumplir objetivos.
El Qur’an nos dice: “Qué mejor palabra que la que llama a Dios, obra con rectitud y dice, yo soy de los sometidos a Dios. No son iguales la bondad y la maldad. Responde con la mejor actitud y aquel con el que tenías enemistad será un amigo ardiente” (Sura Fussilat, Expuesto con Claridad, 41:33-34).
En toda la vasta tradición islámica, siempre ha habido lugar para la diferencia de opiniones y la flexibilidad de entendimiento. Así lo afirman los más grandes eruritos del islam; así lo enseñó el Profeta Muhammad, siempre respetuoso y considerado de los demás y siempre listo para enmendar cualquier maltentendido; así lo afirma el Qur’an al hablarnos de la diversidad de lenguas y colores en la creación de Dios.
Allah, glorificado y elevado sea, nombró al ser humano guardián de esta tierra. Vinimos a este mundo a conocernos unos a otros y a construir y crecer en base a nuestras relaciones con los demás. Somos imperfectos y, como tales, la discrepancia entre seres humanos es común. La enseñanza del Profeta nos aconseja a elevarnos por encima de nuestros propios deseos e ideas y buscar siempre el bien común en nuestras acciones. Este es el proceder correcto del musulmán, el ser sometido a Dios. Al mal se le combate y se le vence con el bien; a la ira se le elimina con la paciencia y la bondad. El Profeta del Islam dijo: ‘Allah eleva el honor de aquel que perdona’.
Finalmente, el verdadero creyente sabe que todo sucede por una razón que es decreto divino:
“Y para aquel que pone su confianza en Dios, El le basta. Dios hará que el designio se cumpla, y ha establecido para cada cosa un término y una medida” (sura al-Talaaq, el Divorcio, 65:3).
“LECCIONES DE NUESTRO PROFETA”
César Domínguez
Ahora que, por la gracia de Allah, nos encontramos en el mes de Rajab (a sólo dos meses del comienzo de Ramadán), es esencial llenar nuestros corazones del recuerdo de Dios y reflexionar sobre la vida y ejemplo del Profeta del Islam, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve.
El Qur’an nos dice: “Sed conscientes de Dios y manteneos en paz entre vosotros. Obedeced a Dios y a su Mensajero, si sois creyentes” (sura al-Anfaal, los Botines de Guerra, 8:1).
Aquí, Dios Todopoderoso nos exhorta a obedecer al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, tanto en tiempos de guerra, cuando la defensa del islam y los musulmanes es de primordial importancia, como en tiempos de paz, cuando la defensa de la verdad y nuestra propia honorabilidad como siervos de Dios deben guiar nuestras acciones.
La verdad de Allah, glorificado y elevado sea El, está en el Qur’an, revelado por Su gracia al Profeta del Islam. Y es a través de las enseñanzas de Muhammad, su vida y obra, como aprendemos el mensaje de la palabra divina. Del Profeta se dijo que su carácter era el Qur’an, puesto que él contaba con el conocimiento exacto del mensaje y lo ponía en práctica día tras día. La primera comunidad de musulmanes aprendió directamente del Profeta: sus compañeros y cercanos colaboradores, su familia, los primeros en aceptar al islam en La Meca, la naciente comunidad musulmana de Madinah, todos ellos fueron bendecidos con la presencia física y espiritual del Mensajero de Dios, aprendieron del hombre y del maestro.
El legado de tradiciones sobre la vida y enseñanzas del Profeta Muhammad que nos ha llegado a nosotros, a mil cuatrocientos años de distancia, es vasto. El credo del islam se conoce y se entiende a través de Qur’an y la sunna del Profeta. El Qur’an nos indica el tiempo de las oraciones y su significado; el Profeta nos enseña cómo debemos rezar. El Qur’an nos habla de la misericordia de Dios; la vida del Profeta nos da ejemplos claros, cotidianos, de cómo ser nosotros mismos misericordiosos. El Qurán nos habla de la ley de Dios y los principios fundamentales de justicia y libertad; el Profeta nos explica lo que Dios espera de nosotros y nos muestra cómo aplicar la ley divina en el mundo en que vivimos.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, es el claro ejemplo a seguir para todo musulmán. Pero, ¿cómo debemos estudiar su vida para comprender el verdadero significado de sus enseñanzas y aplicarlas a situaciones actuales de nuestras propias vidas? ¿Cuáles son las fuentes de información más veraces que debemos consultar para saber la verdad sobre el Profeta? ¿Cualquier dicho del Profeta que escuchamos o que leemos en cualquier libro de su vida es verdadero? ¿Es necesario imitar al Profeta en todo lo que hizo o dijo para ser buenos musulmanes? Las respuestas a estas preguntas requieren juicio, tiempo y compromiso: los requisitos básicos para la adquisición de conocimiento.
Por la gracia de Allah, glorificado y elevado sea El, contamos en la actualidad con un rico caudal de tradiciones y biografías del Profeta que nos informan y guían sobre el mensaje de su vida, producto de eruditos y sabios de la mejor tradición islámica. Nuestro deber es saber dónde encontrarlos. El Qur’an continuamente nos llama a la adquisición de conocimiento: para saber, entender y apreciar la grandeza de la creación de Dios. Sólo con conocimiento podremos cumplir la misión que Dios encomendó al ser humano, es decir, el cuidado y preservación de este mundo en que vivimos. Recordemos que Dios designó a Adán como su khalifa, su sucesor o representante en la tierra, y le enseñó el nombre de todas las cosas (Qur’an 2:30-31). El conocimiento es verdad y libertad. Sólo con un verdadero compromiso por adquirir conocimiento y conocer la verdad, podremos encontrar las respuestas a las preguntas anteriores sobre nuestro estudio y reflexión de la vida del Profeta.
“EL BENDITO MES DE RAJAB”
César Domínguez
El próximo martes 25 de febrero comenzará, insha’allah, el mes de Rajab, uno de los cuatro meses sagrados en el calendario islámico, cuando el combate y la guerra estaban prohibidos en la Península Arábiga. Ciertamente, para nosotros, en el siglo XXI, es un tiempo para la paz y paciencia, un mes de reflexión y preparación para el maravilloso mes de Ramadán que se avecina en poco más de dos meses, insha’allah.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Rajab es el mes de Allah, Sha’ban es mi mes y Ramadán es el mes de mi ummah”.
Señalar a Rajab como el mes de Allah significa que este tiempo es de suma importancia para la alabanza y el recuerdo constante de nuestro Creador, para proclamar Su grandeza y Su misericordia, Su poder y Su belleza infinitos. Rajab es un tiempo extraordinario para el ayuno y la oración voluntarios, como actos de devoción y amor para quien es Poderoso sobre todas las cosas. También se le señala a Rajab como el mes del perdón. ¿Qué mejor manera de prepararnos para Ramadán y limpiar nuestros corazones que a través de la súplica constante por recibir el perdón de Dios por nuestras faltas?
De especial importancia en este mes es la oración nocturna, esa oración voluntaria en las horas de la noche y el recogimiento, antes de la oración del alba, fajr. Que sirvan como inspiración las palabras de Dios dirigidas al Profeta Muhammad, que encontramos en la sura al-Muzzammil, El Arropado, del Qur’an:
“Oh, tú, el arropado. Manténte despierto por la noche, sólo un poco, la mitad de ella o algo menos, o algo más y recita el Qur’an pausadamente. Realmente hemos de enconmendarte un mensaje de gran peso. En el seno de la noche hay mayor quietud y es más certera la dicción. Durante el día llevas a cabo gran actividad. Recuerda el nombre de tu Señor y concéntrate de lleno en El” (73:1-8).
Y sellemos en nuestros corazones este mensaje para cada uno de nosotros:
“Y recuerda a tu Señor en ti mismo, humilde, con temor de El y sin subir la voz, al comenzar y al terminar el día” (sura al-‘Araf, El Discernimiento, 7:205)
“EJEMPLO DE PAZ”
César Domínguez
Se cuenta que en una ocasión, un hombre preguntó al Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve: ‘¿qué es lo mejor en el islam?’ El Profeta respondió: ‘Alimentar a la gente y dar el saludo a todo mundo, aunque se trate de un desconocido’.
Como bien sabemos, el saludo de un musulmán es un saludo de paz. Entonces, la respuesta del Profeta es completa. El islam cubre todas las necesidades del ser humano, tanto las físicas como las espirituales. Entonces, el musulmán está comprometido con procurar el bien material y espiritual de su gente, de su pueblo. El musulmán, como dijo el Profeta, debe desear la paz a su prójimo por encima de todo y debe preocuparse por el alimento físico y espiritual de los demás. Nunca deberá existir un verdadero necesitado junto a un verdadero musulmán. Atender las necesidades de los demás (ya sean necesidades materiales o espirituales) es signo de caridad, de fe. El Profeta dijo: ‘La caridad no disminuye la riqueza’. Al contrario, la aumenta, porque el ser humano caritativo crece ante su Creador.
Paz y abundancia son signos del paraíso, de la otra vida. El Qur’an nos dice sobre los moradores del paraíso: “Su invocación allí será, gloria a Ti, Dios. Su saludo allí será, paz” (Sura de Yunus, Jonás, 10:10). La paz y abundancia del paraíso se ganan con la paz y abundancia en la tierra; es decir, con procurar la paz y el sustento común.
Sí, el saludo de paz del musulmán es un saludo que compromete la palabra con la acción: paz para todos, paz por encima de todo. Para que nuestro saludo de paz sea sincero, es necesario vivir uno mismo en paz, manteniendo una actitud justa, equilibrada y serena ante los asuntos de este mundo. El musulmán vive en sumisión a Dios y es humilde en sus relaciones con los demás. Nada en nuestras vidas debe ser objecto de orgullo o celos excesivos. El mensaje y el saludo de paz del islam no pueden ser impuestos ni deben ser objecto de comparaciones. Nuestra fe, nuestro saludo, nuestro mensaje, es natural y así, naturalmente, se transmite por medio del ejemplo, la buena acción y del amor. Toda nuestra inspiración y fuerza la encontramos en la oración, la bendita oración prescrita, por la gracia de Allah, para beneficio de los siervos anhelantes de su Señor.
“Y recuerda a tu Señor en ti mismo, humilde, con temor de El y sin subir la voz, al comenzar y al terminar el día” (sura al-‘Araf, El Discernimiento, 7:205)
“EL ETERNO PERDON DE DIOS”
César Domínguez
Se cuenta que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo en una ocasión: “Un siervo cometió un pecado y dijo, ‘Oh, mi Señor, he cometido un pecado; por favor, perdóname’. Su Señor dirá: ‘Mi siervo sabe que tiene un Señor que puede perdonarlo y puede castigarlo. Sin embargo, le he perdonado’. Luego, pasó cuanto Allah quiso de tiempo, hasta que el siervo cometió otro pecado y éste dijo: ‘Oh, mi Señor, he cometido un pecado; por favor, perdóname’. Allah observará: ‘Mi siervo sabe que tiene un Señor que puede perdonarlo y puede castigarlo también. Sin embargo, lo he perdonado de nuevo’. Pasó lo que Allah quiso de tiempo, hasta que el siervo cometió otro pecado y éste dijo: Oh, mi Señor, he cometido otro pecado; por favor, perdóname’. Allah dirá: ‘Mi siervo sabe que tiene un Señor que puede perdonarlo y puede castigarlo también. Sin embargo, yo lo he perdonado por tercera vez; así que, que realice lo que desee’”.
El corazón del verdadero creyente, consciente, temeroso de faltar a su Señor, debe conmoverse hasta lo más profundo con esta enseñanza del Profeta del Islam. Deberá, también, repasar una y otra vez estas palabras y reflexionar profundamente sobre su mensaje. Sabemos que el ser humano fue creado inquieto, que se le concedió el libre albedrío para tomar sus propias decisiones y ser responsable de sus actos. Y sabemos que la gracia y la misericordia de Allah son infinitas y que Su perdón siempre está a nuestro alcance.
Sin la gracia y la misericordia de Dios Todopoderoso no podemos existir. Tampoco podemos vivir sin Su perdón. ¿Cuántas veces pediremos perdón por nuestras faltas, por las mismas faltas, por faltas nuevas? ¿Cuántas veces decimos arrepentirnos y cometemos la misma falta otra vez?
¿Cuántas veces caemos, nos levantamos, y volvemos a caer?
Sí, el perdón de nuestro Señor siempre está a nuestro alcance. Es signo de fe creer en esto. Sin embargo, debemos estar conscientes de que, aún cuando caigamos de nuevo, nuestro arrepentimiento siempre debe ser sincero, siempre debemos tener el deseo sincero de evitar el mal y siempre debemos albergar en nuestros corazones la necesidad sincera del perdón de Dios por nuestras faltas.
“Los pacientes, los veraces, los piadosos, los caritativos, los que imploran perdón hasta el alba” (Sura al-‘Imraan 3:17)
Así habla el Qur’an de los creyentes, los conscientes, los fieles siervos de Allah. Pidamos, entonces, la misericordia, la gracia, el perdón de Dios, y no nos cansemos de hacerlo. Y recordemos otra enseñanza de nuestro profeta, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, cuando dijo: “En el último tercio de cada noche, nuestro Señor, alabado y elevado sea El, desciende al cielo terrestre y dice: ‘¿Quién me ruega para que pueda contestarle? ¿Quién me pide para que pueda concederle? ¿Quién busca mi perdón para que pueda perdonarle?’”
“LA MISERICORDIA INFINITA DE ALLAH”
César Domínguez
Se cuenta que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo en una ocasión: “Allah ha dicho, ‘Si mi siervo piensa en realizar una mala obra (yo digo a los ángeles): no registréis nada hasta que realmente la haya realizado. Si la comete, entonces registradla como tal, pero si se abstiene de ella por mi causa, registrad esto como una virtud en su favor. Y si piensa realizar una buena obra, pero no la lleva a cabo realmente, escribidla como una virtud y, si la realiza, registradla como una virtud equivalente entre diez y setecientas veces’”.
Este es un hadith qudsi, es decir, una narración del Profeta del Islam en la cual cuenta algo inspirado a él directamente por Dios. En este ejemplo se resalta el valor de la intención en la valorización de las acciones humanas. ¡Qué tan grande es nuestra responsabilidad por mantener intenciones claras y concretas! En esta claridad es precisamente donde comienza el verdadero camino de la purificación del espíritu y el crecimiento, es decir, éste es el punto de partida en el camino de la verdad, el camino de la sumisión ante el Todopoderoso. La verdad viene de Allah (recordemos que uno de Sus nombres es al-Haqq, la Verdad) y la verdad debe asentarse en uno y ser nuestro plan de vida, nuestro instrumento de trabajo, nuestro ideal, nuestra misión, nuestra meta. Así es el camino del islam. Así se alcanza esa ‘difícil facilidad’ que todo lo resuelve y todo lo coloca en su sitio.
Siempre debemos iniciar el día con intenciones claras de lo que debemos y queremos realizar ese día. Solamente por eso, Dios nos premiará. Este es un enorme incentivo para alejar de nuestros corazones los malos pensamientos, la pena, la ansiedad, la tristeza y el disgusto, y concentrarnos en todo el bien que podemos lograr ese día. El mal pensamiento que no se transforma en acción, por temor a Allah, no recibe castigo. Esto es también un enorme incentivo para ser conscientes de nuestros malos pensamientos y deseos, para ser conscientes del agravio que cometeríamos ante Dios y, entonces, evitar la mala acción. Por esto, Dios nos premiará. ¡Qué infinita es Su misericordia! ¡Glorificado y elevado sea El!
“Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí, Yo estoy cerca y respondo al ruego del que pide, cuando Me pide. Así pues, que Me respondan y crean en Mí, ojalá se guíen rectamente” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:186).
“LA GRACIA DIVINA”
César Domínguez
Se cuenta que en una ocasión, Abu Bakr se encontraba en compañía del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, cuando llegó un hombre y comenzó a insultarlo. Abu Bakr se sintió sumamente mortificado y apenado de que ocurriera en presencia del noble Profeta. Sin embargo, el Profeta simplemente sonreía. Esto calmó un poco a Abu Bakr y permaneció callado ante los insultos dirigidos a su persona. El hombre continuaba insultándolo hasta que Abu Bakr no pudo soportar más. Estaba a punto de responder a los insultos cuando, de pronto, el Profeta se puso de pie y abandonó el lugar. Abu Bakr corrió tras él y le dijo: “¡Oh, noble mensajero de Allah! Estuviste presente mientras el hombre me insultaba. Quise pararlo cuando traspasó los límites. ¿Por qué te fuiste tú con disgusto?”
Abu Bakr trataba de comprender la lección que el Profeta Muhammad le estaba dando. El noble Profeta hizo una pausa y respondió: “Sin duda alguna, mientras estuviste callado, un ángel estuvo presente para responder en tu nombre. En cuanto comenzaste a defenderte, apareció Satanás. Yo no quise compartir el mismo sitio”.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, concluyó su lección de la siguiente forma: “¡Oh, Abu Bakr! Tres cosas en su totalidad completan la verdad: Allah exaltará y dará recompensa a aquellos que se mantienen callados antes la tiranía y la opresión, y son pacientes. A quien inicia una nueva etapa de bien y es generoso con los que lo rodean, Allah aumentará su fortuna y le dará prosperidad. A quien pide más riqueza, Allah aumentará su pobreza”.
Esta hermosa anécdota de la vida del Profeta y sus compañeros nos habla directamente a nosotros y nos deja grandes lecciones para nuestra vida actual: ser siempre pacientes ante la adversidad; ante la agresión es más noble responder con el silencio; como creyentes que somos, debemos confiar siempre en la protección y la justicia de Allah; todos los días, en todo momento, tenemos la oportunidad de comenzar una nueva etapa en nuestras vidas, y no hay mejor manera de comenzarla que con una conducta honorable y comprensiva; los bienes materiales son pasajeros, los insultos y la agresión ajena también los son, porque la justicia divina está por encima de todo.
“Oh vosotros que creéis. Buscad ayuda en la paciencia y en la oración. Ciertamente, Dios está con los pacientes … aquellos que dicen cuando les sucede una desgracia, en verdad, de Dios somos y, en verdad, a El volvemos. Sobre ésos recaen las bendiciones y la gracia de su Señor. Ellos son los guiados” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:153-157).
“EL CAMINO ESTABLECIDO”
César Domínguez
“¿Acaso quien marcha invertido sobre su rostro está mejor guiado que quien marcha erguido sobre un camino establecido? Di, El es quien os ha creado y os ha dado el oído, la vista y los corazones. Poco es lo que agradecéis” (Sura al-Mulk, la Soberanía, 67:22-23)
Un gran mensaje nos brinda Allah, glorificado y elevado sea El, en este pasaje del Qur’an, haciendo uso de una serie de metáforas o imágenes sobre nuestra realidad en la vida de este mundo. Aquel que marcha ‘invertido sobre su rostro’ puede ser aquel que no camina firme y directo, sino que se arrastra por el camino, con el rostro al revés, es decir, no viendo hacia el frente, sino hacia abajo o hacia atrás, temeroso y desconfiado, ocupado sólo en sí mismo, en cosas inmediatas y asuntos mundanos, sin una idea clara de su destino. Por el contrario, aquel que ‘marcha erguido sobre un camino establecido’ es el que está consciente de la realidad del mundo a su alrededor, es decir, de la maravillosa creación del Creador Supremo, se siente parte de ella y se nutre, se alimenta, de lo que la creación divina le ofrece. Así, reconoce su camino, así se conoce a sí mismo y así sabe a dónde debe llegar, es decir, su destino final ante Dios.
Dios Todopoderoso nos ha dado el oído para escuchar los signos de Su creación, la vista para conocerlos, y los corazones para sentir y razonar. ¡Alabado sea El por encima de todo!
“Bendito aquel en cuya mano está la soberanía. El es, sobre todo, poderoso” (Sura al-Mulk, la Soberanía, 67:1)
Con estas palabras comienza la sura de la Soberanía en el Libro de Allah, el Qur’an. Este capítulo o sura comienza con la alabanza a Dios y el reconocimiento de Sus infinitos atributos. Así comienza nuestra vida en este mundo, así iniciamos nuestro camino en el islam: con la alabanza a Quien nos dio la vida y nos brinda, día a día, una oportunidad para conocer más, para crecer, para reconocer y agradecer, para pedir perdón por nuestras faltas y limpiar nuestros corazones, nuestro oído y nuestra vista.
Terminamos nuestra reflexión de hoy con esta súplica del Profeta del Islam, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve:
“Oh, Allah, apártame de las tinieblas de la ilusión y acércame a la luz de la comprensión.
Oh, Allah, abrénos las puertas de Tu misericordia y concédenos la seguridad de Tu conocimiento.
Por Tu misericordia, oh, Tú, el Más Misericordioso de los misericordiosos”.
“LA GUIA DEL GRAN DIA”
César Domínguez
Una hermosa súplica del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, para el día de la congregación, el día de jum’ah, el día viernes.
“Oh, Allah, ciertamente Tú eres el Grandioso Creador. Tú todo lo escuchas, todo lo sabes. Tú eres el Perdonador, el Misericordioso. Tú eres el Señor del gran trono. Oh, Allah, Tú eres el Bondadoso, el Magnánimo, el Benevolente. Perdóname, ten misericordia de mí. Protégeme. Susténtame. Oculta mis faltas. Consuélame. Elévame. Guíame. No permitas que me extravíe. Admíteme en el paraíso con Tu misericordia. Oh, Tú, el Más Misericordioso de los misericordiosos”.
Sí, en verdad, ésta es una súplica especial para este día, que puede ser nuestro gran día del perdón, de la gracia, del consuelo, de la misericordia, de la bendición suprema del Todo Misericordioso. Nunca debemos hacer del viernes un día común como cualquier otro. Cualquiera que sea la actividad que desempeñemos este día, tengamos que trabajar o no, tengamos un tiempo libre o no, vayamos a la mezquita para el rezo del mediodía o no, siempre debemos encontrar el espacio para ese momento especial, único, supremo, donde nada es igual a los otros días.
La presencia y la luz de Dios, glorificado y elevado sea El, están siempre presentes, es verdad; pero mientras más nos esforcemos por tener ese espacio, ese momento único y supremo, más nos beneficiarmos de los dones divinos, y más ligero y seguro será nuestro andar por el camino de esta vida, que es preparación para la verdadera vida, la vida eterna. Que la gracia y la bendición de Allah, esté siempre con nosotros.
“El quien hace que rompa el alba y El ha hecho de la noche calma y que el sol y la luna sigan sus cursos señalados. Esto es decretado por voluntad del Todopoderoso, el Omnisciente. Y El es quien ha dispuesto para vosotros las estrellas, para que podáis guiaros por ellas en medio de las tinieblas de la tierra y del mar. En verdad, hemos expuesto con claridad estos mensajes para una gente de conocimiento” (Sura al-An’aam, el Ganado, 6:96-97).
“LA VICTORIA Y LA LUZ”
César Domínguez
“Cuando llegue el auxilio de Dios y la victoria y veas a la gente entrar en masa a la religión de Dios,
glorifica con alabanza a tu Señor y pide Su perdón. Ciertamente El es el Indulgente” (sura al-Nasr, el Auxilio, 110:1-3).
Esta es una sura corta del Qur’an que debe ser memorizada en su lengua original, el bendito árabe de la revelación divina, pues define con elocuencia el paso elegido del andar humano por esta vida: vivir con la certeza de que el auxilio, la ayuda de Dios, siempre está presente. Así nos hacemos parte de la verdadera comunidad de creyentes que vive, respira y camina alabando al Creador Supremo y pidiendo constantemente Su perdón, como muestra de humildad y reconocimiento a la fuerza más grande de todo cuanto existe. Esa fuerza es Dios, Allah, el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo, el Indulgente, la fuente de todo perdón y purificación.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Allah dice: ‘Soy como mi siervo me imagina y siempre estoy con él. Si en privado él me recuerda, en privado Yo me acuerdo de él. Si él me recuerda al estar acompañado, Yo lo recuerdo mejor acompañado. Si él avanza un paso hacia Mí, Yo avanzo diez hacia él. Si él avanza diez, Yo avanzo veinte. Si él camina hacia Mí, Yo llego corriendo hacia él’”.
Invoquemos a Allah, como nuestro Profeta solía hacer. Pidamos Su guía y Su luz. Y pidamos llenarnos de esa luz divina para poder dar luz y alumbrar el camino que nos llevará a todos de regreso al Creador.
Imam Ghazali, el gran maestro del islam, definió a la verdadera luz como aquella que se ve a sí misma, que ve a los demás y que permite ver a los demás. Esa es la luz de la pureza y la sabiduría natural, la luz del ser humano que se conoce a sí mismo, que comprende y conoce a los demás seres humanos y que les ofrece luz para que ellos mismos se conozcan, y reconozcan a los demás. Esa es la luz de la victoria. Es la luz del ser humano que vive, respira y camina seguro hacia su Señor.
“Alabado seas Señor. Tú eres la verdad y Tu promesa es verdad. Tu palabra es verdad, el encuentro contigo es verdad, el jardín eterno es verdad, el fuego es verdad, los profetas son verdad y Muhammad es verdad. La hora es verdad. Oh, Allah, a Ti me someto, en Ti creo y en Ti confío”.
“EL DESTINO BENDECIDO”
César Domínguez
Una súplica del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve:
“Oh Allah, mi oración, mi sacrificio, mi vida y mi muerte son para Ti. A Ti es mi retorno y para Ti, lo que dejo atrás”.
¿Qué es lo que dejamos atrás? Claro, son nuestras acciones, nuestras intenciones, nuestros resultados, nuestros planes durante el transcurso de esta vida. Y sí, todo es para Dios, glorificado y elevado sea El, pues El es el Creador de todo cuanto existe. Y El es quien decide si esas acciones nuestras son merecedoras de una recompensa, de un perdón, de una lección, de un castigo.
¡Qué hermoso es, entonces, el destino del ser humano! Somos bendecidos con el más justo de los jueces, como lo proclama el Qur’an:
“¿Acaso no es Dios el más justo de los jueces” (sura al-Tin, el Higo, 95:8).
¿Y no nos ha dotado el Más Misericordioso con todo lo que necesitamos para ir por ese sendero que nos llevará de retorno a El? Recordemos que cualquier necesidad insatisfecha, si es válida, será satisfecha en su momento. Cualquier vacío que tengamos desparecerá cuando el Más Justo de los jueces lo decrete. Y nuestra fe nos dice que eso sucederá en el mejor tiempo para nosotros; es decir, cuando verdaderamente sepamos aprovechar la bendición recibida e incrementar nuestra gratitud, elevándose el espíritu que sólo existe para glorificar al Creador Supremo. No hay poder ni fuerza más grande que en Allah, glorificado y elevado sea El.
“Dios os ha creado de tierra, luego de un óvulo fecundado, luego los hace parejas. Ninguna mujer concibe ni da a luz sin que El tenga conocimiento. A nadie se le alarga ni se le acorta la vida sin que ello conste en un Libro. Eso es fácil para Dios” (sura Faatir, Creador, 35:11)
“COOPERACION Y RESPETO”
César Domínguez
Di, ¿queréis saber quiénes serán los más perdedores por sus obras? Aquellos cuyo celo por la vida del mundo los haya extraviado o los que creyeron que hacían el bien con lo que decían” (sura al-Kahf, La Cueva, 18:103-104).
Este crucial mensaje del Qur’an, palabra de Allah, glorificado y elevado sea El, viene a la mente en relación al tiempo actual que vivimos los musulmanes occidentales, es decir, nosotros, los musulmanes conversos nacidos y crecidos en las ricas tradiciones de nuestras ancestrales culturas occidentales; es decir, los tiempos en que la mayoría de nuestras familias, vecinos, compañeros de trabajo y estudio, se reúne para celebrar la época de Navidad, para celebrar a la familia y al retorno al hogar, para celebrar el fin de año y la llegada de un nuevo tiempo de vida.
Mucho se debate en los círculos musulmanes occidentales sobre estas fechas y sobre la forma en que un musulmán debe comportarse con sus familiares, vecinos, amigos y compañeros no musulmanes. Hay diversidad de opiniones al respecto, y cada quien deberá informarse y decidir la mejor forma de proyectar la bella y verdadera imagen del islam, su alto sentido cívico y ético y su respeto irrestricto a la diversidad y pluralidad.
A continuación reproducimos las reflexiones del Dr. Fathi Osman (1928-2010), reconocido escritor y erudito egipcio-estaduounidense, autor de Concepts of the Qur’an, Contemporary Issues in an Islamic Perspective, Islam in a Modern State: Democracy and the Concept of Shura (entre muchos otros libros y tratados), infatigable defensor del diálogo y cooperación entre musulmanes, cristianos y judíos, maestro y mentor de LALMA por muchos años. Su pensamiento se enlaza con el pasaje coránico anterior, puesto que éste nos habla de una actitud justa, equilibrada y serena ante los asuntos de este mundo y nos advierte de no caer en celos excesivos por situaciones mundanas, como puede ser la supuesta defensa o predicación de valores que no necesitan ser defendidos o impuestos, ya que esa defensa o predicación puede terminar causando más mal que bien. Prestemos atención al siguiente diálogo:
DIALOGO CON EL DR. FATHI OSMAN Y MIEMBROS DE LALMA (traducción)
PREGUNTA: ¿Puede un musulmán asistir a celebraciones familiares no musulmanas, como bautizos, bodas, que son parte de su cultura y son punto de reunión familiar?
RESPUESTA: En mi opinión, el islam no debe ser causa de división o separación familiar. No hay razón para ello. En este caso, se trata de un musulmán dentro de una sociedad cristiana, no pagana ni idólatra. Los cristianos siguen el mensaje de Dios. Asistir a una boda, a una celebración en una iglesia por el nacimiento de un hijo, no tiene nada de malo. Una iglesia debe ser un sitio de respeto para un musulmán, es un lugar de adoración, para adorar a Dios. Existen diferencias, claro, en nuestra postura ante la naturaleza de Jesús, pero aún así, una iglesia es un sitio para alabar al Dios único. Aún aquellos que creen en la Trinidad, al final son creyentes del Dios único. Entonces, no hay razón para separarse de la familia o de la comunidad por el hecho de se musulmán. Debemos presentar al islam como una fe monoteísta, y las religiones monoteístas, basadas en las escrituras, deben ser respetadas, aceptadas por un musulmán. El islam no debe ser causa de separación, división o riña para las familias. Esto en nada beneficiaría al islam o a la sociedad. El islam es para el beneficio de la humanidad en esta vida y en la otra vida.
En cuanto a celebraciones de la navidad, tenemos diferencias sobre la resurrección de Jesús, pero no sobre su nacimiento. Nos alegramos por el nacimiento de Jesús. No perdamos el tiempo discutiendo si Jesús es el hijo de Dios o no, si resucitó o no. Los musulmanes creemos en Jesús como Profeta, que su nacimiento fue un milagro, que nació sin padre. Las reuniones familiares no son el lugar para discusiones serias, asistamos a ellas para celebrar, convivir con la familia, con los amigos. Ya si alguien le pregunta a uno en privado qué pensamos sobre Jesús, entonces podemos hablar y discutir este tema entre dos, tres personas, de forma seria y positiva. No ocultemos nuestras convicciones, pero tampoco las expresemos en ocasiones que no son las apropiadas.
PREGUNTA: ¿Podemos poner árbol de navidad en nuestras casas, celebrar festividades como el día de la independencia, el día de la madre, el cinco de mayo?
RESPUESTA: Primero, sobre el árbol de navidad. Es muy importante decorar nuestras casas para regocijo de nuestros hijos, crear un ambiente de alegría, en las Fiesta al final de Ramadán y la Fiesta del Sacrificio. Esto es muy importante, así cuando les digamos a nuestros hijos que no vamos a tener árbol de navidad que no sientan que es el fin del mundo. Ahora, si visitamos a un vecino o pariente cristiano que celebra la navidad y tiene árbol en su casa, perfecto, qué bueno para él, no para nosotros. Lo visitamos y le deseamos feliz navidad. En cuanto a la celebración de una festividad como el día de la independencia, esta celebración es, en esencia, la celebración de la dignidad humana, la justicia, el respeto por los seres humanos, trátense de musulmanes, cristianos, judíos. Participar en una celebración así es positivo, una vez que estemos cumpliendo nuestro compromiso como musulmanes.
PREGUNTA: ¿Y sobre la celebración de Halloween?
RESPUESTA: Halloween puede ser aceptado como una festividad social. Aunque algunos creen que es la ocasión para convocar a ciertos espíritus o fuerzas. A mí no me parece que es el motivo dominante. Es más un evento social, popular, para estar contentos, que los niños reciban dulces en las casas. No debemos alejarlos de una ocasión alegre. Algunas veces queremos separar a la religión de la alegría, de la risa. Es mi deseo que los musulmanes, los cristianos, los judíos representen su humanidad, su gusto por la felicidad, la alegría en la convivencia, en la sociedad.
PREGUNTA: Me convertí al islam hace algunos años, pero toda mi familia es católica. ¿Puedo rezar por mis familiares no musulmanes y por mi padre, que ya falleció?
RESPUESTA: Sí, por supuesto. Islam significa sumisión a Dios. Como concepto general, islam es el mensaje de todos los profetas porque proclama el reconocimiento de un solo Dios. Así que recemos por todas las personas que siguen este principio. En segundo lugar, recemos por todas las personas que desconocen este principio porque Dios perdona a todo aquel que desconozca el principio de la unicidad de Dios.
PREGUNTA: Mi mamá es latina y nació católica. Se ha convertido al islam, pero no sabe mucho sobre el islam, las oraciones, la forma musulmana de adoración. ¿Cómo puedo ayudarla?
RESPUESTA: Primero, ¿tiene la madre algún impedimento físico para realizar la postración a la hora de orar? Allah decreta que si alguna persona está enferma y no puede hacer la postración, hincarse, puede entonces rezar sentada. Yo mismo rezo sentado, no puedo hacer los movimientos de la oración. Inclusive, si la persona está enferma, puede rezar en cama y simular los movimientos de la oración con la vista. Para la ablución o wudu’, si la persona no puede realizarla, entonces puede hacer el tayamum, poner la palma de la mano sobre alguna superficie porosa, no necesariamente la tierra, pero sí algo como una pared que contenga elementos relacionados con la tierra, frotar su cara y las manos. La oración no debe ser difícil.
Si la persona no puede memorizar las oraciones por alguna razón, no puede memorizar al-Fatihah, está bien; puede decir Allahu Akbar, “Allah es Supremo”. Si le resulta imposible aprender al-Fatiha en árabe, existen algunas opiniones (que no son las predominantes) que indican que puede recitarse en algún otro idioma. Existe un número de facilidades par aprender a rezar como musulmán. Lo importante es que la persona se sienta en comunicación, se conecte con el Ser Supremo, para fortalecer su espíritu. Para esta pregunta específica, yo recomiendo que se comience invitándola a observar y seguir a otra persona que rece frente a ella y pedirle que simplemente siga los movimientos. Si no puede hacer los movimientos y tiene que estar sentada, entonces que haga simplemente algún movimiento de cabeza, una inclinación ligera.
PREGUNTA: ¿Deben estar separados los hombres de las mujeres en un grupo, una reunión?
RESPUESTA: La separación o segregación de los sexos es una cuestión social que no tiene sus orígenes en la religión. La religión requiere que el hombre y la mujer estén separados sólo si se trata de un solo hombre y una sola mujer en una situación privada, a puerta cerrada. Esta es una conducta adversa. Si se trata de un grupo de hombres y mujeres, entonces está bien, no es obligatorio que estén separados. La religión requiere la modestia no sólo en la mujer, sino también en el hombre, en su forma de vestir, que no llame la atención ni inviten al deseo. Hombres y mujeres deben ser discretos y modestos en sus relaciones, tratarse con respeto y esto no significa que, al hablarse, deben bajar la mirada.
PREGUNTA: ¿Existe algún pecado que Dios no perdonará?
RESPUESTA: De acuerdo al Qur’an, la adoración a otra entidad, a un ídolo, no será perdonada. Si la persona es ignorante de esto, si carece de información, digamos, que viva en un lugar remoto donde no existe conocimiento del Creador, entonces Allah dice: todo ser humano es responsable dentro de los límites de su capacidad. Nosotros no debemos juzgar quién será perdonado y quién no. No somos dios. El conocimiento de Allah es total y El conoce las habilidades y la situación de cada persona. No juzguemos. El perdón o el no perdón sólo pertenece a Allah en el día del Juicio Final.
PREGUNTA: ¿Cuáles son las condiciones especiales que una persona debe observar al hacer dawa’ a alguien que es mexico-americano?
REPUESTA: En general, es mejor hacer dawa’ con las acciones de uno, nuestra conducta, que con la palabra. Una buena manera de difundir el islam es conducirse con honestidad, con respeto, con valor ante los demás, que hable nuestra consciencia, nuestro corazón. Y comenzar con las similitudes, con lo que nos une, no con las diferencias: que todos creemos en un solo Dios, que creemos en el mensaje de Abraham, de Jesús, de Moisés. Como dice el Qur’an: cuando rezamos, lo importante no es dirigirnos al este o al oeste, sino es nuestra fe, nuestra fe en Allah. Y también, al hacer dawa’, es importante hablar de nuestro compromiso ante la sociedad, no de nuestros intereses personales y actuar con justicia.
“GLORIA Y PURIFICACION”
César Domínguez
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo en una ocasión: “La purificación es la mitad de la fe y la alabanza a Allah (alhamdulillah) completa la balanza. La gloria a Allah (subhanallah) y la alabanza a Allah (alhamdulillah) llenan lo hay entre los cielos y la tierra. La oración es luz. La caridad es prueba de fe de quien la da. En la paciencia los asuntos se ven más claros. El Qur’an será una prueba a favor o en contra. Cada uno comienza el día como vendedor de sí mismo, condenándose o liberándose”.
Con estas palabras altamente significativas, el Profeta del Islam nos habla de los dos aspectos fundamentales de la vida del creyente: la purificación del corazón y la alabanza constante al Creador de todo cuanto existe. En pocas palabras, el Profeta nos muestra la forma más eficaz de purificar el corazón: a través de la caridad y las buenas obras, a través de la paciencia con los asuntos del diario vivir, a través de la alabanza constante a Dios (diciendo alhamdulillah y subhannallah). ¡Gloria a Dios por encima de todo!, ¡alabado sea Dios!, ante lo bueno y lo hermoso, ante lo difícil y lo adverso. Todo puede, y debe, transformarse en una alabanza al Ser Supremo.
También el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, nos habla de la importancia vital de nuestra relación activa con el Qur’an, la revelación divina. Bendito es el tiempo que dedicamos todos los días para leer, recitar y estudiar el Qur’an. Es ése el tiempo en que nos apartamos de las cosas mundanas y nos dedicamos a la cultivación del espíritu. Es el tiempo predilecto del verdadero creyente.
Así comienza la sura de los Creyentes en el Qur’an: “Verdaderamente, la felicidad será de los creyentes, los que hacen su oración con humildad, los que se apartan de la frivolidad, los purificados” (sura al-Mu’minún, los Creyentes, 23:1).
“LA AYUDA A DIOS”
César Domínguez
El Qur’an proclama: “Oh, vosotros que creéis,si ayudáis a Dios, El os ayudará y hará firmes vuestros pasos” (Sura Muhammad 47:7).
Una de las mejores formas de ‘ayudar’ a Dios, de servir a Su creación, es manteniendo la armonía en las relaciones humanas, alejando el rencor y los malos sentimientos.
Se dice que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, habló así sus compañeros: ‘¿Les digo de la acción que es mejor que el ayuno, la caridad y la oración?’ Los compañeros respondieron que sí. Entonces, el Profeta dijo: ‘Esa acción es la reconciliación entre musulmanes; el rencor entre ellos destruye’.
El rencor, como la ira, es un sentimiento negativo que nunca tendrá otro efecto más que la destrucción y el fin: la destrucción de un lazo de fraternidad, la destrucción de una esperanza, el fin anticipado de una relación y un propósito conjunto, puesto que el rencor limita severamente la capacidad de alcanzar metas y cumplir objetivos.
El Qur’an nos dice: “Qué mejor palabra que la que llama a Dios, obra con rectitud y dice, yo soy de los sometidos a Dios. No son iguales la bondad y la maldad. Responde con la mejor actitud y aquel con el que tenías enemistad será un amigo ardiente” (Sura Fussilat, Expuesto con Claridad, 41:33-34).
En toda la vasta tradición islámica, siempre ha habido lugar para la diferencia de opiniones y la flexibilidad de entendimiento. Así lo afirman los más grandes eruritos del islam; así lo enseñó el Profeta Muhammad, siempre respetuoso y considerado de los demás y siempre listo para enmendar cualquier maltentendido; así lo afirma el Qur’an al hablarnos de la diversidad de lenguas y colores en la creación de Dios.
Allah, glorificado y elevado sea, nombró al ser humano guardián de esta tierra. Vinimos a este mundo a conocernos unos a otros y a construir y crecer en base a nuestras relaciones con los demás. Somos imperfectos y, como tales, la discrepancia entre seres humanos es común. La enseñanza del Profeta nos aconseja a elevarnos por encima de nuestros propios deseos e ideas y buscar siempre el bien común en nuestras acciones. Este es el proceder correcto del musulmán, el ser sometido a Dios. Al mal se le combate y se le vence con el bien; a la ira se le elimina con la paciencia y la bondad. El Profeta del Islam dijo: ‘Allah eleva el honor de aquel que perdona’.
Finalmente, el verdadero creyente sabe que todo sucede por una razón que es decreto divino:
“Y para aquel que pone su confianza en Dios, El le basta. Dios hará que el designio se cumpla, y ha establecido para cada cosa un término y una medida” (sura al-Talaaq, el Divorcio, 65:3).
“GRATITUD A ALLAH”
César Domínguez
“Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí,Yo estoy cerca y respondo al ruego del que pide, cuando Me pide. Así pues, que Me respondan y crean en Mí, ojalá se guíen rectamente”
(Sura al-Baqara, la Vaca, 2:186).
Este verso de Qur’an, uno de los más profundos en significado, sigue inmediatamente a los versos 183-185 de Sura al-Baqara donde se establece la orden del ayuno y la normas que lo rigen. En el verso 184, se nos dice, “Dios quiere para vosotros lo fácil y no lo díficil” y da licencia del ayuno a quien esté enfermo o de viaje. A través de nuestro camino en el islam, aprendemos que ninguna práctica de nuestra fe debe ser demasiado ardua de cumplir, ni mucho menos impuesta a la fuerza. Si el Qur’an continuamente nos llama a hacer uso de nuestra razón es porque, con la razón, podemos comprender la finalidad de nuestro andar por esta vida y la misión que Dios nos ha encomendado cumplir.
El esfuerzo es parte integral del crecimiento; pero no debemos confundir esfuerzo con dificultad o complicación. El creyente asume el ayuno, pilar del islam, como un acto de adoración y amor al Ser Supremo, Creador de todo cuanto existe. Todo esfuerzo que se hace por amor no debe significar sacrificio ni dificultad extremas. En Su infinita misericordia, Dios nos lo revela así en el Qur’an. También nos dice que El está siempre cerca para responder a nuestros esfuerzos y nuestras súplicas. Así el esfuerzo del ayuno, o cualquier otro esfuerzo en el cumplimiento de los ritos de adoración prescritos, se transforma en una extraordinaria oportunidad de súplica a Dios. Dios está cerca y responde “al ruego de que pide”. La recompensa está garantizada y es superior a todo esfuerzo realizado. Por tanto, el musulmán dice alhamdulillah, la alabanza es para Allah, cuando recibe una gracia de Dios, al igual que cuando se enfrenta a una dificultad para cumplir con la adoración prescrita.
La gratitud a Allah comienza con la glorificación de Su nombre. La Sura del Altísimo en el Qur’an comienza con la siguiente exhortación “Glorifica el nombre de tu Señor, el Altísimo” (87:1). ¿Por qué glorificamos nosotros los musulmanes a Dios? Glorificamos a Dios porque es nuestro creador, es quien nos dio la vida, porque no ha dado este mundo, Su creación, en el cual vivir, porque no ha dado el don del libre albedrío, para vivir en libertad y cumplir nuestra misión y nuestros propósitos, porque nos ha dotado de intelecto para razonar y comprender al resto de Su creación, porque continuamente nos prepara para ser útiles y servir al prójimo.
Glorificamos a Dios porque nos envío al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, y al resto de Sus profetas y mensajeros para instruirnos, para recordarnos el mensaje de Su palabra, para advertirnos cuando nos apartamos del camino del bien. A través de sus mensajeros, Dios nos ha enseñado la oración, nos ha enseñado a pedir por Su misericordia y Su guía, a rogar perdón por nuestras faltas. Glorificamos a Dios porque nos ha brindado acompañantes a lo largo de nuestro camino en la vida. Nunca estamos verdaderamente solos. No únicamente Dios nos acompaña; también nos acompañan otros seres humanos, hombres y mujeres, que nos escuchan, que nos ayudan en momentos de dificultad, que nos dan alegría y a quienes podemos servir y amar. A todos ellos, empezando por Allah, glorificado y alabado sea El, debemos gratitud por siempre.
“VALOR DEL PERDON Y AYUDA AL PROJIMO”
César Domínguez
“Desciende el Libro procedente de Dios,el Poderoso, el Omnisciente, el Perdonador de los pecados, el Receptor del arrepentimiento…” (sura al-Ghaafir, el Perdonador, 40:2-3).
Las siguientes citas son extraídas del valiosísimo “Contrato de Hermandad” de Imam al-Ghazali, el ilustre teólogo y pensador musulmán del siglo XII, y se encuentran en el capítulo sobre la obligación de perdonar los errores y flaquezas de los demás. Que Dios bendiga a todos los grandes eruditos del islam que nos han enseñado la mejor forma de cultivar el carácter del verdadero creyente, siervo del Todo Misericordioso.
“Si tomas a alguien por hermano, no le pongas reparos a lo que tú desapruebas, porque quizás la respuesta que recibas va a ser peor que aquello de lo que te quejabas en primer lugar”.
“La hermandad, el compañerismo, es un lazo de carne, como los lazos de sangre, y no está permitido volver la espalda a un pariente o compañero a causa de una ofensa.
“Se ha dicho que debes buscar setenta excusas para los delitos de tu hermano. Y si tu corazón no acepta ninguna de ellas, debes culparte a ti mismo, diciéndole a tu corazón: ‘¡Qué duro eres! Tu hermano presenta setenta excusas y todavía no le aceptas. ¡Tú eres el que está en falta y no tu hermano!’”
“El cumplimiento del contrato de hermandad es obligatorio, una vez que se ha establecido. El parentesco necesita afecto; pero el afecto no necesita del parentesco. Por eso se dice:
‘El afecto de un día es relación, el de un mes es parentesco, el de un año es un vínculo de sangre. Si alguien lo destruye, Dios le destruirá a él’”.
Indudablemente, es signo del verdadero creyente estrechar los lazos que lo unen a sus hermanos, a sus compañeros en la fe y en la devoción. El Qur’an nos brinda múltiples consejos y lecciones para hacer frente a las faltas de los demás, es decir, cómo reaccionar y accionar de la mejor forma no sólo para contribuir a la corrección del error mismo, sino también para servir con el mejor ejemplo que ayude al otro a reconocer la falla y corregir el camino.
“Buscad ayuda en la paciencia y la oración. Ciertamente es difícil, excepto para los humildes” (Sura al-Baqara, la Vaca, 2:45).
El mensaje divino nos insta a ser pacientes y cultivar el buen carácter a través de la oración, es decir, a través de la constante cercanía al Creador. Cualquier consejo, lección o asistencia que brindemos a los demás debe darse con humildad y respeto.
“Los siervos del Más Misericordioso son aquellos que caminan por la tierra con modestia y que, cuando los ignorantes se dirigen a ellos, responden con paz. Y los que se desvelan por su Señor, postrados y de pie” (Sura al-Furqán, el Criterio, 25:63-64).
La conexión entre el fortalecimiento del carácter y la devoción constante es más que clara. No hay fórmulas intermedias que nos ayuden a evitar el mal ajeno (que puede ser, en muchos casos, reflejo de nuestras faltas propias). Sólo la fe absoluta en los designios de Dios y la sumisión absoluta ante el Todopoderoso nos harán responder de la forma correcta y noble como debe hacer todo musulmán.
“El Mensajero de Dios, que Dios le bendiga y le dé paz, dijo: ‘Teme a Allah donde quiera que estés y, si cometes una mala acción, haz inmediatamente una buena acción que te haga borrar la falta anterior. Y compórtate correctamente con la gente’” (de Abu Dhar Yundab ibn Yunada y Abu Abdurrahmán Muádh ibn Yabal, que Dios esté complacido con los dos – hadiz relatado por al-Tirmidhi).
“El Profeta, que Dios le bendiga y le dé paz, dijo: ‘Protege a Allah obedeciendo sus mandatos y alejándote de sus prohibiciones y Él te protegerá. Protege a Allah y siempre estará contigo. Y si pides ayuda, pídesela a Allah. Y debes saber que si toda la gente se reuniera para beneficiarte en algo, no te beneficiarían en nada que no hubiese decretado Allah para ti. Y si se reunieran para perjudicarte en algo, no te perjudicarían en nada que no hubiese decretado Allah para ti. Pues ya está todo escrito’” (de ibn Abbás, que Dios esté complacido con él – hadiz relatado por al-Thirmidi).
“PACIENCIA E INQUIETUD”
César Domínguez
“Los pacientes, los veraces, los piadosos, los caritativos, los que imploran perdón hasta el alba”
(sura al-‘Imran, 3:17).
Así enumera el Qur’an algunas cualidades fundamentales del verdadero creyente, comenzando por la paciencia. En otro verso del Qur’an, se nos dice:
“Ciertamente, el humano ha sido creado inquieto” (sura al- Ma’arij, las Gradas, 70:19).
La inquietud natural del ser humano encierra claramente un propósito positivo; es la inquietud que genera curiosidad, movimiento, búsqueda. El libre albedrío con el que fuimos dotados decide si esa inquietud nos lleva a la superación y a la iluminación o nos conduce a la pérdida, la inseguridad y la insatisfacción. Sólo la fe paciente en el Señor de los mundos, el Más Misericordioso, nos guiará hacia la luz y la seguridad, signos naturales del verdadero creyente.
La única salida a la desesperación y preocupación frecuentes (signos de aquellos que son débiles en la fe, o carecen de ella) es el acercamiento constante, paciente, decidido, sincero al Todopoderoso. El islam, a través de esa práctica constante de nuestra fe, nos ofrece la estructura sobre la cual construir la vida, preservando la bondad y el amor natural con el que fuimos creados por el Creador de todo cuanto existe.
La necesidad de preservar esa bondad y ese amor natural se refleja en las siguientes palabras del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “Teme a Allah donde quiera que estés y, si cometes una mala acción, haz inmediatamente una buena acción que te haga borrar la falta anterior. Y compórtate correctamente con la gente”.
Y en Qur’an, el ser humano recibe la advertencia divina:
“¿Cree que nadie podrá contra él? Dice él, he consumido riqueza en abundancia. ¿Cree que nadie lo ha visto? ¿No le hemos dado dos ojos, una lengua y dos labios? ¿No le hemos mostrado los dos caminos?” (90:5-10).
Los recursos que Dios nos otorga para esta vida son abundantes, tanto de carácter físico, como intelectual y emocional. Pero aquí aparece la advertencia: el abuso, el exceso, no conduce a nada bueno. Dios, además, nos dio la capacidad para tomar nuestras propias decisiones y ser dueños de nuestro destino y de las consecuencias de nuestras acciones.
Ningún éxito alcanzará aquel que camina solo o rechaza a los demás, Es en compañía como el ser humano crece y se eleva en grado. Aquel que se esfuerza por ser ejemplo para los demás, que cree y practica la paciencia y la misericordia, es aquel que nunca olvida que todo ser humano puede proporcionarle una lección, un incentivo o una advertencia para crecer y prosperar. Es aquel cuyo camino –por más arduo que a momentos pueda ser- siempre es hacia adelante, en dirección al encuentro último con Allah, glorificado y elevado sea El.
“EL COMPAÑERO DEL QUR’AN ”
César Domínguez
“Este libro, no hay duda en él, es guía para los conscientes, aquellos que creen en lo desconocido, establecen la oración y, de lo que les hemos provisto, dan. Y aquellos que creen en lo que descendió sobre ti y lo que descendió antes de ti y de la otra vida están ciertos. Esos son los que siguen la guía de su Señor, ellos prosperarán” (Sura al-Baqara, la Vaca, 2:2-5).
El Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve, dijo: ‘Al compañero del Qur’an se le dirá, recita y asciende, asciende con facilidad tal como recitabas con facilidad el Qur’an en este mundo. Tu morada final será tan elevada como la recitación del último verso que recitaste”.
Seguir la guía de Dios es seguir Su Palabra, el Qur’an, es entrar en el mundo del más bello conocimiento, es escuchar el sublime sonido de sus signos, es comprender su mensaje con la razón y las emociones. El Qur’an es recitación que se ha mantenido viva por más de mil cuatrocientos años y perdurará a través de los tiempos, insha’allah.
La tradición de dedicarse por completo a la recitación del Qur’an, es decir, de preservar vivo el mensaje del Todo Misericordioso, es la más bella ocupación del ser humano consciente de su Creador. El mensaje del islam llegó a todos los confines de la tierra a través de la recitación del Libro de Allah. El Qur’an nos dice:
“Aquellos a quienes hemos entregado el Libro, lo siguen con la verdad, son los que creen en él” (2:121).
El milagro del Profeta de Islam fue la recitación de la Palabra de Dios, que recibió del Angel Gabriel y que, a lo largo de veintitrés años, cambió la vida de todos aquellos que la escuchaban en voz del mismo Profeta, transformando así el curso mismo de la historia del mundo.
Todo ser humano necesita de la guía de Dios para caminar por el camino de esta vida. La guía divina es precisamente el Qur’an. El Qur’an es el corazón de las oraciones del musulmán. Es la mayor fuente de conocimiento; pero no todo el que llega a él, que lo lee o recita, se transforma de la misma manera. ¿Cuál es nuestra intención al acercarnos al Qur’an?, ¿quién es un verdadero compañero del Qur’an?, ¿cuánto tiempo dedicamos a diario a relacionarnos con el Qur’an, a leerlo, comprenderlo, preservarlo en la memoria y el corazón?, ¿cuánto abrimos el corazón al Qur’an? La respuesta a estas preguntas es clave para la verdadera transformación o beneficio que recibiremos del Qur’an.
Sí, el Qur’an es transformación, elevación y culminación para todo corazón humano que late por la gracia de su Señor, es la puerta a la morada final de la que habló el Profeta. Para quien va al Qur’an con la mente y el corazón abiertos, anhelante de la luz y guía de Dios, están reservadas las más altas bendiciones.
“Dios hace descender la mejor de las enseñanzas en forma de una escritura divina con total coherencia interna, que repite cada formulación de diversas formas, ante la cual se estremece la piel de los que temen a su Señor” (sura al-Zumar, las Multitudes, 39:23).
“CREACION Y SALVACION”
César Domínguez
El Qur’an nos dice:
“Ciertamente, los que han llegado a creer,los que siguen el judaísmo, los cristianos y los sabeos, quien cree en Dios y en el Ultimo Día y obra rectamente, tendrá su recompensa frente a su Señor, nada tiene que temer y no se lamentará” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:62).
El mensaje de este verso es muy claro. En el islam, la idea de la salvación se condiciona a tres elementos: la creencia en Dios, la creencia en el Día del Juicio y la rectitud en la acción. Nuestra sociedad se caracteriza por su diversidad. Dónde vivimos, qué idioma hablamos, de dónde somos, determina en gran medida nuestro carácter y nos hace diferentes; pero el valor esencial, es decir, la fe en Dios, la responsabilidad de nuestros actos, el respeto a los demás, es lo que nos une y nos hace vivir juntos y compartir, ser hermanos. Nadie está por encima de otro. Vinimos a esta vida a aprender y a servir.
Día a día honramos a Dios con nuestras oraciones; pero si nuestra práctica de devoción no nos sirve para comprender a los demás, especialmente a los que no son como uno, entonces quedamos a medio camino. El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Los seres humanos son todos hijos de Adán y Adán fue creado de tierra”. Jesús dijo, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Y, en el Corán, Allah, glorificado y elevado sea El, nos dice : “Os hemos creado a partir de un varón y una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus para que os reconozcáis unos a otros”. Realmente, el más noble de vosotros es el más profundamente consciente de Dios”.
Los musulmanes, al igual que judíos y cristianos, creemos en el Día del Juicio Final, cuando estaremos ante la presencia de Dios y rendiremos cuenta de nuestras acciones en esta vida. Un verso del Corán señala:
“Ese día el hombre será informado de lo que adelantó y lo que atrasó” (sura al-Qiyaama, el Levantamiento, 75:13).
Este es un mensaje de gran significado. Allah, glorificado y elevado sea El, es Omnipotente y Omnipresente. El es testigo de todos nuestros actos, los públicos y los privados, los de hoy y los de ayer, es decir, lo que tenemos por delante y lo que dejamos atrás. Hay otro significado además y ésta es la belleza del Corán, la profundidad de sus signos y enseñanzas. El verso también alude a lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Como personas de fe, sabemos que es nuestro deber realizar buenas acciones y evitar el mal. ¿Pero qué tan conscientes estamos del bien que no hacemos? Es decir, cuando se nos presenta la oportunidad de realizar una buena acción, de servir a alguien, y preferimos mirar para otro lado: presenciamos una injusticia, vemos a un necesitado, podemos hacer algo; pero, simplemente, nos desentendemos, por pereza, por debilidad, por inconsciencia. Recordemos que Dios está presente en todo y que todo esfuerzo, toda buena obra tiene su recompensa y nos ayuda a ser mejores. Que el bien y la belleza nos acompañen siempre y que el mal quede atrás.
“EL BUEN CAMINO”
César Domínguez
Dijo el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: ¨Muestren el buen camino y no pasen mucho tiempo en aquello que no les concierne¨.
El buen camino del que nos habla el Profeta es, naturalmente, el camino recto, el camino establecido, al·siratu al·mustaqím, el camino que somos llamados a seguir los creyentes. Es el andar de la excelencia, al·ihsan, la virtud a la que aspiramos los seres humanos. Ciertamente que esta excelencia se alcanza por medio del conocimiento y el cumplimiento fiel de las obligaciones de nuestra fe, comenzando con los ritos de adoración prescritos por la fe. Es este cumplimiento consciente y constante el que purifica el corazón y nos da la sabiduría necesaria para vivir con excelencia y mostrar con el ejemplo ese buen camino que debemos seguir.
Dios nos da la sabiduría para el buen vivir. Así nos los dice el Qur´an:
¨El concede la sabiduría a quien quiere. Y a quien se le da sabiduría, se le ha dado un gran bien” (sura al·Baqara, la Vaca, 2:269).
Entre las primeras manifestaciones del don de la sabiduría está el reconocimiento de la misericordia infinita del Creador, al·Rahmán: todo bien, toda licencia, todo derecho que posee el ser humano, viene de Allah, glorificado y elevado sea El.
El Profeta, que Dios le bendiga y le salve, nos advierte de no pasar mucho tiempo en aquello que no nos concierne. Las deficiencias humanas ajenas no son campo de cultivo para la opinión o el juego. Al mal se le combate con el bien. El mejor antídoto de la ignorancia es el conocimiento certero, y el conocimiento certero va de la mano de la sabiduría, ese regalo divino que nos permitirá, con el favor de Allah, glorificado y elevado sea El, mostrar el buen camino a través de la buena palabra y la buena acción.
“LA LICENCIA DIVINA”
César Domínguez
Allah, glorificado y elevado sea El, nos dice en el Qur’an:
“[Dios es] quien hace que rompa el alba y El ha hecho de la noche calma y que el sol y la luna sigan sus cursos señalados. Esto es decretado por voluntad del Todopoderoso, el Omnisciente. Y El es quien ha dispuesto para vosotros las estrellas, para que podáis guiaros por ellas en medio de las tinieblas de la tierra y del mar. En verdad, hemos expuesto con claridad estos mensajes para una gente de conocimiento” (Qur’an, Sura al-An’aam, el Ganado, 6:96-97).
Cada día, en nuestras oraciones, llamamos a Dios al-Rahmán, el Todo Misericordioso. A pesar de esta constante alabanza que sale de lo más profundo de nuestros corazones, con qué facilidad, en nuestro diario vivir, nos perdemos en medio de esas tinieblas de la tierra y el mar, y qué rápido olvidamos que la misericordia del Todo Misericordioso está siempre presente para guiarnos y encontrar la salida.
Tener siempre presente la misericordia infinita de Dios es pilar fundamental de la fe. Toda bendición, todo favor, toda licencia que Dios nos concede, es prueba de la misericordia divina. Nuestra alabanza, nuestra devoción al Más Misericordioso es en respuesta a esa licencia divina, que nos facilita el cumplimiento de nuestras obligaciones. El curso natural de la vida nos indica que el día es tiempo de trabajo, estudio, esfuerzo y convivencia; la noche es tiempo de calma y reposo. Al finalizar el día, recogemos nuestro cuerpo, descansamos nuestra mente y ahí, en esos momentos, se abre una luz para la reflexión y la alabanza al Creador de todo cuanto existe.
A través de esta alabanza y reflexión, alimentamos la fe y esa infinita misericordia de nuestro Creador se hace presente, con toda su fuerza, en nuestros corazones. Esa luz es como la luz de las estrellas que guía a través de la oscuridad y las tinieblas. Nunca debemos negarnos a esa luz. Nunca demos paso al descanso de la noche sin haber hecho alabanza y súplica – una profunda forma de reflexión – al Todopoderoso. Esto nos fortalecerá a hacer frente a los retos y pruebas de esta vida y a nunca olvidar la luz misericordiosa que viene de Dios. Sólo así descansaremos en verdad y encontraremos la calma para el nuevo día. Como dijo el Profeta Muhammad, que la paz y bendiciones de Dios estén con él:
“Oh, Dios, házme de los que agradecen, házme paciente y perseverante”.
“MAS SOBRE LA BUENA PALABRA Y EL SILENCIO”
César Domínguez
El Profeta Muhammad, que la paz y bendiciones de Dios estén con él, en una ocasión dijo: “Que aquel que cree en Dios y en Ultimo Día, diga buenas palabras o permanezca en silencio y que aquel que crea en Dios y en Ultimo Día sea generoso con sus vecinos y con sus invitados”. Estas palabras del Profeta encierran una gran enseñanza. En nuestro trato con los demás, siempre debemos esforzarnos no sólo por dar una buena cara y una palabra amable. También es signo de fe en Dios cultivar pensamientos positivos sobre todos los que nos rodean. La fe en Dios debe manifestarse en los buenos propósitos, las buenas intenciones y el acto de siempre tener algo positivo que decir de todos los que nos rodean. Es difícil resistir la tentación de observar los malos hábitos de alguien y comentar al respecto; sin embargo, un comentario aparentemente inofensivo puede convertirse en una costumbre y, al paso del tiempo, en un arma destructiva. Por ello el Profeta nos habla del valor del silencio como opción a la palabra que causa daño.
Creer en Dios y en el Ultimo Día es saber que toda acción, toda intención, todo pensamiento, tiene su efecto y que ante Dios responderemos por cada uno de ellos. El Qur’an nos dice:
“No encontrarás falla alguna en la creación del todo Misericordioso” (sura al-Mulk, el Dominio, 67:3).
Es verdad que el signo de Dios está presente en cada uno de nosotros, todos hemos venido a este mundo por la gracia de Dios. En nuestro diario vivir, nos encontramos con energías positivas y negativas; sin embargo, es nuestra propia disposición interior la que determina cómo vamos a responder. Aquellos a quienes el Profeta se refiere en su discurso son los verdaderos creyentes que creen en Dios y en Ultimo Día y creen, también, en la bondad de toda la raza humana. La unión con Dios se manifiesta a través de la unión con los demás.
“EL CONOCIMIENTO EN LA ADORACION”
Dice Allah, glorificado y elevado sea El, en Su libro, el Qur’an: “Yo soy, ciertamente, Allah. No hay divinidad excepto Yo. Adoradme, pues, y estableced la oración para recordarme” (sura Taha, 20:14).
Así señala Dios, con claridad absoluta, que la misión fundamental del ser humano es rendirle culto a El, al Creador de todo cuanto existe, es cumplir con los ritos prescritos de la adoración, comenzando con la oración, como elemento fundamental de la relación entre Dios y los seres humanos. Además, en otro pasaje del Qur’an, se nos dice:
“Ciertamente, la oración inhibe la indecencia y lo reprensible” (sura al-Ankabuut, la Araña, 29:45).
Sabemos que la realización correcta de la oración sólo puede darse con conocimiento; es decir, estando plenamente conscientes del significado de la palabra y la acción en la oración. Por tanto, la adoración que nos ordena Allah, glorificado y elevado sea El, no sucede sino es con el conocimiento. Los ritos prescritos de adoración se reconocen por ser actos piadosos de obediencia, perfeccionados por el conocimiento.
Con el conocimiento, aprendemos los pilares de la oración y sus condiciones, su forma externa y su emoción interna; es decir, aprendemos a saber qué acciones son obligatorias en la oración, qué acciones o errores nulifican la oración, qué acciones la profundizan y qué acciones la disminuyen. Con el conocimiento, el ser humano aprende el lugar que cada cosa ocupa y el orden que cada cosa debe seguir. Sólo con conocimiento se distingue entre lo que es obligatorio y lo que es voluntario, entre lo que es importante y lo que no lo es, entre lo fundamental y lo secundario. El acto voluntario no puede anteponerse al acto obligatorio. No se elige algo sin importancia por encima de algo importante. No se ignora u olvida lo fundamental a causa de lo secundario. Mientras esta vida sea un campo de cultivo para la otra vida, será indispensable la búsqueda de conocimiento para fortalecer la adoración.
Dijo el Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le salve: “El conocimiento es un rayo que apunta al paraíso”.
SOBRE EL PERDON Y LA GRATITUD
César Domínguez
“Di, siervos míos que os habéis excedido en contra de vosotros mismos. No os desesperéis de la misericordia de Dios. Ciertamente, Dios perdona todas las faltas, pues El es el Gran Perdonador, el Gran Compasivo” (sura al-Zumar, los Grupos, 39:53).
En este verso del Qur’an, se nos exhorta a los creyentes a no olvidar jamás que nuestro Creador es el Todo Misericordioso, al-Rahmán, la fuente de toda misecordia, quien nos da la provisión que necesitamos y quien perdona nuestras faltas para aprovechar y gozar de Su provisión.
Todos los días comenzamos nuestras oraciones con la invocación, “bismillaahi al-rahmaani al-rahiim”, y cada acción de ese día la dedicamos a El, al Señor de los Mundos. Así, cuando nuestra mente se vuelve olvidadiza y nuestra acción se hace oscura, regresamos al camino recto a través del arrepentimiento y la súplica por el perdón que sólo viene de Dios.
Nunca olvidemos, ni por un momento, que la misericordia divina es el sello de la creación, y guía de nuestro paso por esta vida. Aquel que pide perdón de forma sincera recibe en abundancia la misericordia de Allah. El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Que no muera ninguno de vosotros sin haber mejorado antes su pensamiento de que Allah, Poderoso y Majestuoso, tendrá misericordia de él y obtendrá Su perdón”.
Y el perdón de Allah lo recibimos llenos de gratitud y alabanzas. Dijo el Profeta: “Ciertamente, Allah se complace en el siervo que, cuando come, da alabanzas a Allah por esa comida o que, cuando bebe, da alabanzas a Allah por esa bebida”.
Así nos los dice Dios en Su relevación a la humanidad:
“Y Mi misericordia abarca todas las cosas” (sura al-‘Araaf, el Discernimiento, 7:156).
PALABRA Y SILENCIO
César Domínguez
Dios, el Altísimo, el Todopoderoso, nos dice en el Qur’an:
“Acaso no ves como Dios compara la buena palabra con un árbol bueno cuya raíz es firme y cuyas ramas están en el cielo” (Sura de Ibrahim, no.14:24).
La buena palabra es un signo inconfundible del verdadero creyente. Aquel que es amable, comprensivo y paciente con los demás siempre hablará con gentileza y suavidad. Es deber del musulmán hacer a un lado la mala palabra, es decir, la palabra que confunde, ofende y denigra a los demás. Esto lo sabemos y nos esforzamos día a día por cumplir con este deber en todo momento y con toda persona. Sin embargo, el ser humano es débil y habrá ocasiones en que olvidaremos este mandato y nuestra lengua se convertirá en una espada que hiere, o diremos palabras carentes de razón que confunden al que nos escucha.
Quizás es más difícil para el ser humano reconocer en su vocabulario las palabras que confunden que las palabras que hieren. El creyente sabe cuando ofende a alguien con sus palabras; pero no siempre tiene la lucidez para reconocer cuando sus palabras, en vez de informar o dar conocimiento, causan confusión y duda. Este es un peligro constante en nuestras vidas. Todo aquel que aspira a servir, a guiar, a instruir, debe prepararse constantemente para que su palabra tenga esa claridad libre de confusión y duda.
Hablar con claridad, con esa buena palabra que llega hasta el cielo, es una virtud de inestimable valor. Y también lo es, definitivamente, guardar silencio. El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Quien crea en Allah y en el último día, que diga una buena palabra o permanezca en silencio”.
La buena palabra se cultiva, claro, con los buenos modales, con la práctica y con el estudio, es decir, aprendiendo a escuchar y reconocer las buenas palabras de los demás, reflexionando sobre lo que escuchamos, y sabiendo cuándo es mejor callar, cuándo contribuimos más a una reflexión o discusión con nuestro silencio, que con un comentario incierto. Recordemos ese gran consejo de Ali, sobrino del Profeta y cuarto califa del pueblo musulmán: “El que habla más, erra más”. Y recordemos que, en todo momento, Dios está presente escuchándonos:
“Oh, creyentes. Teman a Dios y hablen con una palabra acertada” (sura al-Ahzaab, la Coalición, 33:70
“ABRIRSE A LA LUZ DE LA VERDAD”
Por César Domínguez
¿Acaso no te hemos abierto el pecho?¿Y te hemos librado de la carga que pesaba sobre tu espalda y te hemos elevado en dignidad? Y, ciertamente, con cada dificultad viene la facilidad. Sí, con cada dificultad, viene la facilidad. Así pues, cuando hayas acabado, esfuérzate por másy a tu Señor anhela” (Qurán 94: 1-7).
Ciertamente este es uno de los suras cortos más bellos del Qur’an. Pertenece al periodo de La Meca, es decir, a los primeros años de la misión del Profeta Muhammad, paz y bendiciones sean con él, esos años de gran dificultad y pesar, cuando el mensaje del islam luchaba contra la hostilidad y la ignorancia de los mequíes. Cada uno de sus versos sirve de aliento al Profeta para continuar con su difícil misión, para crecer en su fe en Dios y fortalecer el carácter que le permitirá seguir venciendo los obstáculos que toda verdad enfrenta para salir a luz y tranformar a quien se ilumina con ella.
‘Abrir el pecho’, como dice el primer verso, significa enfrentarse a la verdad de nuestras vidas e iluminarnos con la luz que guía, la luz que viene de Dios. Uno de los atributos de Dios es precisamente ser La Verdad. La verdad libera y eleva a quien la enfrenta y la asume como guía de vida. La verdad confiere dignidad a quien la defiende. Un ser digno sólo puede hablar con la verdad. La verdad es sinónimo de honestidad. Un ser honesto sólo busca la verdad y sabe que la verdad vence toda dificultad. Por eso este sura nos dice, “con cada dificultad, viene la facilidad”.
¿Qué más podemos pedir de Dios? Este sura responde, en sus cortos versos, al anhelo humano de tener seguridad en la vida, la seguridad que sólo viene de Dios. El sura concluye con una exhortación a esforzarse por más, puesto que la defensa de la verdad es continua, no cesa. El que Dios nos brinde facilidad para enfrentar los problemas de la vida no significa precisamente que todo será cada vez ser fácil, sino que nuestro carácter cada vez deberá ser más fuerte para vencer las dificultades propias y ayudar a los demás a resolver las suyas. Esta es la misión del verdadero siervo de Dios, y en el Profeta Muhammad tenemos el mejor de los ejemplos.
“LA ORACION DEL VIERNES”
César Domínguez
El Qur’an nos dice:
“Oh vosotros que creéis. Cuando se llame a la oración en el día de la congregación,apresuraos al recuerdo de Dios y dejad el comercio. Esto es mejor para vosotros, si supierais. Y cuando termine la oración, dispersaos por la tierra y buscad el favor de Dios. Y recordad mucho a Dios, así prosperaréis” (Sura al-Jum’ah, la Congregación, 62:9-10).
Una de las grandes enseñanzas del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, señala: “Obedece los mandatos de Allah y lo encontrarás frente a ti. Ve en busca de Allah en la abundancia y El irá en busca de ti en la estrechez. Debes saber que tu error o acierto no van a impedir lo que te haya de suceder por decreto. La ayuda de Allah vendrá con la paciencia y la felicidad sigue a la desgracia. Y después de la dificultad, viene la facilidad.”
La oración diaria es un mandato de Dios en el islam. El mensaje del Qur’an nos llama a recordar nuestra obligación sobre la oración del viernes al mediodía, la oración de jum’ah. También nos recuerda los enormes beneficios de esa oración específica que ninguno debe olvidar. Considerar el día viernes como un día especial, hacer de la oración del mediodía en este día una oración más que especial, es parte de nuestra fe y nuestras esperanzas por vivir mejor, por caminar más seguros por el sendero de esta vida que nos lleva al Creador de todo cuanto existe.
Las palabras del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, nos aclaran cómo cultivar y proteger esa seguridad esencial para el camino de la vida: es obeceder a Dios en el cumplimiento de los ritos de adoración. Es saber que la ayuda de Dios está presente en todo momento. Es cultivar la paciencia ante la adversidad. Es saber que el destino natural del ser humano es el retorno al Todo Misericordioso, es decir, es la plenitud misma. Es, en fin, reconocer la facilidad de las cosas.
El Qur’an nos dice:
“Dios os ha hecho amar la fe y la ha hecho grata a vuestros corazones (Sura al-Hujuraat, Los Aposentos, 49:13).
Este amor a la fe se construye, se nutre y se mantiene con la verdad y belleza de nuestras acciones y nuestras intensiones, es decir, con lo bello que podemos ofrecer a Dios y al resto de la humanidad.
“EL SALUDO DE PAZ”
César Domínguez
Se cuenta que en una ocasión, un hombre preguntó al Profeta Muhammad, ¿qué es lo mejor en el islam? El Profeta respondió: ‘Alimentar a la gente y dar el saludo a todo mundo, aunque se trate de un desconocido’.
Como bien sabemos, el saludo de un musulmán es un saludo de paz. Entonces, la respuesta del Profeta es completa. El islam cubre todas las necesidades del ser humano, tanto las físicas como las espirituales. Entonces, el musulmán está comprometido con procurar el bien material y espiritual de su gente, de su pueblo. El musulmán, como dijo el Profeta, debe desear la paz de su prójimo por encima de todo y debe preocuparse por el alimento físico de los demás. Nunca deberá haber un verdadero necesitado junto a un verdadero musulmán. Atender las necesidades de los demás (ya sean necesidades materiales o espirituales) es signo de caridad, de fe. El Profeta dijo: ‘La caridad no disminuye la riqueza’. Al contr
ario, la aumenta, porque el ser caritativo crece ante su Creador.
Paz y abundancia son signos del paraíso, de la otra vida. El Qur’an nos dice sobre los moradores del paraíso: “Su invocación allí será, gloria a Ti, Dios. Su saludo allí será, paz” (Sura de Yunus, Jonás, 10:10). La paz y abundancia del paraíso se ganan con la paz y abundancia en la tierra; es decir, con procurar la paz y el sustento común.
Sí, el saludo de paz del musulmán es un saludo que compromete la palabra con la acción: paz para todos, paz por encima de todo.
“Los siervos del Más Misericordioso son aquellos que caminan por la tierra con modestia y que, cuando los ignorantes se dirigen a ellos, responden con paz. Y que recuerdan a su Señor hasta bien entrada la noche, postrados y de pie” (Sura al-Furqán, el Criterio, 25:63-64)
Significado de ‘eid al-Adha:
Existen dos festividades (‘eid) en el islam: la primera se denomina ‘eid al-Fitr, la fiesta del rompimiento, o fin, del ayuno, la cual tiene lugar el primer día de Shawwal (el décimo mes lunar), después de completar el ayuno del mes de Ramadán. El segundo ‘eid, ‘eid al-Adha, la fiesta del sacrificio, es la celebración del amor y obediencia/sumisión a Dios. Se conmemora el gran acto de obediencia del Profeta Abraham hacia Dios, al grado de disponerse a sacrificar a su hijo Ismael. Dios acepta esta prueba de obediencia y amor hacia El y reemplaza a Ismael con un cordero. Ismael también muestra su devoción, amor y sumisión a Dios, al aceptar sin objeciones ser sacrificado.
“Y cuando [Ismael] era bastante mayor para ayudar en las tareas, [Ibrahim] dijo, oh mi querido hijo, he visto en sueños que debía sacrificarte, considera, pues, cómo lo ves tú. Respondió, oh padre mío, haz lo que se te ordena. Hallarás que soy, si Dios quiere, paciente en la adversidad. Pero cuando ambos se hubieron sometido a la voluntad de Dios y le hubo tendido sobre el rostro, le llamamos. Oh Ibrahim, has cumplido ya con la visión. Así, realmente, recompensamos a los que hacen el bien. Ciertamente, todo esto fue una prueba, clara en sí misma. Y le rescatamos mediante un sacrificio magnífico y de esta forma le dejamos como recuerdo para futuras generaciones. La paz sea con Ibrahim” (Sura al-Saafaat, los Alineados en Filas, 37:102-109).
En este día bendito, las familias musulmanas sacrifican tradicionalmente un cordero.
El ‘eid al-Adha es una fiesta colectiva en la que los musulmanes se engalanan, se reúnen para comer y se piden perdón unos a otros por las ofensas cometidas. Es el día de la reconciliación: la peregrinación culmina así con la cercanía y el encuentro.
La palabra árabe para el sacrificio es qurbaan, palabra que proviene de qariib, lo cercano, estrecho. El sacrificio para nosotros significa esforzarnos por mostrar nuestro amor a Dios por encima de todo. La prueba consiste en estar dispuestos a sacrificarlo todo por Dios. En el momento en que mostramos nuestro desapego hacia las cosas de este mundo, estamos recordando que todo lo que poseemos pertenece a Dios.
De gran importancia también es el día anterior al ‘eid al-Adha, es decir, el noveno día del mes de dhul-hijjah conocido como el día de ‘Arafat. El profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “La mejor de las súplicas es la súplica de ‘Arafat. Y lo mejor que he dicho yo y han dicho los profetas anteriores a mí fue: no hay divinidad excepto Dios, único, sin asociados. Suyo es el Reino y suya es la alabanza y El es, sobre todas las cosas, Poderoso”. También dijo: “La peregrinación es ‘Arafat”. El ayuno voluntario en el día de ‘Arafat es altamente recomendable. Los peregrinos en La Meca, sin embargo, tienen prohibido el ayuno en este día. Abu Hurayrah dijo: “El Mensajero de Dios prohibió el ayuno de ‘Arafat para aquellos que están en ‘Arafat”.
Origen de la palabra ‘arafat:
En el noveno día del mes de dhul-hijjah, los peregrinos viajan a la montaña de ‘Arafat y se celebra el día llamado waqfatu ‘arafat. Los peregrinos están de pie en veneración sobre la montaña de ‘Arafat.
La palabra árabe ‘arafat se deriva del verbo ‘arafa, que significa saber, conocer y reconocer. Los eruditos del islam no se ponen de acuerdo en el motivo por cual se llama a este día y a este lugar ‘Arafat. Hay quien dice que cuando Adán, que la paz sea con él, y su esposa Eva descendieron a la tierra, bajaron en distintos lugares del planeta Tierra y Dios quiso que cada uno de ellos echara de menos al otro y por eso cada uno empezó a buscar a su pareja hasta que se encontraron en el lugar de ‘Arafat donde se reconocieron mutuamente. Algunos, sin embargo, dicen que cuando Adán comió del árbol prohibido, los ángeles se dirigieron a él, estando en ‘Arafat, con estas palabras: “reconoce tu pecado y arrepiéntete”. Y Adán y Eva dijeron: “¡Señor nuestro! Hemos sido injustos con nosotros mismos y si no nos perdonas y no tienes misericordia de nosotros, estaremos entre los perdidos” (Sura al-A’raaf, el Discernimiento, 7:23). También este día los peregrinos reconocen sus pecados y solicitan perdón, de la misma manera que lo hicieron Adán y Eva.
Otra versión dice que el arcángel Gabriel enseñó al Profeta Abraham, que la paz sea con él, en este mismo lugar, los distintos ritos de la peregrinación y al terminar le dijo: hal ‘arafta? (“¿ya sabes?”). Abraham respondió: na’am, ‘araftu (“sí, sé”). En verdad, todas estas versiones son, desde el punto de vista de la lógica, aceptables y no son para nada contradictorias, puesto que puede haber más de una razón para llamar a este día y a este lugar ‘Arafat. Salah Eddin Abu ‘Arafa, un exégeta del Noble Qur’an, dijo que cuando Dios sacó de las espaldas de los hijos de Adán a toda su descendencia hasta el Último Día, les preguntó si Él era su Dios y ellos dijeron que sí y reconocieron su divinidad. El Qur’an dice al respecto:
“Y cuando tu Señor sacó de las espaldas de los hijos de Adán a su propia descendencia y les hizo que dieran testimonio, ¿acaso no soy Yo vuestro Señor?, contestaron, sí, lo atestiguamos. Para que el Día del Levantamiento no pudieran decir, nadie nos había advertido de esto.” (Sura al-A’raaf, el Discernimiento, 7:172).
“LA AYUDA DE DIOS ES LA AYUDA A LOS DEMAS”
César Domínguez
Abu Hurayrah, uno de los mayores coleccionistas de hadices del Profeta del Islam, relató: “El Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y le salve, dijo: ‘A quien alivie a un creyente de uno de los sufrimientos del mundo, Allah le aliviará de uno de los sufrimientos del Día de la Resurrección. A quien facilite las cosas al que está en dificultades, Allah le facilitará las cosas en este mundo y en el otro. A quien oculte las faltas de un musulmán, Allah le ocultará lo suyo en este mundo y en el otro. Allah auxilia al siervo como el siervo auxilia a su hermano. Al que transite un sendero en busca de conocimiento, Allah le facilitará un sendero hacia el Paraíso. No se reúne un grupo de gente en una de las casas de Allah para recitar y estudiar entre ellos el Libro de Allah, sin que descienda sobre ellos el sosiego, los cubra la misericordia, los ángeles los rodeen y Allah los mencione a quienes están junto a Él. Y aquel cuyas buenas obras se demoren, no avanzará a causa de su linaje’”.
Tan sabias son estas palabras del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, que encierran una guía, una luz tan grande que nos ilumina todo el camino que hay que recorrer en esta vida. En esencia, nos hablan de la correspondencia que debe existir entre lo que pedimos a Dios y lo que ofrecemos al prójimo: el que ayuda a los demás y les facilita las cosas, recibirá la recompensa de Dios y su camino por esta vida será un camino de bendiciones. Por eso mismo, Dios nos dice en el Qur’an:
“Con la dificultad, facilidad” (sura al-Sharh, la Exposición, 94:5).
Esto no significa, por supuesto, que el favor y el amor divinos están condicionados. Este mensaje es una exhortación a reconocer en el prójimo el signo del Creador. Y es que accedemos a la misericordia, el amor, la ayuda, el perdón infinitos de Dios a través de nuestra propia misericordia, amor, ayuda y perdón hacia los demás. Nunca debemos olvidar lo que se nos dice en el Qur’an:
“Di a mis siervos, los creyentes, que establezcan la oración y gasten de lo que les hemos dado como provisión, en secreto y en público, antes de que llegue un día en que no habrá comercio ni amistad” (Sura de Ibrahim, 14:31).
Así se le ordenó decir al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve. Por eso el Profeta nos habla de la suprema importancia del servicio a los demás y del estudio en compañía de aquellos que adoran a Dios. Y así elevamos nuestras súplicas al Todo Misericordioso:
“Señor, absuélveme, concédeme Tu gracia, ilumíname, sáname de toda enfermedad y concédeme el sustento”.
“LA SOBERANIA DEL TODO MISERICORDIOSO”
César Domínguez
“Bendito aquel en cuya mano está la soberanía y El es, sobre toda cosa, poderoso. Quien creó la muerte y la vida para probaros cuál de vosotros es el mejor en obras. El es el Poderoso, el Perdonador. Quien creó siete cielos en capas. Tú no ves en la creación del Más Misericordioso alguna falla. Así, vuelve la vista, ¿ves algo de fisuras? Y vuelve la vista más y más. Se regresa a ti la vista deslumbrada y exhausta” (Sura al-Mulk, la Soberanía, 67:4)
Con estas palabras comienza la sura de la Soberanía en el Libro de Allah, el Qur’an. Prestando toda nuestra atención y haciendo uso de la sutil percepción que nuestro Creador nos ha dado, vemos que la sura comienza con la alabanza a Dios y el reconocimiento de Sus infinitos atributos. Así comienza nuestra vida en este mundo, así iniciamos nuestro camino en el islam: con la alabanza a Quien nos dio la vida y nos brinda, día a día, una oportunidad más para ser mejores, para crecer, para amar, para dar y corregir nuestras faltas.
“Cuál de vosotros es el mejor en obras”, nos dice el Qur’an y sabemos que no son estas palabras una exhortación a la diferenciación o comparación entre seres humanos sino, más bien, son una motivación a la excelencia. “El es el Poderoso, el Perdonador”. Así sabemos que nuestros tropiezos en el camino cuentan con la comprensión y el perdón de Dios, en tanto que estemos conscientes de ellos y sintamos un sincero arrepentimiento y un deseo ferviente por el perdón divino.
Dios Todopoderoso ha creado el universo – lo aparente y lo no aparente – sin falla alguna; es decir, todo en la creación del Más Misericordio sigue un plan, cumple una función específica y se complementa con su entorno. Demos voz, entonces, a las primeras palabras de esta sura y proclamemos sin cesar: “Bendito aquel en cuya mano está la soberanía”. Y, acto seguido, demos gracias al Todopoderoso, al Creador de todo cuanto existe, por este universo deslumbrante que es Su creación y que fue creado para nosotros, para nuestro sustento y beneficio:
“El es Quien ha creado para vosotros la tierra dócil. Caminad, pues, por sus confines y comed de su sustento. A El es el retorno” (67:15).
Y recordemos siempre en nuestras oraciones al Profeta del Islam, Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, por ser nuestro guía, nuestro maestro y nuestro mejor ejemplo. Y mantengamos presente siempre sus palabras, sus súplicas elevadas al Creador de todo cuanto existe:
“Señor, concédeme vitalidad en esta vida y en la siguiente. Señor, perdona mis pecados y dame bienestar en mi religión, mi vida, mi familia y mi trabajo. Señor, cubre mis faltas y libera mis miedos. Señor, dame protección delante de mí, a mis espaldas, a mi derecha, a mi izquierda, por encima de mí y bajo mis pies. Señor, protégeme de cualquier intento por hacerme daño”.
“EL BALANCE IDEAL DE LA SUPLICA A ALLAH”
César Domínguez
“Señor, por Tu conocimiento de lo desconocido y Tu poder sobre todas las cosas, concédeme la vida, mientras la vida sea buena para mí, y concédeme la muerte, cuando la muerte sea buena para mí. Señor, te pido me concedas el temor de Ti, en público y en privado. Te pido me concedas la capacidad de hablar con la verdad, en medio de la paz y en medio de la ira. Te pido me limites en la pobreza y en la riqueza. Te pido una felicidad que nunca se agote y te pido placer sin fin. Te pido la aceptación de Tus decisiones. Te pido una mejor vida después de la muerte. Te pido me concedas la dicha de ver Tu rostro y llegar a Tu encuentro sin haber padecido grandes sufrimientos, sin haber sucumbido a la tentación. Señor, concédeme la gracia de la fe y dame la guía correcta para ser guía”.
Estas son palabras, consejos, súplicas, del Profeta del Islam, nuestro líder Muhammad, que Dios le bendiga y le salve. Esta súplica, o du’a, muestra el balance ideal de la súplica al Creador de todo cuanto existe. Estas palabras del Profeta reconocen el conocimiento y poder infinitos de Allah, y el conocimiento limitado del ser humano, así como debe ser. Esta súplica es una aceptación del designio supremo del Más Misericordioso, El que sabe y decide qué es lo mejor para nosotros. Esta súplica habla con la sabiduría de saber que el ser humano debe vivir dentro de ciertos límites, impuestos por la modestia, la paciencia, la sencillez y la sabiduría con las que debemos conducir nuestras vidas.
Esta súplica del Profeta Muhammad también nos muestra la dicha de pedir felicidad, satisfacción y gozo en nuestras vidas … con la plena certeza de que la verdadera felicidad, satisfacción y gozo se alcanzan en la otra vida, la vida permanente del paraíso que Dios ha prometido a los creyentes. ¡Bendito y alabado sea El por encima de todo cuanto existe!
Y la súplica termina con la petición de elevarnos en nuestra fe y ser buenos guías para los demás. Aquí se resalta ese balance ideal de todo creyente que aspira a la bendición mayor que podemos recibir en esta tierra: una vida de fe y buenas obras, como verdaderos y fieles siervos de nuestro Señor. La paz y la misericordia de Allah son infinitas.
“Paz, palabra de un Señor Compasivo” (Qur’an, sura Yaseen, 36:58).
“LO QUE DIOS AMA”
César Domínguez
“El es Dios, no hay divinidad excepto El, el Soberano, el Santísimo, la Paz, el Seguro, el Custodio, el Poderoso, el Dominador, el Soberbio. Gloria a Dios por encima de lo que asocian. El es Dios, el Creador, el Originador, el Modelador. Suyos son los nombres más hermosos. A El lo glorifica cuanto hay en los cielos y la tierra. Y El es el Poderoso, el Sabio” (Sura al-Hijr, la Concentración, 59:23-24).
Sí, suyos, sólo de Dios el Todo Misericordioso, el Gran Compasivo, al-Rahmán, al-Rahím, son los nombres más hermosos. El recuerdo y mención constante de Sus nombres – en medio de la oración, en medio del silencio, en medio de cualquier tiempo que hacemos para rendirle tributo – nos eleva en fe, en esperanza y en amor a El y a sus siervos, al prójimo nuestro de Su hermosa creación.
Es este amor hermoso, incondicional y puro, el que sella nuestro camino por esta vida y nos ayuda a conducirnos por el sendero establecido que nos llevará de regreso a El, a Allah, glorificado y elevado sea El.
En referencia a este amor, pongamos en nuestros labios y en nuestros corazones, esta hermosa súplica que nos ha enseñado nuestro líder, el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve:
“Oh, Allah, dame Tu amor y el amor de aquellos cuyo amor me beneficiará ante Ti. Oh, Allah, haz que aquello que amo, y que Tú me has concedido, me fortalezca en alcanzar aquello que Tú amas. Oh, Allah, y aquello que deseo, y que Tú mantienes distante de mí, que su ausencia me brinde el tiempo para dedicarme a lo que Tú amas”.
Y con el corazón anhelante, demos testimonio constante de nuestra fe, de nuestra búsqueda, noble y constante, por el favor lleno de amor y dicha, que sólo proviene de Allah, nuestro Señor:
“Señor nuestro y Señor de todo, doy testimonio que Tú eres el Señor y nadie más. Señor nuestro y Señor de todo, doy testimonio que Muhammad es Tu siervo y mensajero. Señor nuestro y Señor de todo, doy testimonio que todos los hombres son hermanos. Señor nuestro y Señor de todo, haz que mi familia se muestre ante Ti con sinceridad, en todo momento de esta vida y la siguiente. Espléndido y Majestuoso Señor, escúchame y dame respuesta”.
“Vuestro Señor dice, invocadme y yo responderé” (sura al-Ghaafir, el Perdonador, 40:60).
“BENDICION, BIENESTAR Y PROTECCION”
César Domínguez
“Señor, considérame entre los que Tú guías, das bienestar y proteges. Bendice aquello que me has concedido y protégeme del mal que has decretado. Lo que Tú decretas, nadie puede impedirlo. Aquel con quien Tú estás, nunca será humillado. Y a quien Tú tomas por enemigo, nunca será honrado. Bendito y alabado seas, Señor nuestro”.
Así solía implorar el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve. Pedir todos los días la bendición y protección del Más Misericordioso es parte fundamental de la vida del creyente. ¿Qué mayor bien anhelamos en nuestra vida terrenal que contar con el favor del Creador de todo cuanto existe?
La súplica o petición más sencilla y sincera es la que rinde más bendiciones. La rica tradición islámica nos enseña a suplicar a Dios con insistencia, con fuerte anhelo, con elevado fervor. Las enseñanzas del Profeta del Islam están marcadas por ese reconocimiento y anhelo de la fuerza grandiosa de Quien todo lo puede, Quien todo lo resuelve, Aquel lleno de amor y misericordia: Allah, Dios, el Unico, el Creador, El Conocedor, el Sublimo, el Excelso.
El Qur’an es abundante en súplicas y oraciones para alcanzar el favor de Dios: las súplicas de los profetas, de los creyentes, de los necesitados, de hombres y mujeres comunes y singulares. El Profeta Abraham así dijo: ¡Señor mío! Dame juicio y ténme entre los justos¨ (Sura al-Shu’araa’, los Poetas, 26:83).
En los siguientes boletines haremos un recuento de esta rica tradición de la súplica (o dua’, en árabe) en la fe del islam, insha’allah, súplicas que encontramos en el Qur’an y en las enseñanzas del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve.
Al siervo ferviente, suplicante y temeroso de su Señor, Dios le concede la salvación, que es la paz, promesa divina, anhelo de todo ser:
“Paz, palabra de un Señor Compasivo” (sura Yasín, 36:58).
“VERDAD, CONOCIMIENTO Y PURIFICACION”
César Domínguez
“Si Dios hubierta sabido de un bien en ellos,les habría hecho escuchar. Pero aunque les hubiera hecho escuchar, se habrían desentendido y se habrían apartado. Oh, vosotros que creéis. Responded a Dios y al Mensajero cuando os llamen a lo que os da vida, y sabed que Dios está en medio del hombre y su corazón, y que seréis reunidos para volver a El” (Sura al-Anfaal, Los Botines, 8:23-24).
Este pasaje del Qur’an se refiere a aquellos que son sordos (es decir, que no quieren escuchar la Verdad de Dios) y mudos (que no quieren dar testimonio de la misma), “aquellos que no razonan” (8:22).
Este mensaje también nos habla elocuentemente a todos aquellos necesitados de la guía y la luz del Qur’an, que abren sus páginas esperando una palabra o consejo directo a una pena que les aqueja. Es pertinente hacer una pausa y reflexionar. Sí, el Qur’an es luz y guía, ¡alhamdulillah! Es necesario, también, tener muy presente que buscar esa palabra o consejo no es lo mismo que buscar una fórmula mágica que nos resuelva conflictos, necesidades o vacíos internos. La buena vida, la vida clara, la vida virtuosa, no se vive por medio de fórmulas o de ayuda externa. La virtud se alcanza a través de la purificación interna. Y la purificación se logra con conocimiento, con humildad, con paciencia, con una clara intuición de la bondad ajena, con constancia en la alabanza a Dios y las buenas obras, en resumen, se logra por medio de una elevada fe en el Creador de todo cuanto existe, el Todo Misericordioso.
Es fundamental para todo musulmán, entonces, adquirir conocimiento de la verdad suprema. El Corán continuamente nos llama a reconocer los signos de Dios presentes en toda Su creación, a reflexionar sobre el mensaje de la palabra de Dios, a estudiar, a razonar y a compartir conocimiento. El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, así nos aconsejó: “Busca el conocimiento, pues en verdad aumenta la consciencia de Dios. Buscar conocimiento es un acto de adoración (‘ibadah), estudiar es alabar a Dios, buscar conocimiento es jihad, enseñar a quien no sabe es un acto de caridad (sadaqah), compartir conocimiento es acercarse a la gente. El conocimiento señala lo permitido (halal) y lo prohibido (haram). Es un rayo de luz que apunta hacia el paraíso. Es consuelo para el que está solo, unión para los que están separados, guía en la prosperidad y en la adversidad. Es un arma contra el enemigo y es el mejor de los amigos”.
“DESPUES DE RAMADAN”
César Domínguez
Por la gracia de Dios Todopoderoso, hemos completado nuestro ayuno durante el mes de Ramadán. Nuestros esfuerzos por mantener la disciplina esencial durante el día para completar este acto de adoración a Dios que es el ayuno han concluido; nuestra fe y energía durantes las horas de la noche para compartir el alimento en familia y en la mezquita, nuestro acercamiento especial durante este mes a la Palabra de Dios, que es el Qur’an, y a Su recuerdo constante, todo esto ha dejado huellas profundas en nuestros corazones. ¿Qué tan conscientes estamos del cambio y crecimiento en nosotros y qué hacemos para continuar practicando lo mejor de Ramadán en nuestras vidas diarias?
Dios nos dice en el Qur’an:
“Acordaos de Mí y Yo me acordaré de vosotros. Y sed agradecidos conmigo y no me neguéis. Oh, vosotros que creéis, buscad ayuda en la paciencia y la oración. Ciertamente, Dios está con los que son pacientes en la adversidad” (sura al-Baqara, La Vaca, 2:152-153).
La adversidad que encontramos en nuestras vidas es producto, muchas veces, de nuestras propias decisiones e indecisiones. Es precisamente el recuerdo constante de Dios lo que alimenta nuestra fe en que la misericordia del Más Misericordioso está siempre presente en nuestras vidas, aún en los momentos más difíciles y oscuros. Olvidar la oración es perder la paciencia y cerrarse a la esperanza. Sin fe y esperanza, el ser humano tropieza constantemente por el sendero de la vida terrenal. Olvidar la oración es olvidarse de la infinita misericordia de Dios, alejarse de la práctica diaria de leer y recitar el Qur’an – y estudiar su significado – es alejarse de la sabiduría divina que nos impulsa a crecer y superar todos los obstáculos y retos de la vida.
El gran acto de amor a Dios que hemos realizado a través de nuestro ayuno en Ramadán debe beneficiarnos en todos los sentidos, debe llenarnos de más amor y agradecimiento a Dios y, con ello, de solidaridad con los demás y consciencia de nuestro deber para con la sociedad.
No olvidemos todos los beneficios espirituales y físicos de la práctica del ayuno. Recordemos las siguientes palabras del Profeta Muhammad, paz y bendiciones sobre él: “Dos bendiciones desperdiciadas por muchos son la buena salud y el tiempo libre”. Durante Ramadán, hemos sido tan conscientes de nuestra salud (con el esfuerzo del ayuno durante el día, y la alimentación e hidratación durantes las horas nocturas) y de nuestro tiempo (para la oración, la lectura del Qur’an y el descanso).
Así debemos continuar, con el recuerdo constante de Dios en nuestros corazones y nuestra palabra, conscientes de nuestra salud, nuestras obligaciones en el trabajo y el servicio a los demás y la mejor utilización de nuestro tiempo libre. Que Dios el Altísimo nos bendiga, no guíe y nos ayude a crecer en fe y consciencia.
VIRTUDES DE RAMADAN: LAILATU AL-QADR Y ‘EID AL-FITR
César Domínguez
Por la gracia de Dios Todopoderoso, nos encontramos en los últimos días del bendito mes de Ramadán, mes del ayuno, mes por excelencia para alabar al Creador de todo cuanto existe, tiempo del recuerdo y remembranza de Dios y, también, el tiempo elegido por el Altísimo para comenzar la revelación de Su último mensaje a la humanidad, el Qur’an, la Recitación, el Recuerdo, el Libro, la Palabra. En estos últimos días, nos vemos motivados a estrechar más fuertemente nuestra conexión interna y externa (a través de la lectura, la reflexión y la recitación) con el Qur’an, tal como fue revelado al siervo elegido de Dios, Muhammad, Mensajero, Profeta del Islam, que Dios le bendiga y le salve.
El Gran Mensaje comenzó así: “Recita, en el nombre de tu Señor, que ha creado, ha creado al ser humano de un coágulo. Recita, que tu Señor es el Más Generoso, es Quien enseña con el cálamo” (Qur’an 96:1-5). Así, Dios llama a su siervo Muhammad a hacer viva Su Palabra a través de la recitación, la memoria y la escritura. Y así lo designa Mensajero y Profeta, el último de los profetas enviados a la humanidad. Este hecho, que tuvo lugar hacia el final del mes de Ramadán, se conmemora como la Noche del Poder, del Decreto. A continuación, una explicación del significado de esta noche (cuándo y cómo se conmemora), seguida por la explicación de la celebración del fin de Ramadán, el ‘eid al-fitr, día de fiesta que comienza con la oración del ‘eid, que sucede a hora temprana de la mañana, después de la salida del sol. Esta es una oración voluntaria, no obligatoria, hecha en congregación, en la mezquita u otro lugar público, seguida por un sermón. Este es el primer día del mes de Shawaal, que sigue al mes de Ramadán, por lo tanto el ayuno de Ramadán ya ha concluido el día anterior.
El Islamic Shura Council of Southern California ha anunciado que el día de ‘eid al-fitr será el próximo martes 4 de junio, insha’allah. LALMA desea a todos sus miembros, familiares y amigos, un fin de Ramadán y un ‘eid pleno de bendiciones y celebración, en fortalecimiento de nuestra identidad propia como musulmanes y de los lazos que nos unen como la gran ummah, el pueblo universal del islam.
LAILATU AL-QADR Y ‘EID AL FITR
por Fiaz Shuayb, PhD, UCLA Islamic Studies
Traducción de Lorena Elkhalafawi, editado por César Domínguez
- La Noche del Poder o lailatu al-Qadr:
Es una gran noche por excelencia. Es la noche en la cual el Profeta Muhammad (paz y bendiciones sean con él) recibe la primera revelación del Corán a través del Ángel Gabriel. El Corán dice en la Surah 97:1-5
¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!
- Lo hemos revelado en la noche del Destino.
- Y ¿cómo sabrás qué es la noche del Destino?
- La noche del Destino vale más de mil meses.
- Los ángeles y el Espíritu descienden en ella, con permiso de su Señor, para fijarlo todo.
- ¡Es una noche de paz, hasta el rayar del alba!
¿Cuando se observa la Noche del Poder (Lailutu al-Qadr)? No sabemos con exactitud, pero sí sabemos que es una noche impar entre las 10 últimas noches de Ramadán, o sea podría ser el 21, 23, 25, 27 o 29 del mes de Ramadán. Es muy importante permanecer en oración durante estas noches o parte de estas noches, he aquí una súplica que podemos hacer:
“Allahumma Innaka’afuwan tahibbu afwa fa’fu’annee” (“Oh Allah, Tú eres misericordioso, Tú amas la misericordia, ten misericordia de mí”).
- El día del ‘eid:
- Antes de que hagamos la oración del ‘eid, es obligatorio para todos aquellos que ayunaron y están en la capacidad de hacerlo, pagar una caridad que se llama zakat al-fitr, o sea, la caridad del ‘eid. Las mezquitas locales se encargan de recaudar el dinero en un buzón especialmente designado para esa función y de estipular una cierta cantidad monetaria, tal vez entre $20 y $30 dólares. Para saber con exactitud, averiguar con su mezquita más cercana. Si uno desea, puede darse directamente a alguna persona o familia necesitada. También, si uno desea, en vez del aporte monetario, puede darse 6.6lbs o más de víveres comunes en la zona de residencia.
“EL QUR’AN EN RAMADAN”
César Domínguez
“Y recuerda a tu Señor en ti mismo, humilde,con temor de El y sin subir la voz, al comenzar y al terminar el día”. (Sura al-Araf, no. 7:205)
En Ramadán descendió por primera vez el Qur’an al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve. Y Ramadán es, para nosotros, el tiempo ideal para acercarse más a la Palabra de Dios. Uno de los grandes valores del Qur’an se encuentra en la riqueza de su contenido: unas cuantas palabras encierran un mundo de significados y enseñanzas. El Qur’an se descubre majestuoso a quien sinceramente desea aprender. El Noble Qur’an, palabra de Dios, se revela ante todos: algunos comprenderán una parte, otros comprenderán ampliamente. Qué tan grande es la misericordia de Dios que en el Qur’an hay mensajes para todos, para todo acto de nuestras vidas, toda duda, toda necesidad. El Qur’an nos dice:
“El es quien hizo descender paz interior en los corazones de los creyentes, para que se vieran reforzados en su fe, pues de Dios son todas las cosas del cielo y de la tierra. Y Dios es omnisciente, realmente sabio”. (Sura al-Fath, la Victoria 48:4)
Los ritos de adoración que realizamos los musulmanes, como la oración diaria y el ayuno en Ramadán, afirman nuestra fe, suavizan nuestro corazón y fortalecen nuestro carácter. Es decir, la disciplina necesaria para la oración y el ayuno nos hace fuertes para enfrentar los retos de esta vida terrenal, cultivando así la consciencia o temor de Dios, taqwa. Por eso, Dios dice en el Qur’an:
“Oh, vosotros que creéis, se os ha prescrito el ayuno como se les prescribió a los que os precedieron, para que os mantengáis conscientes de Dios”. (Sura al-Baqara, la Vaca 2:183)
Y cuando ese carácter consciente que cultivamos vacila y entorpece su camino, el Qur’an nos da el alivio:
“Di, oh siervos que habéis transgredido contra vosotros mismos. No desesperéis en la misericordia de Dios. Ciertamente, Dios perdona todos los pecados, pues sólo El es indulgente, compasivo” (Sura al-Zumar, las Multitudes 39:53).
El ser humano consciente de Dios y disciplinado en su carácter, pendiente de lo que debe hacer y temeroso de transgredir los favores que Dios le ha concedido, a ese ser humano se dirige el Qur’an:
“Verdaderamente en la creación de los cielos y la tierra y en la sucesión de la noche y el día, hay mensajes para los que entienden, los que recuerdan a Dios de pie, sentados y cuando se acuestan y meditan sobre la creación de los cielos y la tierra” (Sura al-‘Imraan 3:190).
Y, en el mismo verso del Qur’an, la voz del creyente responde:
“Oh Señor nuestro, no creaste nada de esto sin un significado y un propósito.
Infinita es Tu gloria. Presérvanos del castigo del fuego”.
“LA LUZ DE RAMADAN”
César Domínguez
El acto de adoración, de rendir culto a Dios,es la esencia de nuestra religión. La esencia de este acto se encuentra en la oración. Es a través de la oración que los seres humanos nos comunicamos con Dios, para declarar nuestra fe, dar voz a nuestras alabanzas al Ser Supremo, invocar su infinita misericordia y pedir perdón por nuestras faltas y ayuda en nuestras necesidades.
Este mes bendito de Ramadán es especial, muy especial, para la oración; particularmente, es un tiempo bendito para elevar nuestras súplicas al Más Misericordioso, implorando su favor y guía para caminar por el sendero de este mundo, para hacer frente a los retos naturales de la vida, para encontrar respuestas a nuestras dudas, para hacer el bien a nuestros semejantes de la mejor manera, para superar nuestras limitaciones y corregir nuestras faltas. La luz de Ramadán es la guía que Dios nos brinda como respuesta a nuestra imploración.
Se dice que el Profeta Muhammad, paz y bendiciones sean con él, solía hacer a siguiente súplica:
“Oh, Dios, da luz a mi corazón, luz a mis ojos, luz a mis oídos, luz a mi derecha, luz a mi izquiera, luz detrás de mí y luz frente a mí. Dame luz, Señor. Pon luz en mis músculos, en mi cuerpo, luz en mi sangre, luz en mis cabellos, luz en mi piel, luz en mi lengua y luz en mi alma. Lléname de luz, Señor”.
En este mes del ayuno, no podemos menos que cultivar la certeza de que sí, nuestras oraciones y súplicas serán escuchadas y, cualesquiera que sea nuestra necesidad, encontraremos la respuesta en el recuerdo del Más Misericordios.
Ramadán es tiempo de luz. En este mes no hay oscuridad, puesto que al caer la tarde y entrar la noche, nuestros hogares y nuestras mezquitas, las calles y plazas, se llenan de esa luz que proviene del calor humano de tantos musulmanes alabando al Señor por la alegría de romper el ayuno y ofrecerlo como un acto de amor a nuestro Creador. Así nuestros corazones se relajan, se suavizan y nos unimos unos a otros en la convivencia ideal de los creyentes, siervos de Dios.
El Qur’an, Palabra de Dios, inequívocamente declara: “Y vuestro Señor ha dicho, llamadme y os responderé” (Sura al-Ghaafir, el Perdonador, 40:60).
Avivemos esa luz de Ramadán en nuestros corazones, en nuestros hogares y recordemos que las puertas de la misericordia y el favor de Dios están abiertas de par en par.
“Así pues, sé paciente en la adversidad, porque, ciertamente, la promesa de Dios se cumple siempre” (40:77).
Este fin de semana no habrá clases de LALMA. LALMA desea a todos sus miembros, familiares y amigos, el mejor tiempo de Ramadán en el recuerdo constante de Allah el Todo Misericordioso y que su ayuno y buenas obras durante este mes sean recompensados en abundancia.
Este domingo 19 de mayo de 2019, tendremos nuestro iftar anual con la comunidad interreligiosa, familiares y amigos, insha’allah. Este año, el lema del evento es: “RAMADAN y la Consciencia de Dios”/ RAMADAN: Developing God-consciouness”. La cita es a las 6:00pm en el Salón de Conferencias (piso inferior) de la Mezquita Omar ibn al-Khattab en Los
Angeles. Aquellos que forman parte del comité organizador para el evento, favor de llegar a más tardar a las 3:00pm. Mil gracias. Los esperamos a todos.
Si ud. desea apoyar el trabajo de LALMA y hacer una contribución en Ramadán como zakat, favor de visitar nuestro sitio web. Para donaciones deducibles de impuestos, ir a:
http://www.lalma.net/gallery/donaciones/
“CERCA DE DIOS EN RAMADAN”
César Domínguez
ANUNCIO IMPORTANTE: De acuerdo al comunicado oficial del FiqhCouncil of North America, Ramadán comenzará a la puesta de sol de la tarde de este domingo 5 de mayo de 2019, insha’allah. Por lo tanto, las oraciones de tarawih del mes de Ramadán comenzarán esa misma noche del domingo 5, después de la oración nocturna, ‘isha. El primer día de ayuno será el lunes 6 de mayo, insha’allah.
“Oh vosotros que creéis. Se os ha prescrito el ayuno como se les prescribió a los que os precedieron, para que os mantengáis conscientes de Dios Un número determinado de días. Pero quien de vosotros esté enfermo o de viaje, otro número de días. Y aquellos que se lo puedan permitir, que alimenten a un pobre como rescate. Y quien hace un bien mayor del que debe, a sí mismo se lo hace, porque ayunar es bueno para vosotros, si supierais. Es el mes de Ramadán en que se hizo descender el Qur’an como guía para la humanidad y una prueba evidente de esa guía y el criterio. Así pues, quien presencie la llegada de este mes, que ayune en él. Y quien esté enfermo o de viaje, otro número de días. Dios quiere para vosotros la facilidad y no la dificultad, pero sí que completéis el número y que ensalcéis a Dios por haberos guiado y que deis gracias” (Sura al-Baqara, la Vaca, 2:183-185).
Esta por llegar el bendito mes de Ramadán, el mes del ayuno, el mes del Qur’an, palabra de Dios, el mes de la generosidad, la espiritualidad y la renovación personal. Es el tiempo en que la misercordia del Más Misericordioso es aún más grande de lo que nos podamos imaginar. Y Dios habla al Profeta Muhammad, paz y bendiciones sobre él, con estas palabras:
“Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí, Yo estoy cerca y respondo al ruego del que pide, cuando Me pide. Así pues, que Me respondan y crean en Mí, ojalá se guíen rectamente” (2:186).
Este verso de Qur’an sigue inmediatamente a los versos 183-185 del Sura al-Baqara donde se establece la orden del ayuno y la normas que lo rigen. En el verso 184, se nos dice, “Dios quiere para vosotros lo fácil y no lo díficil” y da licencia del ayuno a quien esté enfermo o de viaje. A través de nuestro camino en el islam, aprendemos que ninguna práctica de nuestra fe debe ser demasiado ardua de cumplir, ni mucho menos impuesta. Si el Qur’an continuamente nos llama a hacer uso de nuestra razón es porque es con la razón como podemos comprender la finalidad de nuestro andar por esta vida y la misión que Dios nos ha encomendado cumplir. El esfuerzo es parte integral del crecimiento; pero no debemos confundir esfuerzo con dificultad o complicación. El creyente asume el ayuno, pilar del islam, como un acto de adoración, de amor, al Ser Supremo, Creador de todo cuanto existe. Todo esfuerzo que se hace por amor no debe significar sacrificio ni dificultad extremas. En Su infinita misericordia, Dios nos lo revela así en el Qur’an. También nos dice que El está siempre cerca para responder a nuestros esfuerzos y nuestras súplicas. Así el ayuno se transforma en una extraordinaria oportunidad de súplica a Dios. Dios está cerca y responde “al ruego de que pide”. Esta es una prueba excelsa de la infinita gracia y amor de Dios. Por eso mismo el musulmán abre su corazón al ayuno, al Qur’an, guía de la humanidad, a la oración de Ramadán. La recompensa está garantizada y es superior con creces a todo esfuerzo realizado.
AVISO: Este domingo 5 de mayo de 2019 no habrá clases de LALMA en Los Angeles o Fontana. Se invita a miembros de LALMA a asistir al Islamic Center of Southern California (434 S. Vermont Ave., Los Angeles) la noche de este domingo 5 para la oración de maghrib a las 7:45pm y el programa especial de inicio de Ramadán esa noche, seguido por la oración de isha’ y las oraciones de tarawih. LALMA desea a todos sus miembros, familiares y amigos, el mejor tiempo de Ramadán en el recuerdo constante de Allah el Todo Misericordioso y que su ayuno y buenas obras durante este mes sean recompensados en abundancia.
También se les invita a la siguiente clase:
Sábado 4 de mayo de 2019:
The Majlis
2854 N. Santiago Blvd., Suite 201, Orange, CA 92867
“Viviendo el Islam”, círculo de estudio con Al-Hasan Alwattar
(clase en español)
Horario: 6:00pm a 7:30pm
“EL SUPREMO DON DEL QUR’AN EN RAMADAN”
César Domínguez
“Y recuerda a tu Señor en ti mismo,humilde, con temor de El y sin subir la voz, al comenzar y al terminar el día”. (Sura al-Araf, no. 7:205)
En Ramadán descendió por primera vez el Qur’an al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve. Y Ramadán es, para nosotros, el tiempo ideal para acercarse más a la Palabra de Dios. Uno de los grandes valores del Qur’an se encuentra en la riqueza de su contenido: unas cuantas palabras encierran un mundo de significados y enseñanzas. El Qur’an se descubre majestuoso a quien sinceramente desea aprender. El Noble Qur’an, palabra de Dios, se revela ante todos: algunos comprenderán una parte, otros comprenderán ampliamente. Qué tan grande es la misericordia de Dios que en el Qur’an hay mensajes para todos, para todo acto de nuestras vidas, toda duda, toda necesidad. El Qur’an nos dice:
“El es quien hizo descender paz interior en los corazones de los creyentes, para que se vieran reforzados en su fe, pues de Dios son todas las cosas del cielo y de la tierra. Y Dios es omnisciente, realmente sabio”. (Sura al-Fath, la Victoria 48:4)
Los ritos de adoración que realizamos los musulmanes, como la oración diaria y el ayuno en Ramadán, afirman nuestra fe, suavizan nuestro corazón y fortalecen nuestro carácter. Es decir, la disciplina necesaria para la oración y el ayuno nos hace fuertes para enfrentar los retos de esta vida terrenal, cultivando así la consciencia o temor de Dios, taqwa. Por eso, Dios dice en el Qur’an:
“Oh, vosotros que creéis, se os ha prescrito el ayuno como se les prescribió a los que os precedieron, para que os mantengáis conscientes de Dios”.
(Sura al-Baqara, la Vaca 2:183)
Y cuando ese carácter consciente que cultivamos vacila y entorpece su camino, el Qur’an nos da el alivio:
“Di, oh siervos que habéis transgredido contra vosotros mismos. No desesperéis en la misericordia de Dios. Ciertamente, Dios perdona todos los pecados, pues sólo El es indulgente, compasivo”. (Sura al-Zumar, las Multitudes 39:53)
El ser humano consciente de Dios y disciplinado en su carácter, pendiente de lo que debe hacer y temeroso de transgredir los favores que Dios le ha concedido, a ese ser humano se dirige el Qur’an:
“Verdaderamente en la creación de los cielos y la tierra y en la sucesión de la noche y el día, hay mensajes para los que entienden, los que recuerdan a Dios de pie, sentados y cuando se acuestan y meditan sobre la creación de los cielos y la tierra”.
(Sura al-‘Imraan 3:190).
Y, en el mismo verso del Qur’an, la voz del creyente responde:
“Oh Señor nuestro, no creaste nada de esto sin un significado y un propósito.
Infinita es Tu gloria. Presérvanos del castigo del fuego”.
ANUNCIO IMPORTANTE: De acuerdo al comunicado oficial del Fiqh Council of North America, Ramadán comenzará a la puesta de sol de la tarde del domingo 5 de mayo de 2019, insha’allah. Por lo tanto, las oraciones de tarawih del mes de Ramadán comenzarán esa misma noche del domingo 5, después de la oración nocturna, ‘isha. El primer día de ayuno será el lunes 6 de mayo, insha’allah.
Si ud. desea apoyar el trabajo de LALMA y hacer una contribución en Ramadán como zakat, favor de visitar nuestro sitio web. Para donaciones deducibles de impuestos, ir a:
http://www.lalma.net/gallery/donaciones/
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Las clases de LALMA para este fin de semana se llevarán a cabo en:
Domingo 28 de abril de 2019:
Mezquita ‘Umar ibn al-Khattab
1025 W. Exposition Blvd., Los Angeles 90007 (tercer piso)
Programa especial anterior a Ramadán:
Análisis del Libro “Reasoning with God” de Khaled Abou El Fadl,
con el Dr. Syed Rizwan (11:00am a 12:00pm)
“La Estructura del Islam: El Ayuno como Acto de Amor”,
clase con César Domínguez (12:00pm – 1:00pm)
“Sanando con el Pensamiento / Preparación Espiritual para Ramadán”,
clase con Gaby Loporto (1:30pm – 3:00pm)
También se les invita a la siguiente clase:
Sábado 27 de abril de 2019:
The Majlis
2854 N. Santiago Blvd., Suite 201, Orange, CA 92867
“Viviendo el Islam”, círculo de estudio con Al-Hasan Alwattar
(clase en español)
Horario: 6:00pm a 7:30pm
“ALABANZA, PACIENCIA Y PURIFICACION”
César Domínguez
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo en una ocasión: “La purificación es la mitad de la fe y la alabanza a Allah (alhamdulillah) completa la balanza. La gloria a Allah (subhanallah) y la alabanza a Allah (alhamdulillah) llenan lo hay entre los cielos y la tierra. La oración es luz. La caridad es prueba de fe de quien la da. En la paciencia los asuntos se ven más claros. El Qur’an será una prueba a favor o en contra. Cada uno comienza el día como vendedor de sí mismo, condenándose o liberándose”.
Estas palabras altamente significativas del Profeta del Islam son esenciales para este tiempo anterior a Ramadán que, con el favor de Dios, comenzará en poco más de dos semanas. El Profeta nos habla de los dos aspectos fundamentales de la vida del creyente: la purificación del corazón y la alabanza constante al Creador de todo cuanto existe. En pocas palabras, el Profeta nos muestra la forma más eficaz de purificar el corazón: a través de la caridad y las buenas obras, a través de la paciencia con los asuntos del diario vivir, a través de la alabanza constante a Dios (diciendo alhamdulillah y subhannallah). ¡Gloria a Dios por encima de todo!, ¡alabado sea Dios!, ante lo bueno y lo hermoso, ante lo difícil y lo adverso. Todo puede, debe, transformarme en una alabanza al Ser Supremo.
También el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, nos habla de la importancia vital de nuestra relación activa con el Qur’an, la revelación divina. Bendito es el tiempo que dedicamos todos los días para leer, recitar y estudiar el Qur’an. Es ése el tiempo en que nos apartamos de las cosas mundanas y nos dedicamos a la cultivación del espíritu. Es el tiempo predilecto del verdadero creyente.
Así comienza la sura de los Creyentes en el Qur’an: “Verdaderamente, la felicidad será de los creyentes, los que hacen su oración con humildad, los que se apartan de la frivolidad, los purificados” (sura al-Mu’minún, los Creyentes, 23:1).
Que Ramadán nos encuentre con el corazón y las manos limpias y libres para ofrecer nuestro amor a Allah, el Señor de los Mundos.
Las clases de LALMA para este fin de semana se llevarán a cabo en:
Sábado 20 de abril de 2019:
Islamic Center of San Gabriel Valley
19164 E. Walnut Dr. N., Rowland Height, CA 91748
“La Estructura y Fundamentos del Islam” con César Domínguez
Horario: 6:00pm a 7:30pm
Domingo 21 de abril de 2019:
Indonesian Muslim Community Center
1200 S. Kenmore Ave., Los Angeles 90006
Recitación del Qur’an con Alejandro Hernández
“El Ayuno de Ramadán” con Leonor Angeles
Horario: 11:00am a 1:00pm
También se les invita a la siguiente clase:
Sábado 20 de abril de 2019:
The Majlis
2854 N. Santiago Blvd., Suite 201, Orange, CA 92867
“Viviendo el Islam”, círculo de estudio con Al-Hasan Alwattar
(clase en español)
Horario: 6:00pm a 7:30pm
“LA GRAN PREPARACION”
César Domínguez
Estos versos de la Sura del Ganado,al-An’aam, nos llevan a reflexionar sobre el motivo de nuestras vidas y adquieren un significado especial en este tiempo de excelsa devoción que antecede al mes de Ramadán.
“El es quien os toma en la noche y sabe lo que habéis adquirido durante el día. Luego, en él, os devuelve a la vida para que se cumpla un plazo fijado. Y al El volveréis para que os haga saber lo que hacíais” (Sura al-An’aam, el Ganado, 6:60)
La actividad natural de la vida humana, es decir, la procuración del sustento diario, se da, normalmente, durante el día. Así nos ha dicho Dios en el Qur’an: “Hemos hecho del día un medio de vida” (78:11). Durante la noche, nos beneficiamos de lo que hemos adquirido durante el día. En Ramadán, ayunamos durante el día, nos recogemos en la lectura o recitación del Qur’an y, además, trabajamos para adquirir nuestro sustento.
La misericordia del Todo Misericordioso es particularmente abundante y accesible a todos en Ramadán. Por eso, el tiempo anterior a Ramadán es de vital importancia; no debemos desaprovecharlo de manera alguna. Ramadán comenzará en poco más de tres semanas, insha’allah. La preparación es ahora.
Incrementemos ahora nuestros esfuerzos durante el día, cumpliendo de la mejor forma con nuestras obligaciones en el trabajo, en nuestro hogar. Y hagamos un tiempo en la noche, al terminar el día, y un tiempo en la madrugada, antes del comienzo del nuevo día, para orar y recordar a Dios. Hagamos el esfuerzo por hacer todas nuestras oraciones obligatorias a tiempo. Hagamos un esfuerzo por ir a la mezquita los viernes y asistir al estudio para adquirir conocimiento. Seamos más generosos e iHagamos todo lo posible por purificar nuestros corazones y cumplir con esta gran preparación para Ramadán.
Y demos voz, una y otra vez, mil veces, a estas palabras que fueron ordenadas decir a nuestro Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve:
“Di, en verdad mi oración, mi ofrenda, mi vida y mi muerte son para Dios, el Señor de los Mundos” (6:162).
Las clases de LALMA para este fin de semana se llevarán a cabo en:
Sábado 13 de abril de 2019:
Islamic Center of San Gabriel Valley
19164 E. Walnut Dr. N., Rowland Height, CA 91748
“La Estructura y Fundamentos del Islam” con César Domínguez
Horario: 5:30pm a 7:00pm
Domingo 14 de abril de 2019:
Indonesian Muslim Community Center
1200 S. Kenmore Ave., Los Angeles 90006
Recitación del Qur’an con Alejandro Hernández
Clase “El Islam más allá del Mundo Islámico” con la Mtra. Cynthia Hernández González
Horario: 11:00am a 1:00pm
También se les invita a la siguiente clase:
Sábado 13 de abril de 2019:
The Majlis
2854 N. Santiago Blvd., Suite 201, Orange, CA 92867
“Viviendo el Islam”, círculo de estudio con Al-Hasan Alwattar
(clase en español)
Horario: 6:00pm a 7:30pm
“BENDICIONES DEL MES DE SHA’ BAN”
César Domínguez
“Y recuerda a tu Señor en ti mismo, humilde,con temor de El y sin subir la voz, al comenzar y al terminar el día”. (Sura al-Araf, no. 7:205)
Ciertamente, el mes de Sha’ban, un mes después del mes sagrado de Rajab y antes del mes de Ramadán, es un tiempo pleno en bendiciones y del recuerdo de Allah. Este es también un mes especial para el ayuno y las oraciones voluntarias. Hay gran cantidad de dichos y enseñanzas del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, en cuanto al significado especial de Sha’ban. Recordemos lo que dijo el Profeta: “Rajab es el mes de Allah, Sha’ban es mi mes y Ramadán es el mes de la ummah”.
Se sabe que el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, solía ayunar muchos días en este mes. Al respecto, dijo: “La gente descuida este mes entre Rajab y Ramadán. En este mes, las acciones de la gente son presentadas ante Allah, así que yo prefiero que mis obras sean presentadas antes Allah mientras estoy en ayuno, en un estado constante de adoración a Allah”.
Sha’ban es el mes que conecta a Rajab, un tiempo de paz cuando la batalla estaba prohibida, y Ramadán, el tiempo de ayuno, de adoración pura a Dios. Sha’ban es el tiempo ideal para el recuerdo de Dios, el dhikr, el estado natural de existencia que nos permite conectar las emociones, que nos fortalece para apreciar al amor y los dones divinos, que nos purifica para beneficiarnos de la misericordia del Todo Misericordioso.
El Qur’an nos dice:
“El es quien hizo descender paz interior en los corazones de los creyentes, para que se vieran reforzados en su fe, pues de Dios son todas las cosas del cielo y de la tierra. Y Dios es omnisciente, realmente sabio”. (Sura al-Fath, la Victoria 48:4)
Y cuando la paz en nuestros corazones vacila ante las viscitudes de la vida, el Qur’an nos da el alivio:
“Di, oh siervos que habéis transgredido contra vosotros mismos. No desesperéis en la misericordia de Dios. Ciertamente, Dios perdona todos los pecados, pues sólo El es indulgente, compasivo”. (Sura al-Zumar, las Multitudes 39:53)
El ser humano consciente de Dios y disciplinado en su carácter, pendiente de lo que debe hacer y temeroso de transgredir los favores que Dios le ha concedido, a ese ser humano se dirige el Qur’an:
“Verdaderamente en la creación de los cielos y la tierra y en la sucesión de la noche y el día, hay mensajes para los que entienden, los que recuerdan a Dios de pie, sentados y cuando se acuestan y meditan sobre la creación de los cielos y la tierra” (Sura al-‘Imraan 3:190).
Y, en el mismo verso del Qur’an, la voz del creyente responde:
“Oh Señor nuestro, no creaste nada de esto sin un significado y un propósito.
Infinita es Tu gloria. Presérvanos del castigo del fuego”.
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Las clases con LALMA para este fin de semana se llevarán a cabo en:
Sábado 6 de abril de 2019:
Masjid Mariam
3764 Ellis St., Corona, CA 92879
Clase de Hadith: las Enseñanzas de Profeta, con el Mtro. Kenny Solís
(clase en inglés y español)
Horario: 10:00am a 12:00pm
Domingo 7 de abril de 2019:
Mezquita ‘Umar ibn al-Khattab
1025 W. Exposition Blvd., Los Angeles 90007 (first floor)
Recitación y Tafsir del Qur’an con Shaykh Abdul Hafiz y su grupo
(en inglés, con traducción simultánea al español)
Horario: 11:00am a 1:00pm
También se les invita a la siguiente clase:
Viernes 5 de abril de 2019:
The Majlis
2854 N. Santiago Blvd., Suite 201, Orange, CA 92867
“Viviendo el Islam”, círculo de estudio con Al-Hasan Alwattar
(clase en español)
Horario: 7:00pm a 8:30pm
‘ESTAR EN EL CAMINO DE DIOS”
César Domínguez
“Oh, vosotros que créeis. ¿Por qué decís lo que no hacéis? Sumamente detestable ante Dios es que digáis lo que no hacéis” (sura al-Saff, las Filas, 61:2-3).
En su excelente tafsir del Qur’an, El Mensaje del Qur’an, Muhammad Asad reflexiona así sobre esto versos: “En primer lugar, esto puede ser una alusión a aquellos compañeros del Profeta que huyeron, abandonando sus posiciones de batalla en Uhud, a pesar de haberse declarado, previamente, dispuestos a sacrificar sus vidas por la causa de Dios y Su Enviado. En un sentido más amplio, el pasaje va dirigido a todos aquellos que afirman estar dispuestos a someterse a cualquier cosa que la escritura sagrada declare como deseable y luego no están a la altura de su decisión”.
La vacilación es un mal terrible. La verdad y el honor son valores que, una vez alcanzados, no se pueden perder. Son como el amor o la belleza, cuando son reales no pueden desaparecer. No es posible retroceder cuando la meta está definida y el paso es firme y decidido. Cuando la intensión falla y uno falta a la verdad o mancha el honor propio, es que, verdaderamente, la intensión era débil y la verdad y el honor no estaban bien asentados en nuestro corazón. Sin embargo, la misericordia de Dios, el Todo Misericordioso, es infinita y basta reconocerse a uno mismo en su error, pedir el perdón y la misericordia del Creador, para comenzar el camino de nuevo.
Nunca estamos ni estaremos solos. La guía viene de Dios. A quien se esmera por superarse, Dios le envía continuamente ayudantes y nuevas oportunidades. En nuestras oraciones y súplicas diarias, recordemos estas palabras que aprendemos en el Qur’an:
“Y di, Señor, házme entrar con bien y házme salir con bien. Y concédeme de Ti una autoridad que me auxilie” (Sura al-Israa’, el Viaje Nocturno 17:80).
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Las clases con LALMA para este fin de semana se llevarán a cabo en:
Domingo 31 de marzo:
Indonesian Muslim Community Center
1200 S. Kenmore Ave., Los Angeles 90006
11:00 am – 11:45am: Recitación del Qur’an con Alejandro Hernández
12:00pm – 01:00pm: “En Casa con el Profeta: El arte de ser buen esposo”
con Cynthia Hernández González
إِنَّا لِلّهِ وَإِنَّـا إِلَيْهِ رَاجِعُونَ
“De Allah somos y a El retornamos”
(Qur’an 2:156)
Es una arraigada tradición en el islam pronunciar este verso del Qur’ancuando alguien deja la vida terrenal y comienza el camino a la otra vida, a la verdadera vida. Es importante tener conocimiento del pasaje completo en la sura al-Baqara para comprender su significado total y la intención final de dicho pronunciamiento.
Recordemos cómo Dios habla a los creyentes y cómo encomienda al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, infundir en el corazón humano la esperanza y la fe de que nuestro Creador, el Todo Misericordioso, está siempre con nosotros y guía de la mejor forma nuestro destino:
“Oh, vosotros que creéis. Buscad ayuda en la paciencia y la oración. Ciertamente, Dios está con los pacientes. Y no digáis de los que han caído luchando en el camino de Dios, están muertos. ¡No! Están vivos, pero vosotros no os dais cuenta. Os pondremos a prueba con algo de hambre, de pérdida de bienes, de vidas y de frutos. Pero da buenas nuevas a los pacientes, los que, cuando les sucede una desgracia dicen, en verdad de Dios somos y a El retornamos. Sobre ésos recaen las bendiciones de su Señor y ellos son los guiados”.
(sura al-Baqara, la Vaca 2:153-157)
Este mensaje está más vivo que nunca y nos ofrece la más elevada lección de dignidad y comportamiento para afrontar los difíciles momentos por los que atraviesa la humanidad entera. Inspirados profundamente por este mensaje divino, en LALMA hicimos la siguiente declaración:
LALMA se une al dolor que embarga a la comunidad musulmana y a la comunidad interreligiosa a nivel mundial por los terribles atentados perpetrados el pasado viernes 15 de marzo en dos mezquitas de Nueva Zelandia, durante la oración de jum’ah, nuestra oración principal de la semana. Oramos a Dios Todopoderoso por las víctimas inocentes, por los heridos, por sus familias, por las vidas de todos los creyentes del mundo entero. Oramos por la protección de todas las casas de Dios en la tierra, por todos los lugares de oración de todas las religiones. Afirmamos nuestra fe como musulmanes al proclamar nuestro saludo de paz, assalamu ‘alaikum. Que la paz de Dios esté con todos nosotros. Que la infinita misericordia del Creador de todo cuanto existe nos eleve en fe y carácter, nos proteja, nos guíe, nos brinde alivio y esperanza. Es la paz que vive en nuestros corazones y que comunicamos con nuestras miradas. Es la paz que debemos preservar, defender y comunicar a toda la humanidad. Que Dios perdone nuestras faltas y nos brinde Su guía y protección.
Las clases con LALMA para el domingo 24 de marzo de 2019 se llevarán a cabo en:
Mezquita ‘Umar ibn al-Khattab
1025 W. Exposition Blvd., Los Angeles 90007 (third floor)
Recitación de Suras Cortas del Qur’an con Khalid Seraifi
Clase: “El Arrepentimiento y el Perdón Divino” con Marta Khadija
Presentación especial: “Los Derechos del Inquilino en Caso de Desalojo”
con Carlos Aguilar, de la organización CES (Coalition for Economic Survival)
(esta presentación será después de la oración de dhohr)
11:00am – 3:00pm
Al-Rahman Islamic Center of Fontana
7641 Sierra Ave., Fontana 92336
Biografía del Profeta Muhammad, con Rafael Delgado
11:00am – 1:00pm
César Domínguez
El Profeta Muhammad,que la paz y bendiciones de Dios sean con él, dijo: “El musulmán es aquel de cuya lengua y mano están los musulmanes a salvo”. Esta enseñanza del Mensajero de Dios nos exhorta a estar siempre al pendiente del alcance de nuestras palabras y acciones, es decir, del efecto que pueden tener sobre los demás. Con esto continuamos nuestras reflexiones sobre la importancia de la comunicación y cómo debemos esforzarnos por embellecer este gran don que Dios nos han concedido: el don de la palabra. El ser humano se comunica con el resto de la creación de Dios a través de la palabra y la acción.
La enseñanza del Profeta nos hace conscientes de la importancia vital de este don divino. Con la palabra decimos lo que pensamos y sentimos, con la palabra respondemos a quien se comunica con nosotros, con la palabra impartimos conocimiento y guía a los demás, a través de la palabra los demás nos hablan, nos instruyen y así se alimenta la comunicación entre los seres humanos.
El creyente por naturaleza debe estar consciente de lo que dice y debe ejercer control sobre sus palabras, para que éstan sean suaves, amables y hablen siempre con la verdad. Con la lengua hablamos y con la mano accionamos. Nuestra mano, es decir, nuestro instrumento de acción, también debe ser suave y amable con los demás, para que los demás puedan entender nuestras intenciones al hablar y accionar. Una mano dura que regaña, que señala errores, que golpea y castiga no es una mano propia de un verdadero creyente. El creyente también sabe que una palabra o mano dura no es pretexto o excusa para otra palabra o mano dura; es decir, para la mala palabra y la mala acción no existe justificación. Si alguien nos habla mal o nos insulta, ello no nos justifica para responder de igual o peor forma. Nunca debemos hacer de la bajeza ajena un pretexto para la bajeza propia. El Qur’an nos dice:
“Qué mejor palabra que la que llama (a los demás) a Dios, obra con rectitud y dice, yo soy de los sometidos a Dios. No son iguales la bondad y la maldad. Responde con la mejor actitud y aquel con el que tenías enemistad será un amigo ardiente”.
(Qur’an 41:33-34)
Las clases con LALMA para el domingo 17 de marzo de 2019 se llevarán a cabo en:
Indonesian Muslim Community Center
1200 S. Kenmore Ave., Los Angeles 90006
11:00am – 12:00: “En Casa con el Profeta: el arte de ser esposo”
con Cynthia Hérnandez González
12:00pm – 1:00pm: “El Valor de las Segundas Intenciones”
con César Domínguez
“BENDICIONES Y ORACION EN EL MES DE RAJAB”
César Domínguez
Este viernes comienza el mes de Rajab,uno de los cuatro meses sagrados en el calendario islámico, cuando el combate y la guerra estaban prohibidos en la Península Arábiga. Ciertamente, para nosotros, en el siglo XXI, es un tiempo para la paz y paciencia, un mes de reflexión y preparación para el maravilloso mes de Ramadán que se avecina, insha’allah.
El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, dijo: “Rajab es el mes de Allah, Sha’ban es mi mes y Ramadán es el mes de mi ummah”.
Señalar a Rajab como el mes de Dios significa que este tiempo es de suma importancia para la alabanza y el recuerdo constante de nuestro Creador, para proclamar Su grandeza y Su misericordia, Su poder y Su belleza infinitos. Rajab es un tiempo extraordinario para el ayuno y la oración voluntarios, como actos de devoción y amor para quien es Poderoso sobre todas las cosas. También se le señala a Rajab como el mes del perdón. ¿Qué mejor manera de prepararnos para Ramadán y limpiar nuestros corazones que a través de la súplica constante por recibir el perdón de Dios por nuestras faltas?
De especial importancia en este mes es la oración nocturna, esa oración voluntaria en las horas de la noche y el recogimiento, antes de la oración del alba, fajr. Que sirvan como inspiración las palabras de Dios dirigidas al Profeta Muhammad, que encontramos en la sura al-Muzzammil, El Arropado, del Qur’an:
“Oh, tú, el arropado. Manténte despierto por la noche, sólo un poco, la mitad de ella o algo menos, o algo más y recita el Qur’an pausadamente. Realmente hemos de enconmendarte un mensaje de gran peso. En el seno de la noche hay mayor quietud y es más certera la dicción. Durante el día llevas a cabo gran actividad. Recuerda el nombre de tu Señor y concéntrate de lleno en El” (73:1-8).
Y sellemos en nuestros corazones este mensaje para cada uno de nosotros:
“Y recuerda a tu Señor en ti mismo, humilde, con temor de El y sin subir la voz, al comenzar y al terminar el día” (sura al-‘Araf, El Discernimiento, 7:205)
“PREPARARSE POR MEDIO DE LA ORACION”
César Domínguez
En unos pocos días, insha’allah,comenzará el mes sagrado de Rajab, dos meses antes de Ramadán. El mes de Rajab es tradicionalmente un mes de preparación y oración, de limpieza del corazón para entregarse de lleno al tiempo que viene: el tiempo de ayuno, el supremo acto de amor al Creador de todo cuanto existe. En este mes, nos dedicamos especialmente al recuerdo de Dios, a la súplica por alcanzar el perdón a nuestras faltas y debilidades; es un tiempo ideal, también, para la oración voluntaria.
Sabemos que la oración nocturna era de gran importancia para el Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve. Reflexionemos en un pasaje del Qur’an que nos habla de ese tiempo de la noche, anterior al alba, cuando la necesidad de recordar a Dios nos hace despertar del sueño y dejar la comodidad del lecho para erguirse y postrarse en adoración.
La sura número setenta y tres del Qur’an lleva por título ‘El Envuelto en el Manto’ (Al-Muzzammil), el cual se refiere al Profeta Muhammad y a su costumbre de cubrirse con un manto cuando sentía próximo el inicio de una revelación, en momentos de reflexión y contemplación. Esta sura contiene en sus versos un llamado a una mayor conciencia y capacidad de reflexión por parte del Profeta. Consta de veinte versos. Estos son los primeros ocho.
“Oh, tú, el envuelto en el manto. Manténte despierto [en oración] por la noche, sólo un poco, la mitad de ella o algo menos, o algo más y recita el Qur’an pausadamente. Realmente hemos de enconmendarte un mensaje de gran peso. En el seno de la noche hay mayor quietud y es más certera la dicción. Durante el día llevas a cabo gran actividad. Recuerda el nombre de tu Señor y concéntrate de lleno en El” (73:1-8).
La noche es tiempo de quietud y tranquilidad, cuando la mente está alejada de las preocupaciones diarias; el ambiente es propicio para la reflexión y el recuerdo de Dios que fortalece el carácter y da confianza. El llamado a pasar parte de este tiempo en oración es un gran consejo, puesto que el esfuerzo de realizar oraciones adicionales a las obligatorias es un acto puro de amor y devoción que habla de nuestra fe en la infinita misericordia de Dios y nuestra absoluta necesidad de Su guía. En las horas de la noche no debe haber prisas. En la medida en que uno abra su corazón y su voz al Qur’an, éste se abrirá a uno y, así, uno comprenderá más su significado. Sin prisas, la recitación en la oración es pausada, atenta, tranquila.
En estos versos, Dios habla al Profeta Muhammad y, a través de él, a toda la humanidad. La enseñanza para el Profeta es para todos nosotros.
“ORACION Y RENDICION DE CUENTAS”
César Domínguez
El Valor de la Oración: El musulmán reza cinco veces al día,
al rayar el alba, al mediodía, a mitad de la tarde, a la puesta del sol y por la noche. En nuestras oraciones, glorificamos a Dios, reconocemos su infinita misericordia, pedimos perdón por nuestras faltas y nos llenamos de esperanza ante su gracia. Dios nos ha dado la vida y los medios para vivir bien, nos ha dotado de la capacidad para elegir entre el bien y el mal, la abilidad para rectificar y corregir, para limpiarnos de las cargas de la vida.
Dios nos dice en el capítulo noventa y cuatro del Corán: “¿Acaso no hemos abierto tu corazón y te hemos librado de la carga que pesaba sobre tu espalda y te hemos elevado en dignidad? Ciertamente, con cada dificultad viene la facilidad. Sí, con cada dificultad viene la facilidad. Así pues, cuando hayas acabado, manténte firme y a tu Señor anhela”. (Sura al-Sharh, la Abertura, 94:1-8).
Como seres humanos, cometemos errores; pero la constancia en el esfuerzo por servir y agradar a Dios y a nuestro prójimo, la consciencia de nuestras propias faltas y la necesidad del perdón, eso es lo importante. La oración es esa oportunidad para redimirnos, para fortalecer la fe y el espíritu. Y nunca olvidemos tampoco dar gracias a Dios por todas las bendiciones que recibimos. El Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve, solía rezar por largas horas durante la noche. Se dice que en una ocasión, su esposa ‘Aisha le preguntó por qué rezaba tanto, si él, como profeta de Dios, ya tenía garantizada la salvación. Le contestó: “¿no debería ser, entonces, un siervo agradecido?” Hagamos de la oración este medio para inspirarnos a ser mejores. La oración que no va acompañada de la buena acción no cumple su cometido.
La Rendición de Cuentas: Los musulmanes, al igual que judíos y cristianos, creemos en el Día del Juicio Final, cuando estaremos ante la presencia de Dios y rendiremos cuenta de nuestras acciones en esta vida. Un verso del Corán señala:
“Ese día el hombre será informado de lo que adelantó y lo que atrasó”. (Sura al-Qiyaama, El Levantamiento, 75:13).
Este es un mensaje de gran significado. Dios es Omnipotente y Omnipresente. El es testigo de todos nuestros actos, los públicos y los privados, los de hoy y los de ayer, es decir, lo que tenemos por delante y lo que dejamos atrás. Hay otro significado además y ésta es la belleza del Corán, la profundidad de sus signos y enseñanzas. El verso también alude a lo que hacemos y lo que dejamos de hacer.
Como personas de fe, sabemos que es nuestro deber realizar buenas acciones y evitar el mal. ¿Pero qué tan conscientes estamos del bien que no hacemos? Es decir, cuando se nos presenta la oportunidad de realizar una buena acción, de servir a alguien, y preferimos mirar para otro lado: presenciamos una injusticia, vemos a un necesitado, podemos hacer algo; pero, simplemente, nos desentendemos, por pereza, por debilidad, por inconsciencia. Recordemos que Dios está presente en todo y que todo esfuerzo, toda buena obra tiene su recompensa y nos ayuda a ser mejores. Que el bien y la belleza nos acompañen siempre y que el mal quede atrás.
DISCURSO SOBRE EL ERROR DE LA IRA
César Domínguez
Todos los días en nuestras oraciones, rezamos a Dios diciendo:“Guíanos por el camino establecido, el camino de aquellos a los que has favorecido, no el de aquellos que son motivo de ira, ni el de los extraviados” (sura al-Fatiha, la Apertura, 1:6-7). En estos dos últimos versos del primer capítulo del Qur’an declaramos nuestro rechazo a ser presas de la ira y a provocar la ira de Dios.
Se cuenta que, en una ocasión, alguien preguntó al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le salve: “¿Qué es lo peor en lo que uno puede incurrir?” El Profeta respondió: “En la ira de Dios”. “¿Y cómo podemos evitarla?”, se le preguntó. “No enojándonos”, respondió. En este hadiz, vemos que existe una relación entro lo que uno hace y lo que uno recibe de nuestro Creador. En otra ocasión, alguien se acercó al Profeta y le preguntó: “Dame un consejo”. El Profeta respondió: “No te enojes”.
La ira, o enojo, es una emoción humana que todos vivimos. Con la ira, manifestamos nuestra frustración, nuestro rechazo, nuestro dolor ante diversas situaciones de la vida. La ira puede ser producto del dolor y, también, causante de dolor. Responder con ira a una acción que consideramos injusta, va en detrimento de la causa misma, puesto que la ira, como arma de defensa, jamás nos llevará a un buen fin. A corto plazo, quizás el daño u ofensa se detenga; pero, a largo plazo, no resuelve la situación y lo más probable es que se presente de nuevo para agobiarnos y continuar desafiándonos.
La ira no es un sentimiento del todo negativo. Si una injusticia social nos abate, la ira que nos provoca puede motivarnos a combatir esa injusticia. Al transformar la ira en valentía, estamos dándole un valor positivo que nos puede ayudar a desarrollarnos y fortalecernos. Desgraciadamente, en la mayoría de los casos, la ira es causante de mal.
¿Cómo combate una persona de fe la ira? El antídoto contra la ira es la compasión; un gran aliado de la compasión es, a su vez, la paciencia. Para combatir la ira, para poder controlarnos en esas situaciones difíciles y responder al insulto o agravio, no con insultos y ofensas, sino con amabilidad y firmeza, necesitamos de la guía de Dios. A la ira se le combate con paciencia y amabilidad; pero, qué fácil es olvidarse de esos valores en medio del arrebato y la frustración. Para combatir la ira con toda firmeza, necesitamos sabiduría y compasión. Con conocimiento, adquirimos sabiduría, y con sabiduría podemos entender la naturaleza y alcance de la situación, y comprender las intenciones y motivaciones de aquellos causantes de nuestra ira. Entonces podremos responder de la forma más adecuada y justa.
El Qur’an continuamente nos llama a adquirir conocimiento para comprender los signos de Dios presentes en toda Su creación, y también para comprender mejor a esa humanidad que nos rodea. El Qur’an nos dice:
“Dios es espléndido, conocedor. Da la sabiduría a quien quiere, y, a quien se le da sabiduría, se le ha dado mucho bien” (sura al-Baqara, la Vaca, 2:268-269).
La compasión viene del conocimiento. Una persona sabia siempre tendrá compasión para los demás. De la compasión, viene el perdón. Perdonar al causante de nuestra ira es un acto de fe, es poner nuestros valores por encima de nuestros deseos, de nuestras propias debilidades. Es, también, reconocer nuestros propios defectos. En momentos de ira, el Profeta Muhammad nos recomienda: “Si estás de pie, toma asiento. Si estás sentado, reclínate. Si esto no funciona, has ablución y reza”. Al rezar, uno olvida las cosas de este mundo y vuelve al recuerdo perenne, constante, de Dios, Creador y causa de todo cuanto existe, principio y fin de toda existencia.
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La organización de LALMA condena inequívocamente todos los actos de terrorismo por cualquier persona que se identifica a sí mismo como un musulmán. LALMA rechaza la literatura o propaganda que viola la esencia pacífica de las enseñanzas islámicas. Nosotros, los miembros de LALMA, somos parte de la comunidad musulmana estadounidense y nos esforzamos por ser ciudadanos productivos y respetuosos de la ley.
La misión de LALMA es enseñar los fundamentos del Islam en el idioma español, a través de un programa educativo con clases, conferencias y material escrito sobre diversos temas del islam, y promover un mejor entendimiento del islam entre la población de habla hispana no musulmana. Al mismo tiempo, se ofrece apoyo espiritual a los nuevos musulmanes durante la etapa de transición al islam, compartiendo experiencias, idioma y cultura y facilitando su incorporación a la comunidad multi-étnica de musulmanes del Sur de California.
Las clases con LALMA para este domingo 10 de febrero de 2019 se llevarán a cabo en:
Mezquita ‘Umar ibn al-Khattab
1025 W. Exposition Blvd., Los Angeles 90007 (salón de eventos, piso inferior)
11:00am – 1:00pm
Recitación y Tafsir del Qur’an con el grupo del Shaikh Abdul Hafiiz.
Al-Rahman Islamic Center of Fontana
7641 Sierra Ave., Fontana 92336
11:00am – 1:00pm
Clase “Los Bellos Nombres de Allah” con Rafael Delgado y
Pronunciación del Lenguage Arabe con Gaby Loporto.
Tema de la Semana
Las clases con</strong><!–more–> LALMA para el domingo 17 de marzo de 2019 se llevarán a cabo en:
Indonesian Muslim Community Center
1200 S. Kenmore Ave., Los Angeles 90006
11:00am – 12:00: “En Casa con el Profeta: el arte de ser esposo”
con Cynthia Hérnandez González
12:00pm – 1:00pm: “El Valor de las Segundas Intenciones”
con César Domínguez
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